Rfi habló con varios nómadas digitales que, con una easy computadora, pueden teletrabajar desde lugares paradíacos en Costa Rica, Tailandia o México. La pandemia los llevó a optar por destinos donde las normas sanitarias anti Covid-19 son menos restrictivas que en Europa o Estados Unidos. Varios países instauran visas especiales para atraer a estos teletrabajadores privilegiados.
Si bien para muchos la pandemia implica una disminución de recursos y estrés debido al encierro; para otros, fue sinónimo de sol y playa. Con la extensión masiva del teletrabajo, muchos de nosotros trabajamos desde casa. Otros decidieron irse al campo, y los más aventureros -y privilegiados – hicieron sus maletas para teletrabajar en otro país más soleado y con menos restricciones sanitarias. La tendencia concierne principalmente a los trabajadores nómadas de los sectores digitales. Los denominados ‘digital nomads’.
Y según sitios especializados, las islas Canarias son uno de los destinos más favorable para el trabajo a distancia.
El francés David Souto abandonó por ejemplo su exiguo departamento parisino para mudarse a la isla canaria de Tenerife, donde los restaurantes siguen abiertos y donde el sol brilla todo el año. Con el cierre de los cafés y de las actividades, deportivas y de entretenimiento por la disaster sanitaria, la capital francesa, donde residía David Souto ha perdido su atractivo. Desde que inició la pandemia hace un año, este encargado de ventas de una consultoría nunca ha vuelto a pisar su oficina. Empezó a teletrabar hace 6 meses y cuando en Francia se supo que las restricciones iban a durar durante un tiempo indefinido, Souto revisó el mapa de la epidemia y de las restricciones. “Nunca pensé que iría a Canarias. En mi mente, era un destino de turistas mayores con grandes hoteles. Pero aquí los restaurantes y los bares están abiertos. Hay un toque de queda a las 11 de la noche. Entonces tengo un sentimiento de libertad mejor que en cualquier otro lugar de Europa.”
Al ser francés, Souto pudo viajar libremente a Canarias que pertenecen al espacio Schenguen, siendo territorio español. Solo necesitó un take a look at PCR negativo. Y ahora trabaja desde su terraza, cerca del mar.
El desfase horario le obliga a levantarse una hora más temprano que en Francia pero a partir de la 5 pm, puede gozar del sol de la isla. “Me siento mucho más involucrado en mi trabajo”, afirma.
La pandemia ha cambiado radicalmente el estilo de vida de Marika Lafond también. Junto con su cónyugue, esta quebecquense trasladó su actividad de coach deportiva de la realidad al mundo digital. Huyó de las restricciones sanitarias de Canadá para instalarse en el Caribe mexicano y dar entrenamientos filmados desde las blancas playas de enviornment.
“Ofrecemos servicio de teaching y tenemos una tienda digital de productos alimentarios deportivos. Trabajábamos en un gimnasio de la región de Montreal en Quebec. Y cuando el gobierno cerró los gimnasios por la pandemia, nos dijimos que teníamos que seguir trabajando, entonces hicimos un viraje digital. Y al tener esa libertad geográfica, optamos por ir a un país con un clima más caliente. Nuestro gobierno hablaba de cancelar la navidad y las fiestas, ¡lo único que nos gusta del invierno en Quebec!”, cuenta Marika Lafond a RFI desde el estado mexicano de Quintana Roo.
“No nos veíamos quedarnos en Quebec con todas las restricciones, sin ver a nuestros amigos y nuestra familia, se hablaba de un posible toque de queda. Entonces miramos el mapa de las restricciones en los diferentes países y vimos que en México había precauciones, con toma de temperatura y test accesibles, entonces nos fuimos dos meses a Cancún. Ahora estamos en Playa del Carmen y luego iremos a Mérida”, agrega Lafond.
La pareja se acostumbró rápido a su nuevo entorno laboral que tiene aires de balneario: “las palmeras, la playa, el calor, el sol, la piscina y la fruta fresca…Para nosotros México y el trópico es sinónimo de vacaciones. Entonces nos tomó un mes para entender que teníamos que mantener un horario regular”.
