Se acerca el mes de junio y en muy poco tiempo llegará la temporada veraniega, esa fase del año que familias, parejas y amigos eligen para llevar a cabo uno de esos viajes que recordarán durante toda la vida. La revista National Geographic, en su sección de viajes y destinos, poco el foco en la basta geografía española y sus numerosos pueblos con encanto. Entre todos ellos hacen una selección de los 100 mejores pueblos que visitar durante el verano donde aparece dos de la provincia de Málaga: Frigiliana y Casares.
Frigiliana es rara la vez que no aparece en uno de estos listados. Es sin duda una de los municipios con más encanto. Ya sea por sus calles, que la convierten en otra encantadora ubicación al este de la provincia. “Tierra de luz radiante y suelo fértil, La Axarquía se extiende en el oriente de la provincia de Málaga, entre el Mediterráneo y las sierra de Alhama, Tejeda y Almijara. Sus lomas están salpicadas de luminosos pueblos blancos y en ellas crecen la vid, el olivo y el almendro, junto a especies tropicales como la chirimoya, el mango y el aguacate introducidos en las últimas décadas. La generosidad de este territorio hizo que en él se asentaran diversas culturas a lo largo de la historia”, dice National Geographic.
Las calles estrechas, empinadas y zigzagueantes de Frigiliana son un reflejo de su pasado, de lo que fue y de todas las culturas que pasaron en su día por ella, también su gastronomía, mediterránea y rica, con variedad y sorpresas. Uno de sus puntos claves es sin lugar a duda la iglesia de San Antonio, “cuyo campanario es el alminar de una anterior mezquita”, destacan. “El Barribarto, su núcleo antiguo, invita a pasear por calles de paredes encaladas adornadas con tiestos de flores, mientras se descubren escalinatas, pasadizos y patios escondidos, y rincones con azulejos que narran historias y leyendas locales”, sentencia la revista sobre uno de sus destinos rurales de este verano.
Al oeste de la provincia de Málaga emerge sobre la montaña uno de los pueblos blancos más bonitos de todos, Casares. Sus calles estrechas y empinadas, sus casas uniformes y superpuestas, encaladas unas con otras, confieren al lugar una de esas visitas obligadas para este verano como señala National Geographic: “Este coqueto pueblo blanco malagueño es la cuna del andalucismo, pues fue el lugar de nacimiento del político, ideólogo y escritor Blas Infante en 1885”.
Casares guarda mucha historia. Fue un gran reducto defensivo del reino Nazarí allá por el siglo XIII, cuando se construyó el castillo de Casares: “Por sus estrechas y serpenteantes cuestas centenarias, además de llegar al hogar donde el personaje pasó sus primeros años, se sube hasta el castillo de Casares. Coronando lo alto de la colina, esta fortaleza fue creada como bastión defensivo; sus murallas, que delimitaban la extensión de Casares, son uno de los pocos vestigios que se conservan en pie, así como alguna torre del alcázar y dos imponentes arcos –el de la Villa y el de Arrabal–, que servían de acceso al castillo”.
“La iglesia de la Encarnación, que presume de campanario de influencia mudéjar, el templo parroquial de San Sebastián, en cuyo interior descansa la imagen de Nuestra Señora Del Rosario Del Campo –patrona de Casares– y la pintoresca ermita de Veracruz son otros de los atractivos del pueblo”, destacan desde la revista sobre Casares, de la que alaban también sus miradores, privilegiados de la zona.
” Fuentes www.malagahoy.es ”