Como un buen vino, la vida de Javier Rodríguez ha terminado siendo una travesía ‘redonda’. Ha dibujado un círculo perfecto hasta llegar a su último destino. Quién les iba a decir a aquellos dos emigrantes españoles -Nicasio y Mariluz-, que criar a su vástago en otro continente, en la Casablanca de los años 70, y con una educación ligada a la cultura francesa sería el etanol perfecto para que su hijo Javier pudiera emprender, en una nueva escala de su vida, uno de sus mejores viajes profesionales. Convertirse en el jefe de Operaciones de Las Colinas Golf and Country Club (Orihuela Costa – Alicante). Un comunidad residencial y deportiva que cumplió 11 años de exquisita existencia el pasado año y que nació con la leyenda bordada en su filosofía de atención con el cliente final, de ser ‘un mundo aparte’, en el Sureste español. Y lo es. Porque visitar Las Colinas supone una inmersión en el buen gusto, la excelencia y la experiencia plus, a pocos pasos del Mediterráneo.
Javier Rodríguez Pérez (Marruecos, 1969) supo muy pronto cuál era su mundo, sin saber por aquel entonces que le esperaba uno ‘aparte’. Aunque no empezaremos por el final de su historia. Tras concluir el bachillerato se matricula en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid (la familia viajó a la capital española en 1983) porque lo suyo «era vocacional. Tenía claro que lo que me apetecía era hacer disfrutar a la gente en cualquier momento; ya fuera pasando unas vacaciones en un hotel, como disfrutando de la gastronomía de un establecimiento». Javier se define por entonces «como un hombre de hotel» y fue precisamente la hotelería «quien me descubrió la gastronomía y el golf». Hablar tres idiomas -francés, español e inglés- también «me abrió muchas puertas», asegura este francófono orgulloso de sus orígenes, y cuando echa la vista atrás, «de la educación que me dieron mis padres. El francés me ha ayudado mucho a lo largo de mi carrera», agrega.
«De aquella crisis aprendimos que nada es eterno y que debemos estar preparados para los cambios»
Cierto. El vínculo con su tierra natal lo rentabilizó en una de sus etapas dentro de Ona Hotels, tras su paso como director general durante cinco años del Hotel Alanda Club Marbella (antiguo Four Seasons), «donde viví una etapa profesional muy buena». Ona se plantea en aquella época expandirse, y sus inquietudes profesionales «por hacer más cosas» y su extra de experiencia y de contactos en suelo marroquí son el perfecto caldo de cultivo para que la marca abriera mercado en el Norte de África. En ese tiempo es cuando «nace mi pasión por participar en el mundo de las operaciones. Pasé de dirigir y estar en hoteles –en un segmento muy concreto, el del lujo de la Costa del Sol–, a tener una visión más amplia dentro de la organización, de la cadena. Una visión más expansiva, más de explotación».
Rodríguez –cuyo inicio en la hotelería arranca en 2005– sabe que justo en este punto de su carrera, hablamos de 2019, le debe «que Las Colinas se fijara en mí. En una persona muy de operaciones, pero con un profundo conocimiento de los complejos». Y es en ese momento «donde nos descubrimos mutuamente», declara este profesional, muy consciente de la importancia de tener y mantener un compromiso muy alto con la atención al cliente para evolucionar. «Y la empresa consideró que había llegado el momento de profesionalizar un poco más la gestión de todas las instalaciones complementarias a la venta del destino». El nuevo jefe de Operaciones sumaba experiencia, veteranía y todo el conocimiento de la trasversalidad del negocio global que puede tener un complejo. Era el candidato idóneo. Y en febrero de 2020 formalizan la relación laboral. Justo tres semanas antes de una pandemia dispuesta a cambiarlo todo.
«Mi lugar favorito»
En Las Colinas el jefe o director de Operaciones no es el director de golf ni el gerente. La estructura es bastante más amplia. Existe una inicial bicefalia: la del segmento inmobiliario y la del departamento de operaciones. Este último se ramifica a la vez en la actividad deportiva –«incluido el golf como el negocio más importante», acentúa Rodríguez–, y el área de alimentos y bebidas con la oferta gastronómica. Un amplio espectro de tareas interrelacionadas que para este profesional supone «no vivir dos días iguales» pero sí prestando «la atención necesaria al detalle por muy pequeño que sea. Es mi forma de trabajar». Y la manera, dice, «de alcanzar constantemente la excelencia. Consiste en dar lo mejor de ti, para que finalmente el cliente tenga la experiencia que necesita». Y en este punto ahonda en la filosofía que aplica. «En Las Colinas no queremos que el cliente se vaya con la sensación de que ha estado en el mejor sitio. Me explico. Yo no quiero ser el mejor, porque siempre habrá alguien que tenga más recursos, mejor uniformidad, mejor ‘show cooking’ en sala, mejor… Nosotros queremos que el cliente nos considere como su ‘lugar favorito’. Que tenga la sensación de que viene a Las Colinas porque es su campo de golf favorito, su restaurante favorito, su lugar de relax favorito; si es así, significará que ha vivido la experiencia completa. Si los expertos hablan de que el vino es redondo, a mí me gusta que mi producto sea igual de redondo porque eso le permite convertirse en el destino favorito de alguien. Si la gente tiene esa percepción de ti, para mi hemos conseguido nuestro principal objetivo».
