La memoria no es de fiar. Los recuerdos mutan, cambian. Por mucho que aseguremos que una cosa ocurrió de una forma, es imposible saber a ciencia cierta si es así. Lo que recordamos se transforma con el tiempo, con nuestra experiencia. Lo modelamos a nuestro antojo. A veces, incluso lo modificamos para poder avanzar, para sobrevivir. Contaba el director Isaki Lacuesta que cuando habló con los supervivientes reales del atentado de Bataclán que han inspirado su estupenda última película, Un año, una noche, quedó sorprendido porque a veces parecía que habían vivido dos hechos distintos. Los recuerdos de dos personas que vivieron aquella noche eran absolutamente diferentes. A veces, incluso contradictorios.
” Fuentes news.google.com ”