Si algo está quedando claro a nivel turístico es que 2023 se está convirtiendo en el año de la recuperación. Pese al golpe inflacionario acrecentado desde la guerra en Ucrania, las ganas de viajar parece que no han menguado y muchos ciudadanos apostarán, especialmente este verano, por preparar sus maletas y viajar dentro y fuera de las fronteras españolas. Y ello pese a que, en relación al pasado año, un factor determinante como el precio de los vuelos se ha encarecido considerablemente, en valores que diversos actores del sector estiman por encima incluso del 30 % de cara a esta temporada estival.
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Es lo que detectaba ya hace meses un buscador de viajes como Kayak, que cifraba esta subida hasta en el 37 % debido al incremento de la demanda respecto al mismo periodo de 2022. Es una estimación a la que también apunta, consultada por este diario, la vicepresidenta de la Confederación Española de Agencias de Viaje (CEAV), Eva Blasco, quien destaca que para el verano se pueden estar produciendo “subidas, dependiendo de las rutas, de hasta un 30 %”. Este impacto al alza se estaría produciendo, especialmente, en las rutas intercontinentales hacia destinos de Latinoamérica o Asia, donde enfatiza que todavía no se ha “recuperado” la capacidad aérea previa a la pandemia.
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Y esta situación está provocando que la apuesta por billetes que tradicionalmente ya son más caros se reduzca en favor de opciones de viaje más próximas. Porque ante unas ganas de viajar que no se reducen, “la gente dice de irse a un sitio más cercano”, sintetiza en esa línea Blasco, que aún así asegura que en los vuelos por Europa “las subidas también están siendo importantes”.
Compleja realidad
La subida del precio de los combustibles y la no recuperación de la capacidad aérea marca la subida de tarifas
Todo ello, no en vano, entronca con un sector aéreo que se enfrenta actualmente a una complicada mezcla de realidades. A esa no recuperada todavía capacidad aérea previa a la covid-19 -que ha derivado en que los fabricantes de aviones como Airbus o Boeing tengan amplios pedidos que irán saliendo en los próximos meses- se suma la subida inflacionaria, la crisis energética trasladada a unos combustibles -que representan entre el 25 % y el 30 % de los gastos de una compañía aérea- más caros y a esa demanda que, después de una pandemia que lastró los viajes, quiere recuperar por completo la normalidad turística.
Ante estas circunstancias y preguntadas sobre el alza de tarifas, fuentes de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) -patronal española del sector- se remitían a las estimaciones llevadas a cabo en abril por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que señalaba que en febrero los precios de los billetes en los países de la OCDE solo estaban ligeramente por encima de la inflación pero muy por abajo del encarecimiento de los combustibles.
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Además, apuntaban que el coste de un vuelo “lo determina la oferta y la demanda” y que tras un 2022 que aún estuvo marcado por las restricciones en algunos momentos y por unas tarifas aéreas “más bajas”, este año el turismo “se ha reactivado con fuerza y eso está ejerciendo presión sobre los precios”. “Son situaciones totalmente diferentes entre ambos años”, insistían.
El ‘boom’ turístico
Lo que está claro es que, más allá de precios, el ‘boom’ turístico en lo que va de año ya está siendo una realidad. Según revelaba ayer Turespaña, los aeródromos españoles recibieron un 34,9 % más de pasajeros en el primer cuatrimestre de este año que en el mismo periodo de 2022, un registro en el que el aeropuerto de Valencia se sitúa en los primeros puestos, con una mejora del 39,4 % para esos cuatro meses y el segundo mejor incremento entre los principales aeródromos de España en abril (24,6 %) solo superado por Ibiza (27 %). Un alza que no se prevé que pare en los próximos meses.
” Fuentes www.levante-emv.com ”