El legado de una crisis
Rodríguez es el Eratóstenes de Cirene de Las Colinas. Si el astrónomo griego fue quien calculó por primera vez la circunferencia del planeta Tierra, Javier conoce dónde reside la geometría perfecta del complejo. De este mundo aparte y definitivamente esférico como experiencia. Aunque fue llegar a su puesto aquel 2020 y sufrir una especie de eclipse solar. Nos quedamos a oscuras «y no me quedó más remedio que poner la luz larga para enfrentarnos al confinamiento de la pandemia». Venía con una mochila de ideas, con una misión importante, con el objetivo «de revolucionar el producto en si, para evolucionar el negocio», y la Covid-19 lo paralizó todo. «Te encuentras con el freno de mano puesto y sin visibilidad ninguna. Y por muchas canas que tuvieras… nos enfrentábamos a un escenario completamente nuevo». La crisis de la Covid-19 colocó al mundo, incluido el suyo, ante un panorama de incertidumbre. «Y el mundo empresarial ante la incertidumbre se encoge. Se vuelve más cauto, más conservador».
La caída vertical de ingresos puso sobre la mesa la necesidad de un plan de acción eficiente y un cambio estructural urgente. Eso sí. Rodríguez contó con la motivación de toda la plantilla porque la empresa decidió acogerse a un ERTE, pero anunciando que la totalidad de la plantilla (alrededor de 50 empleados) no vería perjudicado su poder adquisitivo. La empresa complementaría hasta el 100% sus ingresos. «Esta medida fue un gran acierto, y como te puedes imaginar, tuvo un impacto motivacional muy importante ya que se consiguió eliminar en buena medida el vértigo de la situación». Marcar las prioridades de la gestión fue el segundo pilar en el que apoyarse.
«El nivel de la cancha de prácticas es muy, muy bueno. Un buen ‘putting green’ y un área de juego corto diseñada por Miguel Ángel Jiménez estupenda (…), y por supuesto, el campo es un gran desafío»
Tres años después, este profesional dice haber aprendido de aquella crisis, «que nada es eterno y que debemos estar preparados para los cambios. Que la capacidad de adaptación es la mejor manera de encarar la incertidumbre y que hay que estar centrado en lo prioritario». Para ello, tener un equipo sólido y motivado «es fundamental. Porque sin equipo no eres nadie. Si estás rodeado de gente comprometida y profesional todo es más sencillo (…). No podemos pretender que la experiencia del cliente sea una experiencia satisfactoria, si desde la dirección de propio establecimiento no cuidamos que el equipo trabaje a gusto. Que sonría. Si ellos sonríen, si sonreímos, los clientes sonreirán», dice mientras él hace lo propio.
De las múltiples situaciones vividas en tiempos de pandemia a Javier Rodríguez le viene a la mente la situación de una profesional de golf de alto nivel. La golfista belga Manon de Roey a quien el confinamiento le pilló en Las Colinas. Una situación estresante para la jugadora ante la imposibilidad de seguir entrenando y en plena preparación para los Juegos Olímpicos de Japón. Una más de las muchas situaciones complicadas por la que pasaron los jugadores de élite, hasta que las autoridades comenzaron a ser menos restrictivos. De Roey cuenta a LA VERDAD al preguntarle por aquel tiempo que efectivamente «la pandemia fue un tiempo muy duro. Sobre todo por la incertidumbre de no saber cuándo volveríamos a competir (…). Y cuando la temporada comenzó con muchas restricciones, el hecho de no poder tener contacto con otras jugadoras (cada una comía en su habitación) hizo que la gira fuera muy diferente. Que no pudiéramos disfrutar de la temporada de trabajo». Pero la golfista profesional también recuerda la gran sensación que supuso «que finalmente se me permitiera practicar debido a las Olimpiadas del año siguiente, en las instalaciones alicantinas». De Roey sigue visitando Las Colinas cuando su agenda se lo permite. Considera «el nivel de la cancha de prácticas muy, muy bueno. Tiene un buen ‘putting green’ y el área de juego corto diseñada por Miguel Ángel Jiménez es estupenda, porque puedes hacer todo tipo de tiros. Y, por supuesto, el campo es un gran desafío. Siempre hay un poco de viento, lo que me dificulta mi juego, pero todos los hoyos están bien diseñados. Cuando practico allí, tiro desde diferentes ‘tees’ solo para retarme a mí misma».
