Laponia Finlandesa, año 2019. Un grupo de personas camina en la oscuridad por una zona salvaje, en busca de auroras boreales. Entre ellos, Gonzalo Fueyo, fotógrafo y diseñador gráfico asturiano, natural de L´Entregu. De repente, la guía de la excursión se detiene, sin mediar palabra. Y, de manera tranquila, acuclillada a la orilla de un río, amontona con maestría unos cuantos palos secos, enciende una hoguera y prepara un café, riquísimo, que ofrece junto a pasteles. Ahí fue donde empezó todo.
Cuenta Gonzalo que el aroma y el calor emanante de la bebida contribuyeron a un silencio y a una calma extraordinarios, creando un ambiente de paz que le cautivó por completo. Cuenta que los primeros sorbos le transportaron a casa, a los ratos de merienda con su abuela, junto a la cocina de carbón. Que aquel instante le inspiró: por lo cálido, por lo acogedor. Y que allí, «perdido» en alguna parte de la región más septentrional de Finlandia, buscando luces de colores en un cielo nocturno, fue cuando decidió que –al regresar a Asturias- iba a dedicarse a organizar viajes inversivos, diferentes, por su tierrina del alma. Eso sí, iban a ser viajes basados en cuatro pilares fundamentales: la fotografía, la naturaleza, el norte y las pausas para «tomar un cafetín».
Han pasado cinco años y una pandemia desde entonces y aquella idea surgida en algún lugar de Finlandia hoy es ya toda una realidad con nombre propio: MaderadeCafé. Un proyecto diferente, que se desarrolla la mayor parte del tiempo en Asturias y que, un par de veces al año, se desplaza todavía más al norte. Eso sí, la misión de MaderadeCafé siempre es la misma: enseñar fotografía, mostrar una forma de viajar (y mirar) distinta, y conseguir retratar los instantes, en vez de los lugares.
«Nuestros viajes son periplos para sentir, para contar historias con una cámara, para encontrar inspiración… Nuestra misión es enseñar y aficionar a la fotografía de forma natural y sencilla, sin grandes tecnicismos. Aprendemos teoría y el manejo básico de una cámara mientras vivimos una aventura dedicada a sentir, a crear instantes de conexión con lo natural. Buscamos afinar las emociones y, desde ahí, conseguir LA foto, esa que es capaz de trasmitir lo que estás viendo y sintiendo; esa que te devolverá a ese instante cuando la mires» – explica Gonzalo hablando rápido, con un marcado y cantarín acento asturiano, completamente convencido de que, despojándose de presiones y viviendo el presente y la emoción que se desprende de cada paso en los viajes, cualquiera que tenga una cámara de fotos podrá captar esos instantes y hacer una gran foto, de forma sencilla.
«Todas las personas que viajan con nosotros se olvidan que llevan una cámara y, aun así, consiguen aprender fotografía y hacer capturas espectaculares. Y da igual la cámara que tengas, en serio, no se trata de eso. Se trata de ver el mundo. Se trata de cómo pasas por los sitios. De si quieres marcar una X en el mapa o en el corazón. Se trata de viajar o, simplemente ir. Se trata de entender que allá dónde viajas hay unas costumbres y un modo de vida y que el mejor museo es vivir como ellos. Se trata de captar historias… y eso no lo hace una cámara. Lo hace la persona que dispara una cámara con el corazón».
La clave, pues, está en enseñar otra forma de vivir los viajes. Sintiendo los lugares de manera intensa, desde el respeto, la comprensión y la conexión con el sitio. Poniendo en valor los lugares así como sus enseñanzas y los recuerdos únicos que dejan en el corazón de cada persona, extrayendo tantas historias, tantos puntos de vista, tantos instantes mágicos y especiales como gente aventurándose a conocerlos.
