Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
10 may. 2023
El abundante y eterno optimismo de California impregnó casi todos los looks de la última colección crucero de Chanel, presentada en un frío martes, en el interior de la meca del cine moderno, los estudios Paramount Picture.
Una colección inspirada en el deporte activo y la moda playera que, sin embargo, fue toda una expresión de la moderna elegancia liberada de las estrellas de cine, mostrada ante un grupo de actrices galardonadas.
“California y América, de Jane Fonda a Cindy Crawford“, sonrió Viard, que salió a saludar con unos pantalones de jogging de lentejuelas plateadas.
El decorado era una astuta mezcla de varios deportes estadounidenses. Una enorme cancha de baloncesto, aunque por supuesto en blanco y negro. En el centro, un doble logo CC gigante; en los extremos, dos “Chanel” enormes; en las gradas, los marcadores LED, con París en una batalla de 23-24 con Los Ángeles.
Un cuarteto inicial de shorts, sujetadores deportivos y trajes de baño lucidos por modelos en buena forma, con largas melenas a lo Barbie, calcetines y zapatillas con plataforma. Muchas faldas y vestidos de cóctel brillantes, metálicos y de lentejuelas, combinados con chaquetas clásicas de bouclé, más cortas y estrechas, en tonos sorbete. El color más utilizado fue el rosa.
Viard también utilizó muchos trucos visuales, como las tablas de skate con el logotipo de CC y el top de pizarra blanca Number Five. Todo ello acompañado de fragmentos de bandas sonoras de películas. En un juego de palabras audible, se incluyó Restless, de Abel Korzeniowski, de Nocturnal Animals, el thriller neo noir dirigido por el ex diseñador Tom Ford.
Una producción brillantemente realizada por cortesía del productor Keith Baptista, en la que el decorado era una pantalla gigante que proyectaba alternativamente imágenes del atardecer y de la noche del centro de Los Ángeles, o videos gráficos en blanco y negro de chicas Chanel en medio de bulevares repletos de palmeras y árboles de magnolias.
Unos 900 invitados sentados en gradas ergonómicas, entrando entre dos grupos de manifestantes. Por un lado, una veintena de fans acérrimos de G-Dragon y K-Pop, algunos de ellos entre lágrimas. En el otro, miembros del Sindicato de Guionistas de América repartiendo panfletos en los que exigían un “trato justo… y salarios residuales por el contenido que crean”. Y pensábamos que solo los franceses hacían huelga.
En el interior, las estrellas del K-Pop ensalzaban lo mucho que “simplemente les encantaba” la colección, una de ellas vestida con un vestido de bouclé de lana, bordado con camelias blancas, corbata de seda roja sin anudar y gafas blancas dignas de Lina Wertmuller puestas al revés en la cabeza.
Sin embargo, el mayor protagonismo de los paparazzi se lo llevó Margot Robbie, con unos jeans Chanel de cintura alta, un escueto chaleco dorado hecho de relojes, medallas y monedas de oro de imitación y unos abdominales planos. La más elegante de la noche, Rose Byrne, con cuello de tortuga negro y falda de tul antracita plateada.
Sentadas no muy lejos de Elle Fanning, con chaleco de jacquard plateado; la recién casada Sofia Richie, con un blazer bouclé blanco y shorts; y Kristen Stewart, con un traje de pantalón de cuadros.
Después del desfile, Snoop Dogg interpretó un gran repertorio de sus clásicos, haciendo de DJ, antes de que Bruno Mars le acompañara en un par de duetos. Actuando detrás de una valla blanca de carreras, como las del cercano hipódromo de Santa Anita. Aunque el frío impropio de la estación hizo que el público saliera antes para una velada de Chanel. Pero al menos la lluvia dejó la ciudad verde, los árboles florecientes y los pájaros cantando.
Pocos diseñadores quieren tanto a sus modelos como Virginie Viard. Incluso mencionó el nombre de cada modelo a medida que aparecían en las pantallas LED, hasta el look final, en el que deseó ¡Feliz cumpleaños a Vivienne Rohner! Viard es como la hermana mayor que toda chica sueña tener.
Una de sus inspiraciones ha sido el cine de Agnès Varda, quien a veces ha sido descrita como la madre de La Nouvelle Vague, el revolucionario movimiento cinematográfico. Primera mujer en ganar un Oscar honorífico, Varda rodó cinco películas importantes en California, allá por los años 70 y finales de los 80, cuando el optimismo reinaba en la Costa Oeste.
Desde Black Panthers, un notable documental sobre el movimiento revolucionario con discursos incendiarios y apasionada oratoria de Huey P. Newton y Bobby Seale, hasta el documental bellamente grabado Uncle Yanco, sobre un tío redescubierto que vive y pinta en el paraíso boho alternativo de la comunidad de casas flotantes de Sausalito. O Murs Murs, un reportaje maravillosamente grabado sobre murales en Los Ángeles.
Había un ligero rastro de los murales de Venice Beach en la preciosa camisa a juego con estampado de flores tropicales y pantalones de harén. O de Uncle Yanco, en un ingenioso vestido de cóctel sesentero de encaje con gráficos de colores; o de vestidos de tubo con logos de colores y tops desgreñados.
De la elegancia de Sausalito al estilo de Melrose Avenue, un homenaje a Los Ángeles, y un triunfo casi sin esfuerzo para Viard, y Chanel.
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