Construyendo destino
El jefe de Operaciones de Las Colinas vuelve a 2023 y a su objetivo: «Que el destino sea un destino por sí mismo, en el que te puedas plantear unas vacaciones para desconectar. En el que disfrutar de tu deporte, de la naturaleza, del bienestar, de la gastronomía». Y lo ejemplariza visualizando «una familia en la que los padres puedan planificar tomarse un cóctel en la terraza mientras sus hijos están en la academia de golf o diseñar esa misma noche una cena romántica en el restaurante italiano del complejo». Un lugar con mucho encanto y ambiente retro, decorado con diferentes texturas (todo obra del interiorista español Pepe Leal) y amenizado con música en directo.
Aunque la experiencia más reciente implantada en Las Colinas es la creación de una ‘beauty room’. Una cabina de alta cosmética, avalada por los productos de la marca española Casmara. Una empresa muy familiar, ubicada en la Comunidad Valenciana, con 45 años de existencia y una filosofía empresarial, «con las que hemos coincidido mucho» -acentúa Javier-, seguro de que este espacio propiciará el bienestar necesario para que el círculo del destino Las Colinas se refuerce.
«Me gusta ayudar a la gente a encontrarse mejor, y con mis manos lo puedo hacer»
Elina Rubene es una letona de 38 años que aparcó sus estudios de Periodismo y Recursos Humanos para centrarse en la escuela de masajes donde se formó. «Mírate al espejo» es la única frase que necesita pronunciar para mostrar el resultado final de su trabajo. Confía en sus manos y en el producto. La suma de la alta cosmética y unas manos hábiles y delicadas a las que Elina dice sumar mucho corazón. «Me gusta ayudar a la gente a encontrarse mejor, y con mis manos lo puedo hacer. A través de ellas y de mi corazón gestiono la energía precisa para reconfortar al cliente».
En el complejo conviven residentes con el visitante ocasional. En su mayoría, ‘local players’ (jugadores locales) que también tienen la oportunidad de disfrutar de estas instalaciones. En el caso del golf, Las Colinas ha sido un «campo aspiracional por los golfistas de la Comunidad, al contar con unos precios elevados de salida», recuerda Rodríguez para introducirnos en las tarifas dinámicas. «Uno de mis retos cuando llegué (otra arista de su personal revolución) fue el apartado tecnológico. Dimos un vuelco a todos nuestros sistemas de gestión informática e implementamos programas mucho más actualizados para trabajar con mayor precisión, con muchos más datos, pero sobre todo, desde un punto de vista más eficiente comercialmente. Aplicamos lo que ya venía aplicando en los hoteles: las tarifas dinámicas. Ni más ni menos que ofrecer el mejor precio posible en un momento determinado». Para Rodríguez si hoy en día sabemos dónde está la gasolina más barata o el precio de cualquier otra cosa… ¿por qué no llevar esa facilidad también al golf? «Si cuentas con tarifas dinámicas el jugador local siempre va a tener la posibilidad de venir a jugar tu campo, cuando realmente le convenga por precio. Así conseguimos dar satisfacción a un mayor número de aficionados al golf y al mismo tiempo optimizamos nuestras salidas. Esta es la pata comercial»
La pata revolucionaria sobre el ocio en si fue la incorporación a la cancha de prácticas del Toptracer Range. «Una decisión que consideramos muy importante para golfista porque combina el ocio con el perfeccionamiento de su juego. Una tecnología que junto con el Trackman y el asesoramiento de nuestros profesionales, ayuda a la mejora su golf». El Toptracer Range incorpora el sistema de rastreo de bola más utilizado del mundo. Su innovadora tecnología permite consultar detalles de tu juego, la trayectoria del tiro o la velocidad de la pelota… y disputar partidas en los recorridos más emblemáticos del mundo. Si le añades que la experiencia la puedes vivir en un ambiente nocturno, acompañado de amigos en un espacio delimitado para ti, y pudiendo jugar al golf mientras te sirven alimentos y bebidas… definitivamente estás en otro mundo.
