Pepe Muñiz.
Manuel Cuenya
| 11/03/2021 – 13:30h.
“Según mi veredicto, soy medianamente loco, algo libre y un poco burlón, aunque parezca algo serio”, señala Pepe Muñiz acerca de sí mismo. Una carta de presentación curiosa, cuando menos, sobre un tipo curioso, que en tiempos, cuando no existían los medios que hoy existen, fue viajero y aventurero y sobre todo un apasionado de los libros, que también le invitaban a viajar por el ancho mundo.
“Me aficioné a los libros, sobre todo a aquellos de Julio Verne, que guardaba mi abuela materna Victorina en un baúl del desván de su casa de la calle Zapaterías, a la luz que entraba por la lucerna del tejado, siempre acompañado de su fiel gato, que no separaba de mí. Con Verne me trasladaba a la luna, al centro de la tierra, o daba la vuelta alrededor de mundo”, rememora este niño que fuera de la guerra cuyo abuelo Sixto, “de los ‘últimos de Filipinas’, militar y ‘topo’ cuando aquella mísera Guerra Civil del 36, nacido en Villacete de la Sobarriba”, le enseñó a conocer a la gente de los pueblos y sus costumbres, a amar a los árboles, a escuchar el trino de los pájaros y a oler la paja trillada en la period. “Ahora estoy aquí con todas estas cosas y recuerdos de antaño, amando a los montones de libros de mi biblioteca, y a todas las cosas que otros usaron o tuvieron y que hoy me rodean”, apunta Muñiz, convencido de que esas historias, leyendas y cuentos que andan por ahí son como los hijos de su fantasía, que duermen en los rincones de su cerebro, acurrucados, desnudos, esperando que salgan a la luz del mundo, para que no perezcan consigo cuando ya no pueda darles vida. “Aunque ya viejo, mi corazón, mi espíritu, mi vitalidad y mi fortaleza es joven aún, pues sigo el principio de que hay que amar la vida tal y como se presenta cada día, con sus lados buenos y malos, y si me apuras, con la fuerza de las palabras”, afirma con rotundidad este colaborador asiduo en televisión, radio, prensa, revistas, guionista, contador de historias, “aportador” de voz en doblajes, hacedor de cuentos y leyendas, actor ocasional; conocedor de la intrahistoria secreta y no secreta de León y su bohemia; divulgador de las materias más peregrinas, adivinatorias y supersticiosas; coleccionista apasionado de mil cosas, además de antropólogo, biólogo y nigromante. Un auténtico fenómeno que se hizo abogado por tradición, aunque él hubiera preferido ser un estudioso “de la extraña conducta humana y de cómo nació este perro mundo”, aclara este autor, al que nacieron en León en un año que ya ni está en el calendario, “enigma ese de antropólogos. Asunto este que no importa, pues, siguiendo los pasos de Saramago, tengo la edad que quiero y siento, la edad en que las cosas se miran con calma, los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, tengo los años necesarios para vivir libre y sin miedos y hacer lo que quiero y siento, si bien llevo conmigo la experiencia adquirida”.
Pepe es un enamorado de su tierra, de sus raíces, al que le enrabieta ver cómo algunos tratan de destruir y de hacer desaparecer la historia leonesa, ignorando la importancia que tuvo aquel antiguo Reino de León, que abarcaba, en su opinión, buena parte de lo que hoy es España. Todo esto ha influido, según él, en su forma de ver el mundo así como a la hora de contar y escribir sus historias o la intrahistoria de su tierra natal, que siente con devoción.
“Aunque ya viejo, mi corazón, mi espíritu, mi vitalidad y mi fortaleza es joven aún, pues sigo el principio de que hay que amar la vida tal y como se presenta cada día, con sus lados buenos y malos, y si me apuras, con la fuerza de las palabras”
Como viajero se lamenta de que otrora no existieran las facilidades que te dan ahora las Agencias de Viajes, esas que programan de antemano diversas e interesantes rutas por el mundo. Además, sus recursos económicos no eran muy boyantes en aquellos tiempos. No obstante, Pepe, que estaba influenciado por muchos libros de viaje, entre los que estaba ‘El Quijote’, se las ingenió para lanzarse sin pensarlo a la aventura, y acabó siendo guardabosque en tierras lejanas, tierras hostiles, meciéndome sobras las olas en los Mares del Sur, viajando por Rusia en el Transiberiano, “por amor”, o como enfermero en algunos psiquiátricos, lo que se le antoja una experiencia fascinante, que le permitió poder ver y estudiar de cerca la perturbación de la mente humana, la degradación y la miseria que conlleva. “En el West Park Hospital de Londres tuve una experiencia alucinante, que me sirvió de tema para escribir un relato en un libro de cuentos titulado ‘Un frasco de fragrance azul’, editado por Rimpego.
