Por: Sergio E. González Rubiera
Hace unos días, a través de amigos, Alice se enteró que había una gran cantidad de módulos en todo Texas, para aplicarnos la vacuna contra el Covid19 sin mayores requisitos.
Me compartió la liga con el enorme listado, y con la ayuda de mi asistente, logramos el registro en línea exitosamente, en un módulo ubicado en el condado de San Augustine, un pintoresco pueblito un poco al norte de Houston, a dos horas y media para ser precisos.
Así que, intrépidos y animados, hicimos maletas, compramos boletos y nos fuimos a Houston.
Renté un auto en el aeropuerto, y pasada la primera noche, conduje por una agradable y pintoresca carretera, muy bien señalizada, admirando el verde paisaje, libre por supuesto de anuncios espectaculares que arruinarían el paisaje, para llegar cerca del mediodía al curioso y amable San Augustine.
En cuánto llegamos al acceso del Rodeo, uno de esos en donde los vaqueros texanos se divierten los domingos montando toros y yeguas salvajes; un muy amable ciudadano de edad mayor nos recibió con enorme sonrisa y en su texano acento nos preguntó amablemente, ¿Vienen por su primera o su segunda dosis amigos ?… luego de responder que era la primera, nos dirigió cortésmente hacía la parte donde debíamos estacionar el auto los de la primera dosis. Todo muy ordenado, como son los gringos, y con la ayuda de ciudadanos voluntarios, iban acomodando los coches que llegaban uno a uno, formando una gran fila. Era una sección del gran “parking Lot”, dedicada a los de primera dosis y otra sección para los aspirantes al segundo piquete.
Esperamos como una hora, a bordo del auto, el clima era agradable, y nos entretuvimos viendo como los voluntarios organizaban a los automovilistas que llegaban.
En cierto momento, otro voluntario amable, nos invitó a acercar el auto, al acceso principal para luego descender y proceder al gran salón interior habilitado para el proceso de vacunación.
Al entrar, un grupo de damas voluntarias, en una mesa de registro, sólo pedían el formato del registro en línea, mismo que llevábamos impreso; nombre, apellido, fecha de nacimiento y listo. Eso sí, se disculparon por habernos hecho esperar…
Acto seguido pasabas a otra mesa, donde luego de cortas y sencillas preguntas, te dan una tarjetita con la fecha para tu segunda dosis; te sientan, y mientras te platican, pum, viene el piquete en el hombro; luego esperar sentaditos por quince minutos a ver si no hay reacciones por la vacuna, y listo te marchas sin mayor dilación. Amables, generosos y muy bien organizados.
Ya vacunaditos, emprendimos el viaje de regreso a Houston por la misma pintoresca carretera por la que llegamos, que ahora, ya sin estrés, disfruté mucho más.
Y pues ya que hicimos el viaje a la ciudad tejana, aprovechamos para un pequeño paseíto, bien merecido luego de tantos meses de encierro, y decidimos disfrutar un poco. De la bonita experiencia en Houston les comparto algunos detalles a mis ocho lectores.
Guard and Grace.
Estupendo Steak House, en Louisiana St. Justo frente al Hyatt Regency. Magnífica, propuesta, súper “trendy”, muy diferente al clásico steak house tejano. Moderno, con estupendo servicio y con una impresionante cocina impecable a la vista de todos los comensales. Los Rib Eyes, New Yorks y Filets Mignon, pero con un salseo delicioso de recetas secretas. Una verdadera experiencia de cortes de carne de primer nivel, con un sabor único y diferente.
Al finalizar la fantástica cena, Alice y yo le pusimos nuestro toque; una maravillosa terraza pública, llena de árboles, con mesas y sillas como de restaurante, justo a la puerta y frente al hotel, nos permitió echar un poco de humo en el ambiente romántico que nosotros mismos le pusimos, con la música del celular. Recuerdo haberle compartido a Alice, mi alegría de estar en un lugar completamente público, en el que mesas y sillas de buena manufactura pueden permanecer intactas, sin el riesgo de que nadie se las pueda llevar; no existe la posibilidad de que desaparezcan en la noche; ahí permanecen, porque la gente confía y respeta lo público, que maravilla; que lejos estamos. Fue placentero pasar bellos momentos al aire libre en un sitio público sin ser molestados, admirando simplemente el ir y venir de la ciudad. ¡¡Muy bien Houston!!…
Uchi.
La mejor propuesta japonesa, que he vivido jamás. Un magnífico local total y auténticamente japonés en el 905 de la Westhaimer Rd. con una puesta en escena de un Omakase de diez o doce tiempos, simplemente sublime, que me resulta difícil de describir por la exquisitez, delicadeza y grandiosidad al mismo tiempo en cada platillo.
Alice, quería traerse al Chef, para que nos haga una cena de la Chaine en Cancún, algo atrevido, pero claramente poco probable. Cada delicado bocado de sushi, nigiri, mini cortes finos; crujiente chip de yuca con Yellowtail, pecho de salmón con su pequeño ikura y otras delicadezas, era mejor que otro. Mi rostro se descompuso, y las lágrimas casi afloran con el orgásmico placer del, nigiri de Foie Grass, con el que cerró el festival de viandas, poco antes de que arribara la dolce vita con un suculento postre, jamás visto y probado. Si alguno de mis ocho lectores, tiene oportunidad de visitar Houston, no pueden perderse UCHI, sería un pecado no hacerlo.
Me dejo para el final, la mención a la muy querida María Rodríguez, nuestra Bar Tender en el Hotel Hyatt Regency, quien más que una bar tender, fue una concierge, una consejera, y si me lo permiten hasta una amiga. Una de esas hoteleras de corazón, que se te mete hasta las entrañas. Que te agrada, que te platica y que al final resulta en una amiga, a quien sin duda tienes que abrazar al despedirte. María, a quien espero le lleguen estas líneas, nos hizo la diferencia en el viaje, con sus recomendaciones, pero sobretodo con su calidez, sencillez y generosidad. Gracias María!!
Mi reconocimiento al Presidente Biden, quien ha vacunado a mas mexicanos que AMLO, al Gobernador Greg Abbott de Texas, a todos los voluntarios que ofrecen desinteresadamente su tiempo para que cada día se vacune más y más gente.
Gracias USA, gracias Texas, Gracias Houston.
Ya regresaremos por la segunda dosis.
Y que magnífica manera, de reencontrarme con mi querida Alice, mi nueva compañera de viajes para siempre.
Hasta pronto…
Al Buen Entendedor.