Abrir los sentidos
«Los pequeños son el futuro. La cultura al deporte, la iniciación a sus valores, vivir en un entorno de bosque Mediterráneo con su fauna… es un estilo de vida». Y según destaca Javier, «las familias que vienen hasta aquí y compran, matriculan a sus hijos en los colegios internacionales de la zona (…) buscando vivir este modelo de existencia». Él se sigue emocionando cuando dando una vuelta por el campo una ardilla le mira con curiosidad. «Nos miramos y no sabemos quién debe cruzar primero (ríe). Son momentos mágicos de existencia para los críos y los no críos». Convirtiendo Las Colinas en un destino trufado de sorpresas. «Porque la naturaleza te los regala. Si eres observador. Si estás atento a lo que te rodea, ahí están esperándote. Porque hay una forma de vivir. Y es la de vivir consciente de tu entorno, de tu partida, de tu jugada. No solo te fijas a dónde va tu bola o a que distancia estás de ‘green’, sino en qué momento estás y dónde te encuentras. Atento a lo que te rodea. De la distracción que supone el paso de una radilla, un pájaro o un conejo. ¡Guau! Para mí esa es la experiencia completa». Y el círculo se vuelve a completar.
«Era la primera vez que veía a mi hija vestida como una mujer. Era la primera vez que se vestía para una gala. Fue emocionante. Compartimos una noche inolvidable»
La evolución de Las Colinas en materia de gastronomía ha sido evidente. La oferta inicial estaba orientada al golfista. Una dieta saludable mediterránea, dentro de lo que al jugador le gusta; comer rápido y ligero. Disfrutar de un buen desayuno antes de jugar o almuerzo acorde con el lugar. Con la llegada de Rodríguez, la empresa decidió mejorar y ampliar. La cocina italiana tradicional se incorporó a la propuesta gastronómica a través del restaurante Il Palco, con vistas a una piscina zen y en las inmediaciones del edificio principal. Mientras que en temporada de verano, entra en funcionamiento el Umawa. Un espacio fusión de cocina mexicana con nikkei, con vistas al ‘green’ del 18, para aportar a la terraza de la casa club un complemento. Y mirando hacia la playa de la Glea, el Wow Beach. Otro espacio culinario a pie de playa con una piscina infinita con hamacas balinesas. La novedad este 2023 será «la oferta gastronómica nocturna este verano en el Wow Beach, porque trasladaremos la apreciada carta de Il Palco -que ya es una referencia en Las Colinas- a la zona de Campoamor». También se baraja la celebración de determinados eventos con asistencia de invitados, «pero que no perturben el destino», asegura Rodríguez.
Su propio circuito
«Pretendemos darnos a conocer a nivel nacional», sentencia Rodríguez cuando habla del espíritu de la ‘Race Tour Las Colinas Trophy’, que este año vive su segunda edición. Estar más presentes en la cabeza del golfista español, del cliente nacional, a la vista de que ya están muy bien posicionados a nivel internacional. «Consideramos que debemos tener más y mayor presencia en este rango», reitera.
En 2022 se crea la primera Race Tour Las Colinas Trophy. Cuya culminación de circuito se lleva a cabo durante en el habitual puente de diciembre, para que los vencedores de la competición disfruten de un gran premio. Un paquete turístico vacacional donde se combina el golf con la gastronomía, y los grandes premios con el glamour, aparentemente extinguido. Aquí no. «Nosotros lo entendemos como un acontecimiento de golf, que va más allá».
La final cuenta con todo tipo de detalles y lujo. Relojes, alta cosmética… y otros tantos premios y regalos que se mezclan con los trajes chaqueta de los caballeros y los vestidos de largo de las mujeres. Todo acorde a una gala. Burbujas de bienvenida y un refinado cóctel. Daniel Gallego aún recuerda la edición 2022. Participó como acompañante de Daniela, su hija, quien se clasificó para la final de ‘la Race’ en un campo murciano. «Era la primera vez que veía a mi hija vestida como una mujer. Era la primera vez que se vestía para una gala. Fue emocionante. Compartimos una noche inolvidable», aseguraba tras el evento a LA VERDAD este jugador de la Región de Murcia. Si se le pregunta por la organización, a Gallego le viene un adjetivo a la cabeza: «perfecta. El campo estaba impecable y todo el equipo humano muy pendiente de los jugadores».
A estas alturas del año ya se han vivido dos pruebas clasificatorias de las seis previstas. En el horizonte próximo las de Madrid, Albacete, la de Las Colinas y Golf Altorreal, en Murcia, hasta llegar al puente del 8 y 9 de diciembre. Para Javier esta Race es «mucho más que un torneo de golf. Es una manera de que el turismo nacional nos descubra y una plataforma para nuestros patrocinadores. De hecho, el Grupo Eulen no sólo ha repetido patrocinio, además ha querido ampliar su presencia. Porque ha visto en este evento… un mundo de oportunidades. Un motor dinamizador de negocio a través del golf», asegura el jefe de Operaciones de este planeta. Y es que se mire por donde se mire, este mundo ‘aparte’… es una línea curva cerrada en la que todos sus puntos están a la misma distancia de otro llamado centro. Un círculo perfecto. Redondo.
” Fuentes www.laverdad.es ”