Cuenta que con trece años creó un cómic con dibujos suyos que les enseñaba a sus compañeros de clase y del barrio, “pues sólo hacía un ejemplar”. Y ya a finales de los setenta comenzó a escribir en serio para periódicos, revistas y libros colectivos. Labor que ha continuado haciendo hasta la fecha precise con diversos reportajes para televisión, radio, prensa, and so on. En este sentido, recuerda los casi diez años que estuvo escribiendo semanalmente en el dominical de ‘Diario de León’ en la década de 1980-1990: Decenas de reportajes que abarcaban amplios temas, mayormente relacionados con León. “Curiosamente, algunos de ellos -me di cuenta años más tarde- sirvieron de base para otros libros. Desde un punto de vista romántico, lo que escribí debía ser bastante meritorio para que algunos se fijaran en los mismos. Como la colección que publiqué con Javier Tomé a través de ‘Diario de León’ bajo el título de ‘León Insólito'”. https://www.ileon.com/cultura/064205/javier-tome-naci-para-escribir-y-ademas-no-se-hacer-otra-cosa
León insólito y tabernario
Asimismo, recuerda aquellos reportajes hechos con Mónica Murciego para La 8 León entre los que destaca uno dedicado a ‘Casas con fantasmas’ y otro sobre la ‘Historia de los prostíbulos’, ambos referentes a la ciudad de León. O bien las crónicas que viene haciendo semanalmente los viernes, desde hace dieciocho años, en Radio León acerca de ‘Historias, leyendas, enigmas y misterios de León’. Algo que a Pepe Muñiz le resulta muy satisfactorio, que la gente de León lo conozca por su voz a través de las ondas, “que es uno de los encantos que tiene la radio”, asegura este devoto de los libros, en concreto de la etnografía, las costumbres, los mitos, los misterios y su halo fantasmal, las leyendas con base en hechos históricos.
“Soy asiduo de las librerías y asomarme a su escaparate, por supuesto, pero me gusta más esa otra manera, la melancólica, cuando revuelvo entre los libros viejos en algún sórdido rincón de un desván, o rebuscando en los rastros, mezclados con otros objetos que han sido desechados, como un guante, un retrato, una cajita guardapelo, una llave, un paraguas. Y no me importa que, al revolver despreocupadamente, se levanten nubecillas de polvo, estragos de las polillas. Es la ilusión del hallazgo del volumen desconocido”, explica este bibliófilo y coleccionista, al que le entusiasma estar rodeado de sus libros, sus mejores amigos, de sus libros viejos, que en algún momento llegaron a ser nuevos. “Años y años, que van invadiendo los rincones, los armarios, las paredes y los altillos. Es mi vida, es mi mundo. Es como una vida en el claustro pero fuera del claustro… Duermo poco, dos o tres horas, duermo deprisa, para poderme despertar a tiempo, para ponerme a leer, escribir, a revolver entre mis cosas, ir a mi trabajo, a mis lugares favoritos, a mis terapias de ‘mente sana, cuerpo sano’. Y es que dormir es como morir un poco. ¡Muebles viejos, cosas respetables, trastos y cachivaches! Han sido los compañeros, los amigos, confidentes de hombres y mujeres que habrán desaparecido. Unos adornarían los hogares humildes, otros las mansiones suntuosas. Una talla de una virgen sin brazos y con la cara roída por la carcoma nos habla de la fe de un pueblo quizás desaparecido entre las aguas de un pantano. Un diván de damasco blanco con fajas verdes nos habla de una época romántica. Y ¿qué historias, qué novelas, qué poemas, podemos imaginarnos al posar la mirada en el asiento muelle, ya ajado de un sofá?”, nos relata Pepe, que ha leído desde Edgar Alan Poe, Conan Doyle, Mark Twain, Víctor Hugo o Salgari hasta Séneca, Quevedo o Cervantes. Confiesa que le encantan los autores del Siglo de Oro, las costumbres de los siglos XVII, XVIII y XIX, incluso de siglos anteriores, los narradores y biógrafos de los descubridores de América y sus viajes y hazañas.
“Ahora, con esta loca nube pandémica que nos ha tocado vivir, estamos a la espera de que nos venga la inspiración, o el hada madrina, del cómo y cuándo se pueda poner en marcha la aventura. Hoy ya no hay editores románticos como aquellos de antes, ni instituciones públicas entusiastas. Hoy normalmente impera más lo crematístico y lo influenciado por la política o los políticos de turno”
“Todos ellos han influenciado en mi forma de escribir”, advierte este hombre renacentista que menciona a Heródoto como el padre de la historia, el cual dijo que “la leyenda es la madre de la historia”. Es en esta línea precisamente en la que se mueve Muñiz porque cree que a la gente le interesa más el mito que la historia. Y en la actualidad está, en colaboración con otros autores, con el proyecto de un volumen, que está entre el mito, la historia, la leyenda y los fantasmas, “con preciosas ilustraciones de un gran artista de León”, que sería de interés para curiosos de cosas de León, afirma Pepe.
