Prueba y error. Los viajes en familia suelen funcionar así. Nada está escrito y aventurarse a salir de casa para empujar los límites de la rutina siempre va con sorpresa incluida. Como no podía ser de otra forma, los destinos que escogemos juegan también un papel vital en cada escapada, muchas veces convirtiéndose en los responsables de que todo salga sobre ruedas… o no.
Que si un transporte público eficiente, que si un hotel que sea céntrico y a la vez amigable con los más pequeños de la casa, que si aquí o allá te verán mal en un restaurante por cenar pronto (o a deshoras) con un niño encaramado en la silla (o en la mesa, depende de la actividad que tenga cada uno). Todo suma y todo quita. Especialmente en el tema del ocio, porque, cuando una ciudad se niega a integrar a niños y a adolescentes en su oferta cultural, poco margen deja a padres para planear actividades que tengan a toda la familia ocupada. Y feliz.
¿Cuál es la mejor ciudad del mundo para viajar con niños? La respuesta se juega muchas famas pero, sin duda alguna, en el listado entraría de cabeza Copenhague. Porque la ciudad lo tiene todo: una cultura (y estructura) en la que las bicicletas mandan, una propuesta gastronómica apta para todos los públicos (Copenhague con niños permite moverse entre opciones más económicas para que el bolsillo no sufra) y hasta la posibilidad de moverte como pez en el agua por toda la ciudad gracias a la famosa Copenhagen Card, capaz de brindarte acceso a más de 80 museos, experiencias y transporte gratuito desde el momento que aterrizas en la capital danesa. Metro, bus, bus acuático y trenes incluidos. ¿Vamos?
” Fuentes www.traveler.es ”