Lucía Santiago
Madrid, 1 mar (EFE).- La relación entre Mark Krikorian y Deyna Castellanos sigue viva, pese a los 7.129 kilómetros que separan la ciudad estadounidense de Tallahassee de Madrid. Entre ellos es recurring el intercambio de llamadas, mensajes y confidencias. “Si no hablamos en dos semanas, me echa la bronca”, bromea la futbolista del Atlético de Madrid.
La atacante venezolana considera a su mentor en la Universidad de Florida State (FSU) “un padre”, además de un gran entrenador. Junto a él quemó su etapa colegial, entre los 16 y los 20 años de edad, gracias a una beca que Guillermo Zamarripa, la persona que le ayudó a tramitarla, cifra en unos 70.000 dólares anuales.
La primera vez que Deyna Castellanos y el socio-fundador de The Advertising and marketing Jersey se conocieron en persona fue, precisamente, en Estados Unidos, durante un ‘tour’ por universidades. Entonces no podía firmarla como agente, pero empezaron a construir los cimientos de su desarrollo académico y deportivo, culminado en enero de 2020 con la firma de su primer contrato profesional con el Atlético de Madrid.
Con 16 años, él le recomendó aparcar todas las ofertas que ya tenía y centrarse en su educación.
“Sabía que un programa de estudios en Estados Unidos le iba a brindar todas las herramientas que son necesarias para crecer como persona y como futbolista. El dinero y el contrato como profesional iban a llegar después, cuando estuviese mucho más preparada para afrontarlo. Así fue justo lo que ocurrió. Deyna hasta que llega a colegial, toda la vida había jugado con hombres. No había estado nunca en un equipo femenino, a excepción de la selección venezolana. Fuera de esos espacios de concentración con Venezuela nunca había estado en un entorno competitivo con otras mujeres. En Florida State, de pronto, se encuentra con seleccionadas de diez nacionalidades distintas, con un nivel altísimo y con un entrenador que ha manejado a las estrellas de Estados Unidos porque Mark Krikorian ha sido durante mucho tiempo parte de la estructura de US Soccer. Es uno de los entrenadores más respetados y no le intimida una personalidad como la de Deyna. Tiene el carácter perfecto para apoyar a Deyna, porque ella no necesitaba a nadie que le dijera que era la mejor del mundo; sino a alguien que le dijese que no había conseguido nada”, detalla Zamarripa.
Krikorian recuerda en declaraciones a EFE que “Deyna era joven en comparación con las otras jugadoras” cuando llegó a Tallahassee.
“Sin embargo, para tener 16 años, era bastante madura. Desde el principio tuve claro que era extremadamente brillante, pero su inglés necesitaba algo de trabajo”, apostilla.
A través del balón desafiaron la barrera del idioma y tejieron una afinidad que perdura un año después de la partida de Deyna Castellanos a España.
“Más que mi entrenador, Mark es como mi padre. Me ha enseñado muchísimas cosas del fútbol y de la vida. Me enseñó, sobre todo, a ser una mejor compañera”, rememora la jugadora rojiblanca en una entrevista a EFE.
Coincide Mark Krikorian en que todo el profesorado de la Universidad de Florida State se propuso “ayudar a Deyna en muchas áreas de su desarrollo”. “Algunas en el campo; muchas otras, fuera de la cancha. Sabíamos que tenía un gran talento y que había muchas expectativas y presiones sobre ella. Mi objetivo era ayudarla a comprender cómo manejar la presión y convertirse en la mejor compañera de equipo posible, al mismo tiempo que mejoraba sus cualidades individuales. Ella no era como cualquier otro atleta universitario de Estados Unidos. Tuvo que encontrar el equilibrio entre ser una heroína nacional en Venezuela, con más de un millón de seguidores en Instagram, con el hecho de ser una estudiante universitaria, competir con su selección nacional y con FSU”, remarca el técnico estadounidense.
