Como cada año, iniciamos con grandes expectativas, con anhelos, con esperanzas y con renovadas energías después de las vacaciones y de las reflexiones.
Lógicamente tenemos sueños y esperanzas en lo personal, algunas que hacemos públicas y otras que guardamos en el corazón, pero también las tenemos en lo colectivo como ciudadanos, como comunidad y es, por esas últimas que empezaré, para compartir con mis ocho lectores.
Como comunidad turística creo que tenemos la esperanza de que en esta nueva administración de gobierno el Turismo si exista; confiamos en que se privilegien políticas públicas que no solo impulsen y favorezcan a la industria turística, sino que la incentiven de manera especial y que ello nos permita sobresalir frente a la competencia. En México no existen leyes de fomento e incentivo para la industria turística, no hay incentivos fiscales ni para quien construye un hotel, ni para quien remodele el suyo, tampoco las hay para quien se aventura a poner un restaurante, establecer una agencia de viajes, montar una transportista o cualquiera que sea el anhelo o el área de oportunidad detectada; por el contrario hay sinnúmero de barreras, obstáculos, impuestos, normativas, inspectores, nuevos derechos y una gama amplísima de etcéteras que omitiré por falta de espacio y para no aburrir a mis ocho.
Esperaríamos, por tanto, una Secretaría Federal de Turismo, dinámica, con energía, con poder de interlocución, innovadora y que sea capaz de entender y de transmitir que el turismo puede y debe ser Prioridad Nacional. Anhelaríamos también a unos legisladores dispuestos a legislar escuchando a sus comunidades y con la capacidad de redactar leyes de fomento para el sector al tiempo que, enjundiosos, se dispongan a eliminar barreras legislativas que nos mantienen en el atraso. Tampoco las incluyo por las mismas razones que antes.
Como ciudadano espero que por lo menos en mi ciudad, se privilegie la Imagen Urbana y confío en que, algún día no muy lejano desaparezcan los horrorosos espectaculares.
Como amigo, espero que en Yucatán se haga justicia, prevalezca el estado de derecho y que mi amigo Fernando Barbachano recupere sus hoteles, es lo justo, es lo que debe ser.
Desde el corazón y con el alma, espero que mis tres nietos sean inmensamente felices, que hagan reír mucho a sus padres y que pueda yo verlos con más frecuencia.
Como valoro mucho el arte y cultura de la buena mesa, confío en que Alice y yo podamos disfrutar todo el año de las mejores viandas, en atractivas mesas, con estupendos vinos y cada vez que sea posible con nuestros queridos amigos, unos que forman parte de La Chaine des Rottiseurs, nuestra cofradía gastronómica y culinaria y otros que sin estar en ella, también gozan de la buena mesa, como esos del Mini Club, por ejemplo, a quienes envío desde aquí, un abrazo de mi tamaño.
Esos pues mis anhelos para el 2025, y otros que como dije, me guardo para mis adentros.
Feliz y muy exitoso año para todos y desde luego para mis ocho lectores.