El lujo ha cambiado con los años, pero las bases son las mismas: despreocuparse, entregarse a recibir, catar con gusto el alimento y no mirar en exceso los relojes. La hotelería, en este sentido, también ha variado. El último giro radical vino motivado quizá por la pandemia del COVID-19. Si la apertura de pequeños hoteles boutique eran una tendencia al alza para tratar de acoger un turismo de manera sostenible, la naturaleza cobró aún más importancia cuando nos vimos encerrados en casa. Le planteamos, en este sentido, una escapada. O múltiples.
Por supuesto, lo hacemos por la provincia de Sevilla. Si los campos andaluces proponen un pasaje, aunque variado, característico, los campos sevillanos entran en esta gama cromática para colear de tonos pajizos la paleta. Campos de secano los de la campiña, aquello de Juan Roldán. Pero también campos de arroz, los que se reparten por las lindes del Guadalquivir. Por ejemplo, los de Carmen Laffón, que se detienen en Sanlúcar. Campos verdes, en la Sierra Norte. Con extensiones infinitas, las del Parador de Mairena, y rutas con encanto.
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Por la provincia se reparten más de una treintena de fincas en las que podemos hospedarnos, con precios ta variados como las comodidades que albergan. Este matiz es importante: a cierto turismo rural, con caseríos de patios empedrados, cocinas honestamente viejas y cuadras para los caballos, le han salido piscinas climatizadas, gimnasios y jacuzis. Toda una oferta para ofrecer los dos lados amables de la moneda del lujo.
Si busca un fin de semana con amigos o una cita romántica. Si la cita, todo rodeado de pequeños, se ha vuelto familiar, o si en camino viene la familia y se trata de todo un convite, existen, como mencionamos, numerosas opciones. La Hacienda de Orán, por ejemplo, es una de las más populares. Cerca de Utrera y de Los Palacios y Villafranca, y con un edificio del siglo XVII de paredes encaladas, ofrece también rutas a caballo, piscina exterior y otras comodidades. Su pasado guarda estrecha relación con el olivar, aunque desde 1998 se abrió al público.
Cambiemos drásticamente de paisaje: Los Pozos de las Nieve, Constantina, siglo XVII. Los árboles abrazan un edificio de origen industrial. En 2006, el ayuntamiento recibe todos los elogios por su restauración. Queda dividido en cinco apartamentos encantadores, sembrando así un secreto a voces en plena Sierra Morena. Y con piscina, claro. Y con de todo, que se diría, en un terreno de 70.000 metros cuadrados de árbol autóctono.
En Cazalla de la Sierra, el Cortijo Trasierra, Riscos Altos, Las Navazuelas y la Hospedería Monasterio de La Cartuja siguen esta línea. Las suites y habitaciones de este último son celdas reconvertidas. Originalmente, se construyeron en 1416 por la órden Jerónima. Todo el edificio, con un carácter monumental que sobrecoge entre la nada que plantea el campo, es del siglo XV, de ahí el recogimiento al que invita.
Los paseos a caballo en la Hacienda Cantalapiedra copan tardes y mañanas. El complejo hotelero, en el municipio de El Ronquillo, cuenta con patios, grandes salones para celebraciones e incluso una pequeña plaza de toros en funcionamiento, en la que tienen lugar tientas y capeas, como la Hacienda Santa Ana, en Carmona.
En Estepa, La Cañada Casas Rurales se distribuyen próximas unas a otras. Para alquilar de forma individual o para alquilarlas todas si somos un grupo numeroso de amigos. Son excelentes para el verano, pues la zona de la piscina, cruzada por un puente de ensueño, se aproxima en sus intenciones a una playa natural.
Finalmente, apuntamos otras fincas, cortijos y haciendas imprescindibles en la provincia como El Esparragal y San Felipe, ambos en Gerena; Torre de la Reina, en Guillena; y Dos Olivos, en Aznalcázar. Sevilla más allá de lo evidente. Entre raíces, piedras y claustros en los que festejar.
” Fuentes sevilla.abc.es ”