La thought de trabajar remotamente desde una hamaca, lejos de su ciudad de origen no es nueva. Algunos como Brittnee Bond, una estadunidense que trabaja entre otras cosas como asesora en criptomonedas es una de estas nómadas digitales. Lleva cinco años fuera de su california natal trabajando desde Tailandia, país donde decidió pasar el periodo el confinamiento.
“Chiang Mai, una ciudad del norte de Tailandia, es considerada por muchos como la meca de los nómadas digitales. Muchos de ellos inician su ruta allá porque es barato, mucha gente habla inglés y hay una gran comunidad de nómadas digitales. Yo vivía allá, pero tiene un problema de contaminación del aire, entonces decidí mudarme a la isla de Koh Pha Ngan y llevo alrededor de un año aquí” cube la estadounidense a RFI, en conversación por Whatsapp desde Koh Pha Ngan, una isla paradisíaca del sur de Tailandia.
Bond observa que el destino que eligió para trabajar “se está convirtiendo en un lugar muy popular entre los nómadas digitales” desde que el sitio net Nomadlist.com sobre los mejores destinos para nómadas digitales colocó la isla de Kho Pha Ngan en el número 1 en el rating mundial de los mejores destinos el año pasado.
“Todos los que están Tailandia están llegando aquí por la calidad de vida. No hay realmente cuarentena. Tuvimos un toque de queda nocturno, pero todo estaba regular. En junio tuvimos un pageant de música. La isla es conocida por eso, y por sus retiros de yoga. Estoy muy agradecida de estar aquí, tengo una vida regular mientras que mis amigos de otros países siguen confinados”, cuenta Brittnee Bond.
Costa Rica es otro de los destinos que seduce a los nómadas digitales por su calidad de vida. Con su amiga Klervi Drouglazet, la francesa Léa Morillon abrió un espacio de trabajo compartido, un coworking en Sámara, una playa de ensueño en el noroeste de Costa Rica. “Tenemos aire acondicionado y una buena conectividad a la purple con fibra óptica”, cuenta Léa Morillon. Las oficinas, diseñadas para nómadas digitales se llenaron de extranjeros sobre todo europeos y norteamericanos. “Se puede entrar en Costa Rica sin take a look at PCR y todos los restaurantes están abiertos. Varios europeos que estaban aquí de vacaciones se han quedado. Y pandemia o no, aquí vivimos la pura vida”, se alegra la francesa, que goza de la naturaleza, de la estabilidad política y de las infraestructuras de conectividad de Web de alta velocidad.
Ante el auge del teletrabajo, varios países adaptan su legislación para atraer a los nómadas digitales con altos ingresos. En diciembre, un grupo de diputados costarricenses presentó una iniciativa de ley para crear una nueva visa especial destinada a esta categoría de migrantes temporales, mitad turistas, mitad trabajadores. Tendrán que justificar un ingreso de 5000 dólares mensuales y podrán quedarse un año en el país. Otros países ya disponen de este tipo de visas como Estonia. Desde agosto pasado, si usted trabaja en línea y quiere instalarse en este país báltico, puede obtener una residencia de 1 año, eso sí, comprobando ingresos de al menos 3500 euros mensuales.
Marika, coach deportiva, admite que emigrar temporalmente para trabajar de forma remota es un privilegio que no todo el mundo se puede permitir: “Es importante tener unos ahorros. Nosotros vendimos uno de nuestras casas, lo que nos aseguró tener una seguridad financiera en caso de que nuestro viraje digital fracasara. Y para la gente que están en teletrabajo y que quieren emigrar, expatriarse y trabajar remotamente en un país como México, les recomiendo tener un buen plan de Web móvil para poder conectarse en caso de que el wi fi no funcione”, comenta.
Lo cierto es que el auge del teletrabajo a veces en países remotos, podría cambiar de forma duradera las relaciones laborales. Algunos teletrabajadores ya piensan prolongar de forma indefinida su estancia en el extranjero.
En paralelo, algunas empresas se ahorran gastos de mantenimiento de las oficinas. Investigadores de la Deutsche Financial institution de Alemania recomiendan incluso crear un impuesto para los teletrabajadores voluntarios, argumentando que generaría ingresos para los trabajadores de primera línea que sí tienen que trabajar de forma presencial.
” Fuentes www.rfi.fr ”