Él admiró enseguida en la futbolista de Maracay su “visión maravillosa de juego” y “su capacidad para marcar goles”. A todo ello, según destaca, Deyna suma “calidad técnica y conocimientos tácticos”.
“Como jugadora de fútbol, creo que Deyna mejoró en todas las áreas del juego durante su tiempo aquí. Es extremadamente fácil de entrenar y está dispuesta a escuchar y aprender. Diría que llegó a Tallahassee siendo una jugadora joven con un tremendo potencial; y se fue de aquí siendo una jugadora más sofisticada, más madura y lista para ser una jugadora profesional. En Tallahassee pudo crecer dentro y fuera del campo y desarrollar cualidades de liderazgo que la acompañarán durante el resto de su vida. Además, pudo obtener una educación universitaria, ayudarnos a ganar el Campeonato Nacional en 2018 y hacer amigos para toda la vida”, subraya convencido de que Deyna Castellanos “tendrá nuevamente la oportunidad de compartir escenario con otras grandes jugadoras en una gala de premios de la FIFA”.
“Nadie sabe lo que depara el futuro, pero yo estoy deseando ver a Deyna seguir haciendo grandes cosas en el escenario mundial (…) y, por supuesto, me encantaría verla de vuelta en los Estados Unidos, jugando en la NWSL algún día. Tiene tanto que ofrecer que cualquiera de los equipos de la NWSL tendría suerte de tenerla”, manifiesta.
“LOS ÉXITOS DE DEYNA LOS DISFRUTAMOS MUCHÍSIMO”
En cierto modo, Deyna Castellanos pudo refugiarse en Tallahassee del ‘growth’ que supuso su actuación en el Mundial sub-17 de Costa Rica 2014, amplificado dos años más tarde, en la cita mundialista de Jordania.
“Aunque en cierta manera veníamos trabajando para eso, cuando llega realmente no sabes cómo actuar frente a la fama y el reconocimiento”, apunta Irene, la madre de la futbolista.
“Poco a poco nos fuimos acostumbrando y la hemos ayudado manteniendo la normalidad en casa. Ella también ha puesto de su parte. Siempre ha sido muy obediente y nos ha escuchado cada vez que le hemos aconsejado algo”, remarca.
La decisión de partir a Estados Unidos, según desvela en una conversación con EFE, ya estaba meditada en su casa.
“Desde niña lo había planeado y era lo que deseábamos. Entendíamos que era lo mejor para ella y que con eso iba a terminar de crecer como jugadora y como persona. Gracias a Dios, Deyna es muy fuerte y tiene una gran capacidad de adaptación, lo que la ha ayudado muchísimo a afrontar su nueva vida”, apunta su progenitora, orgullosa por “sus logros como futbolista”, por su “crecimiento como persona” y por su “sana ambición de siempre querer ir por más y mejorar”. “Eso es lo que nos llena más de orgullo a todos nosotros”, apostilla.
“Para la familia ver que juega en Europa y que un club como el Atlético de Madrid, uno de los más importantes de España, la haya contratado es una de las mejores cosas que nos ha podido ocurrir. Es ver recompensados todos esos años de trabajo. Aparte es una catapulta para nuevas y grandes cosas que sabemos que serán beneficiosas para su carrera. A pesar de la distancia que nos separa de ella, los éxitos de Deyna los disfrutamos muchísimo”, indica.
Toda la familia, desde Venezuela, guarda un firme deseo. “Nos gustaría que pueda llegar a un Mundial de mayores con la selección; si es posible que alcancemos la copa y, además, que sea la mejor jugadora del mundo. Otra cosa que siempre hemos hablado es que pueda dejar una huella para otras chicas. Los sueños sí se pueden lograr. Si trabajas por eso y te mantienes firme, puedes lograr tus sueños y alcanzar todos tus objetivos”, afirma la madre de la futbolista. EFE
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