A riesgo de pecar de reiterativo, hay que insistir: el sector del transporte de mercancías por carretera es estratégico. Lo es para cualquier país y más aún para el nuestro, cuya capacidad exportadora de bienes tiene más del 66% de sus destinos en sus socios de la UE. Y también habrá que insistir en que sus profesionales están entre los que deben ser considerados como “esenciales”, esos que no pueden quedarse en casa cuando se decretan confinamientos para evitar la propagación de contagios. Esos por los que hay que empezar a implementar las medidas de protección que se vayan conociendo, desde EPI hasta las primeras vacunas.
Los vergonzosos episodios derivados del Brexit en diciembre, en los que miles de conductores profesionales vieron cómo se les tomaba de rehenes durante varios días, volvieron a llevar a las pantallas de televisión, las emisoras de radio y las portadas de los periódicos, reflejaron la realidad de que sin el sector de la logística por carretera no se concibe el funcionamiento de la actividad productiva y el consumo de la población, en definitiva, la economía actual y el bienestar de la ciudadanía. Por fin, a comienzos de febrero, el Consejo Europeo recomendó a sus 27 Estados miembros que garantizasen el paso de las empresas de transporte por carretera por los inexperienced lanes o corredores verdes frente a las retenciones en los pasos fronterizos provocados por los controles de check de Covid-19.
Desde hace semanas, más allá de este bienestar, se suma ahora la campaña de vacunación. Todo el mundo ha podido comprobar que el enorme esfuerzo científico llevado a cabo por los laboratorios de las mayores compañías del sector farmacéutico y universidades del planeta para diseñar, primero, la vacuna y fabricar, después, los miles de millones de dosis requeridas correrían el peligro de quedar inutilizado si la logística de distribución, con el transporte por carretera en su eslabón clave, fallase. Miles de excelentes profesionales sanitarios en los centros de salud también verían como su voluntad de servicio y su saber hacer sería impotente si no le llegasen a cada centro de vacunación los contenedores con las dosis necesarias para cumplir con su misión de inmunizar cuanto antes a millones de ciudadanos.
Creo que no hay muchos ejemplos mejores que este sobre lo esencial y estratégica que puede llegar a ser la logística por su eficiencia y eficacia. Enormes esfuerzos de altísimo nivel científico e industrial, por un lado, con las ingentes necesidades de la población en manos de sus sanitarios, por otro, estarían siendo imposibles de conectar sin esos camiones recorriendo las carreteras por todos los rincones de la geografía, conducidos por unos profesionales que, lamentablemente, están a punto de engrosar la lista de especies en peligro de extinción sin que ni a las autoridades ni a los usuarios del transporte por carretera parezca preocuparles mucho.
A la vista de todo lo expuesto, resulta difícil creer el sistemático ninguneo que vienen sufriendo los profesionales, las empresas y sus representantes sectoriales por parte de los más variados escalones de la Administración tanto desde el propio ámbito del transporte en sí como desde el prisma laboral, seguridad vial, formación o agenda digital. Tenemos otro ejemplo reciente de amnesia colectiva sobre el papel vertebrador del transporte de mercancías por carretera, que genera casi el 5% del PIB de España. Sus empresas se han quedado fuera de los 7.000 millones de ayudas directas del Gobierno, pese a sufrir una huella económica de 5.000 millones debido a la pandemia.
Muchas cosas parecen estar cambiando con motivo de la lucha contra el Covid, pero nada parece alterar el desinterés histórico a la hora de dotar a este país de un tejido empresarial capaz de dar solidez al transporte por carretera para que pueda crear y mantener empleos de calidad, corregir el abrumador desequilibrio de género que se padece, con solo un 3% de mujeres entre los conductores profesionales, minimizar el impacto ambiental y profundizar en la digitalización.
Si no se corrige esta política del avestruz, no tardaremos mucho en lamentarlo, ya que no será posible mantener y mucho menos perfeccionar la interconexión constante, fiable y sostenible que nuestras sociedades modernas exigen entre los centros de producción y los consumidores de bienes o, en este caso, los destinatarios de vacunas. Una conexión important para la prosperidad económica y el bienestar de la población, que solo la carretera es capaz de ofrecer.
Marcos Basante es presidente de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (Astic)
” Fuentes cincodias.elpais.com ”