“Puede ser un libro distinto y entrañable, de esos para consultar, guardar, y volver a releer. Ahora, con esta loca nube pandémica que nos ha tocado vivir, estamos a la espera de que nos venga la inspiración, o el hada madrina, del cómo y cuándo se pueda poner en marcha la aventura. Hoy ya no hay editores románticos como aquellos de antes, ni instituciones públicas entusiastas. Hoy normalmente impera más lo crematístico y lo influenciado por la política o los políticos de turno, del color que sean, en esos cargos institucionales esporádicos”, concluye.
Obras en las que ha participado Pepe Muñiz.
Entrevista breve a Pepe Muñiz
“Me ayudan mis viejos libros, mis viejas enciclopedias, mis viejos diccionarios de la lengua…”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Necesariamente tengo que citar más de uno: ‘Las Mil y Una Noches’; ‘El Quijote’; ‘El Decamerón’; ‘El diablo Cojuelo’, ‘Robinsón Crusoe’, aunque prefiero dedicar el tiempo a descubrir nuevos libros viejos que no quisiera dejar de leer.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
Dos: Don Quijote y Pinocho.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
Todos o la mayoría de los llamados ‘betseller’ o similares que se publican ahora e inundan los escaparates de las librerías, con sus portadas de coloridos chirriantes y en relieve. Pero como no los leo, desconozco si sus autores son insoportables.
Un rasgo que defina tu personalidad.
“Yo soy yo y mi circunstancia”, dijo Ortega y Gasset.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La sinceridad, el amor y la admiración por conocer algo que no sabe o desconoce, y te lo agradece.
¿Qué opinión te merece la política precise? ¿Y la sociedad?
Paso de la política. Con poca cultura algunos. Más que dedicarse a la política que beneficie al pueblo, se dedican a enfrentar a la sociedad, haciendo prevalecer sus concepts y agitando a las ‘turbas’. No todos, desde luego. Menos mal que la sociedad generalmente pasa de ellos y lo va soportando con calma y resignación, esperando que todo vuelva por su curso.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Escribir, hablar, pasear por el campo, hablar con los amigos, bañarme todos los días debajo de una cascada de agua. En basic, todo lo que hago me divierte, y por eso lo hago.
¿Por qué escribes?
Por pasión, por entretener, y sobre todo por enseñar y dar a conocer cosas a quien las desconoce y te lo agradecen.
¿Crees que las redes sociales, Fb o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
A mí para nada. El estilo nace de cada uno, de a quién ha leído, de lo que ha leído, de la forma de ver las cosas, del ambiente en que vive o le gustaría haber vivido, o de lo que haría si volviera a nacer, y sobre todo de la gente que te rodea y de la tierra donde naciste.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Me ayudan mis viejos libros, mis viejas enciclopedias, mis viejos diccionarios de la lengua, mis viejos muebles, mi viejo asiento, mis vírgenes y cristos mutilados, mis armaduras, de aquellos que escribieron antes y que me han enseñado algo, y de uno mismo, puesto que ya no desentono con todos esos ‘cachivaches’ que me rodean entre los que ya creo estar incrustado.
¿Escribes o sigues algún weblog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
No sabría decirte, pues no entiendo mucho de esto. Cuando tienes cierta edad, la mente se opone a las nuevas técnicas, les cierra sus puertas. Así ha sido a lo largo de la vida y en el transcurso del tiempo. De todas las formas me voy defendiendo y lo he tenido que aprender por necesidad, por mi profesión y por lo que hago. Siempre tengo a mi lado un ‘duende’ y cuando le necesito, me ayuda. Si aparezco en las ‘redes’, es porque me meten y luego sigo la corriente. Cada época tiene su edad y su tiempo. Te voy a contar una anécdota que puede venir al caso. Cuando mi padre empezó a ejercer la profesión en leyes, ya sabía escribir a máquina, una novedad en la época. En cierta ocasión, le llamaron para trabajar en una Entidad como asesor, pues el que estaba ya tenía bastante edad y seguía escribiendo a mano. Y antes de sustituirle por mi padre, le dijo el director al cesante: pero ¡Hombre! ¿Cómo no aprende a escribir a máquina? Y el buen hombre le contestó simplemente: ¡Yo no quiero saber nada de esos artilugios del diablo!, refiriéndose a la máquina de escribir.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
“Cogito ergo sum” (“pienso luego existo”), dijo Descartes, aunque la frase pueda tener sus antecedentes en San Agustín.
” Fuentes www.ileon.com ”