Hace un año, David Abel y su esposa Sally soportaron la interminable cuarentena del “Diamond Princess”, un transatlántico bloqueado frente a las costas de Japón a causa del coronavirus. Pero hoy están ansiosos por volver a hacer un crucero.
Al igual que otros 700 pasajeros, esta pareja británica resultó contagiada en el paquebote, donde se registraron 13 fallecimientos y fue sometido a una cuarentena por las autoridades japonesas.
“Estamos impacientes por volver al mar”, dijo Abel este mes en su página de YouTube, explicando que ya ha reservado cinco cruceros para el 2021-2022.
El sector mundial de los cruceros cuenta con una clientela entusiasta que quiere volver al agua tras una larga pausa forzada por la pandemia.
Los analistas no esperan una vuelta a la actividad regular hasta el segundo semestre del 2021, como muy pronto. Pero ya se ven signos de recuperación, con un aumento de las reservas a medida que aumentan las vacunaciones en todo el mundo.
“Muchos aficionados a los cruceros son reacios a reservar en este momento, y lo entiendo perfectamente”, cube Abel. Sin embargo, cree que serán “una de las formas más seguras de vacaciones” en el mundo post-pandémico.
Una experiencia irreal
Cuando el 3 de febrero de 2020 el “Diamond Princess” llegó al puerto de Yokohama, cerca de Tokio, nadie sabían las pruebas que iba a pasar.
En ese momento, el nuevo coronavirus había causado oficialmente 425 muertes, todas ellas en China, y la epidemia parecía lejana para el resto del mundo.
En Japón se habían registrado 20 casos de infección, y las restricciones de acceso al país solo afectaban a los viajeros procedentes de la provincia china de Hubei, donde la epidemia comenzó a finales del 2019 en la metrópoli de Wuhan.
Unos días antes, un pasajero del “Diamond Princess” había dado positivo tras desembarcar en Hong Kong. Por eso el 4 de febrero, las autoridades japonesas decidieron poner en cuarentena el barco, con sus 2,666 pasajeros y 1,045 tripulantes.
Las pruebas realizadas laboriosamente con los primeros dispositivos de diagnóstico del COVID-19, que no siempre eran fiables, revelaron el alcance de la disaster sanitaria a bordo, a pesar del confinamiento de los pasajeros en sus camarotes.
La experiencia fue “increíblemente irreal”, dijo Sarah Arana, una trabajadora social estadounidense de 54 años, que afirma no tener “ningún remordimiento” porque pudo ser testigo de los inicios de la lucha contra la futura pandemia.
Un año después, los cruceros están bajo fuertes restricciones. Canadá los ha prohibido en sus aguas hasta febrero del 2022, y Estados Unidos aconseja no embarcarse.
Sin embargo, las autoridades sanitarias estadounidenses emitieron normas para permitir su reanudación gradual, exigiendo que los barcos tengan un laboratorio a bordo para analizar a los pasajeros, exigiendo el uso de máscaras y limitando los viajes a siete días.
Reanudación de las reservas
Por ello, muchas compañías siguen con sus barcos atracados. Carnival Cruises y Norwegian Cruise Line esperan reanudar su actividad en abril y mayo, respectivamente.
Hay motivos para la esperanza, señala Patrick Pourbaix, director basic para Francia, Bélgica y Luxemburgo de MSC Croisières, que relanzó sus viajes por el Mediterráneo ya en agosto pasado.
Las reservas en todo el mundo han vuelto al 60% de los niveles anteriores a la pandemia para este verano y al 80% para el invierno del 2021-2022. “No es brillante, pero no es catastrófico”, cube Pourbaix.
Un antiguo tripulante filipino del “Diamond Princess”, que quiere permanecer en el anonimato, declaró que está deseando volver a trabajar a pesar de su traumática experiencia.
“Sabíamos que el virus se estaba propagando, pero nos pidieron que trabajáramos. Estábamos muy asustados”, recuerda”.
Sin embargo, estar sin trabajar desde entonces ha sido “muy difícil y estresante” y cree que las compañías ahora garantizarán la seguridad de las tripulaciones.
Matthew Smith, un abogado estadounidense, y su esposa tienen recuerdos muy diferentes de su crucero en el barco: una “experiencia muy desafortunada” para ella pero “una aventura única” para él.
Por su parte Sarah Arana jura que no volverá a pisar un crucero. Pero tras su cuarentena a bordo, ofrece este consejo a los futuros pasajeros: “¡Elijan un camarote con balcón!”
” Fuentes gestion.pe ”