«Todas nuestras propuestas, tanto dentro como fuera de Asturias, tienen un trasfondo más allá del taller fotográfico. Diseñamos recorridos, retiros, viajes, experiencias…que siempre van a conocer sitios con «algo». Lugares con alma. En ellos es donde encontramos el entorno perfecto para crear recuerdos y buenas fotos y, además, aprovechamos para acercarlos y que se conozcan de verdad. Es decir, que no se trata sólo de ir a un paisaje. Se trata de abrazar el lugar, mirarlo desde el respeto, inhalar todo lo que desprende, comprenderlo para luego trasmitirlo, vivirlo y dejar que despierte en cada persona lo que tiene que despertarse para convertir el viaje en inolvidable», continua explicando Gonzalo.
Komorebi, un retiro al Meicin, Islandia y mucho más
Con todo ello, la propuesta diseñada por MaderadeCafé es amplia y sugerente: talleres de uno, dos o varios días que tienen lugar en paisajes asturianos tan míticos y especiales como las Ubiñas, Redes o los Picos de Europa. Eso sí, lejos de masificaciones. Y con una programación pensada para sentir intenso y fotografiar bonito: todo ideado para hacer las experiencias profundas y sencillas, sin complicaciones ni esfuerzos.
Además, las colaboraciones con proyectos afines (de los que también buscan enseñar, nutrir el alma y poner en valor los lugares) son otra constante en su programa, dibujado para regalar algo más que nociones fotográficas o el acompañamiento hasta un sitio concreto. Para muestra, sus próximos talleres a la vista: uno en el Parque Natural de Redes, llamado »Komorebi «, que tendrá lugar este sábado 27 de mayo. Y otro, la semana siguiente, el primer fin de semana de junio, con forma de retiro fotográfico en el refugio del Meicin:
«El taller de este sábado, junto a Terix Biointerpretación, es una aventura de un día para bucear en los bosques y en esa luz única que los viste. Para aprender a mirar y ver qué hay en ellos, conocer a sus habitantes y mil cosas más relacionadas con sentir la naturaleza. Ellos guiarán, mostrando los secretos del bosque, y yo hablaré de fotografía, de cómo contar historias con ella, de cómo manejar una cámara en la montaña o durante un viaje…«
«Luego, el fin de semana del 3 y 4 de junio vamos a dormir al refugio del Meicin para aprender y hablar de fotos, hacer fotografía nocturna, «perdernos» por la zona haciendo rutas…y también conocer a Tania y a Gumo, los guardas del sitio, que participarán acercándonos la esencia de esos montes o cómo es vivir ahí, a 1550 metros de altitud gestionando un refugio de alta montaña…» arguye, sin perder jamás ese toque romántico que le brota cuando habla de sus pasiones, su labor en MaderadeCafé o los lugares que escoge para desarrollar su proyecto.
Después, vendrán más destinos. Algunos muy lejanos, como Islandia :un lugar que conoce muy bien y al que se irá en verano acompañando a 8 personas para vivir una experiencia muy especial, diferente y transformadora. Otros, aquí al lado: como los Picos de Europa y el Parque Natural de Redes, sitios insignia en los que Gonzalo conoce los recovecos perfectos para ayudar a encontrar la inspiración, la tranquilidad y las emociones exactas que se necesitan para crear la experiencia y la foto perfectas. Y todo ello, claro, regado con aromas y gusto a café; la misma bebida que hizo que este proyecto naciera. La misma que acompaña en todas las experiencias diseñadas por este asturiano:
«El café es una excusa. A mí me encanta y siempre me parece buen momento para tomar uno pero, desde luego, no es una condición sine qua non para vivir nuestros talleres. Más bien es un adorno o un complemento ideal en nuestra manera de enseñar foto. Un pretexto para mostrar que hay otra forma de percibir, vivir y captar los lugares», afirma.
Queda claro: MaderadeCafé es un proyecto que ofrece otra forma de captar, percibir y vivir los lugares. Eso sí, siempre con el norte enfocado en el visor, con la fotografía de instantes como bandera, con la naturaleza como escenario…y (siempre) con tiempo para pararse un rato y tomar un respiro saboreando el sitio (y un buen café).
Para localizarlo, y apuntarse a vivir una de sus experiencias, basta con entrar en sus redes sociales (@maderadecafe), en las que se pueden ver las preciosas capturas de instantes que recopila a lo largo de sus periplos y contactar con él para más información.
” Fuentes www.elcomercio.es ”