Desde hace varios años, la ciencia ha querido conseguir que el hombre viaje a planetas lejanos y otros sistemas estelares, pero para lograrlo primero hay que encontrar un medio de propulsión más rápido que la luz. El legado de Einstein ha sido basic para emprender investigaciones al respecto. Un nuevo estudio señala que es posible darle solución a los dilemas al respecto.
El primer científico en acudir a la ficción en búsqueda de inspiración para ‘viajar a la velocidad de la luz’ fue el científico mexicano Miguel Alcubierre, a finales del siglo pasado. ¿Recuerda el desplazamiento por curvatura que emplean películas y sequence de ‘Star Trek’? ¿Podría el motor de la nave Enterprise volverse actual?
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En pocas palabras, la propulsión se basa en distorsionar el espacio-tiempo para facilitar que la nave espacial se acerque al punto de destino con una velocidad igual o superior a la de la luz. En ese orden de concepts, el tiempo y el espacio ‘detrás’ de dicha nave espacial se expandirían al tiempo que el espacio y tiempo delante de la misma se comprimirían.
Sin embargo, Alcubierre aterrizó esos conceptos que inicialmente estaban en la ficción y encontró un gran impedimento, pues las leyes de la física no dejan ‘espacio’ para la energía negativa. No es posible, descubrió el científico, operar de igual forma como lo plantea ‘Star Trek’.
No obstante, aún hay esperanzas, pues la revista Classical and Quantum Gravity publicó un nuevo estudio a cargo del físico Erik Lentz, quien en conjunto con científicos de la Universidad de Gotinga (en Alemania) plantea que hay una solución a este problema.
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Así las cosas, la salida más viable sería a través de la construcción de una nueva clase de “solitones hiperrápidos”, utilizando fuentes con energías positivas que permitirían viajar a cualquier velocidad y conseguir igualar o superar la velocidad de la luz.
Según Lentz, estos “solitones hiperrápidos” pueden existir dentro de la relatividad basic y se obtienen en forma pura de densidades positivas, y con esto no tendría que considerarse densidades de energía negativa “exóticas”, como planteaban las investigaciones iniciales al respecto. De este modo, dicen los expertos, sería posible permitir que un objeto pase a través del espacio-tiempo mientras está protegido de las fuerzas de marea extremas.
“La energía requerida para este impulso que viaja a la velocidad de la luz y abarca una nave espacial de 100 metros de radio es del orden de cientos de veces la masa del planeta Júpiter”, explica Lentz, uno de los expertos a cargo de la investigación. Lo anterior quiere decir que sería posible viajar por el espacio y tardar años en regresar a la Tierra en vez de años o incluso milenios.
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No obstante, aún queda mucho por descubrir y estudiar al respecto, por lo que los impulsores de curvatura seguirán siendo parte de la teoría y no de la práctica, pero este revelador descubrimiento acerca un poco más a los científicos a la meta.
“El siguiente paso es descubrir cómo reducir la cantidad astronómica de energía necesaria dentro del rango de las tecnologías actuales, como una gran planta de energía de fisión nuclear moderna. Entonces podremos hablar sobre la construcción de los primeros prototipos”, concluye Lentz.
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