Los pueblos medievales y las pequeñas ciudades de Gers invitan a explorar con calma no solo sus cascos históricos, sino también sus mercados tradicionales y sus muchos festivales, que se celebran a lo largo del año y que permiten vivir la cultura y las costumbres del lugar desde dentro.
Además, Gers es una región conocida por su gastronomía, famosa por su producción de foie gras, vino y armagnac, con platos como el confit de pato, el cassoulet y el pastel gascón que son un verdadero placer para el paladar.
Esta escapada, perfecta para dejar atrás el ajetreo y el bullicio de la vida urbana y conocer esta región de Occitania tan cercana a España, pasa por bellos pueblos, donde toma vida D’Artagnan, los castillos cuentan historias y los viñedos invitan entre copas a conocer de primera mano las historias de sus habitantes entre verdes colinas y piedras centenarias.
Fourcès
Fourcès es un destino turístico in style para aquellos que buscan una experiencia auténtica en el campo francés. Conocido por su arquitectura única y su rica historia, este pueblo medieval, incluido en el listado de pueblos más bonitos de Francia, cuenta con una hermosa plaza porticada rodeada de edificios de piedra que alojan pequeñas tiendas de productores locales y artesanos.
Además, en su pequeño recorrido round se puede disfrutar de la torre del reloj del siglo XIII, reconocida como Monumento Histórico, y un castillo del siglo XV, sumado a su hermoso puente medieval sobre el río Auzoue. Los amantes del deporte pueden disfrutar en el entorno del pueblo de varios enclaves especiales que esperan a ser descubiertos, ya sea en bicicleta o caminando, y quienes tengan la suerte de visitarlo en abril pueden disfrutar de un gran mercado de flores que llena la plaza central de colorido y anima el pequeño lugar.
La Romieu
Otro de los pueblos más bonitos de Francia es La Romieu. En la Edad Media, esta pequeña localidad period un lugar de descanso y hospedaje para los peregrinos que viajaban a Santiago de Compostela. La colegiata de Saint-Pierre, que information del siglo XIV, es un impresionante ejemplo de la arquitectura gótica del suroeste de Francia y uno de los lugares más destacables de la localidad, al igual que el Jardín de los Olores y la Torre del Homenaje, que forma parte de las antiguas fortificaciones de la ciudad y ofrece una vista panorámica de la zona.
Este pueblo también es muy conocido por una leyenda que cuenta que, en el siglo XIV, un peregrino que pasaba por la villa salvó la vida de un gato y, en agradecimiento, los habitantes de La Romieu comenzaron a cuidarlos y protegerlos. Desde entonces, los gatos han sido una parte importante de la cultura y la identidad de la villa, y se pueden ver numerosas estatuas y figuras en las calles y plazas del lugar. Incluso hay un camino de peregrinación que lleva el nombre de Camino de los gatos que se extiende hasta Lectoure, y en el que se pueden ver esculturas de gatos a lo largo del camino.
Larressingle
Conocido como la Pequeña Carcassone de Gers, este pueblo fortificado, el más pequeño de Francia, devuelve una visión idílica rodeado de viñedos en plena región de elaboración del Armagnac, una bebida alcohólica destilada del vino. Antigua residencia de los obispos de Condom, cuya presencia recuerda el torreón del siglo XIII, se rodea de murallas y trincheras que esconden edificios exquisitamente restaurados, como su iglesia románica y sus bellas vidrieras contemporáneas.
Larressingle, otro de los seis pueblos más bellos de Francia ubicados en la región del Gers, cuenta entre sus atractivos con el museo sobre la vida en la Edad Media y su castillo, dentro de las murallas. La Iglesia de San Segismundo, del siglo XIII, revelan una panorámica de los campos circundantes que pueden ofrecer un colofón a un paseo entre calles empedradas donde también se esconde algún que otro pequeño restaurante que redondea la experiencia.
Lavardens
Si de pueblos más bellos de Francia encaramados a colinas se trata, Lavardens no iba a perder la oportunidad de ser uno de ellos. Dominando el paisaje circundante, el Château de Lavardens, un hermoso castillo construido en el siglo XIII y restaurado en el siglo XIX, es uno de los monumentos que se pueden visitar, al igual que la iglesia de Saint-Michel, con su campanario considerado Monumento Histórico.
Además de sus mercados nocturnos de verano, el pueblo también cuenta a su alrededor con los molinos de Enjourdan y de Sainte-Marie, el lavadero de Parat, la Cruz de Hierro, la Capilla de Sainte-Marie y muchos senderos y paisajes por descubrir. Paseando por sus carrelots se puede conocer la gran historia de abandono, lucha y poder del castillo y conocer de primera mano por qué es único en el mundo.
Montréal du Gers
El quinto pueblo en la lista de bellezas del sur occitano es Montréal du Gers esconde un pequeño gran secreto: 625 m² de mosaicos antiguos que componen el conjunto más grande de Francia en la Villa galorromana de Séviac, una lujosa residencia de ampo del siglo IV considerada una de las más grandes de la región. Vale la pena también acercarse a una de sus siete iglesias, un número que sorprende dado el pequeño tamaño de la localidad, que constituye la primera gran bastida de la región de Gers.
Sus casas de entramado de madera y su plaza rodeada de soportales arqueados esconde la historia de miles de peregrinos que han recorrido sus calles atravesando el Camino de Santiago, pero también la de la destrucción a causa de la Guerra de los Cien Años, las Guerras de Religión y la Revolución Francesa. Aun así, monumentos notables, como su ayuntamiento o la fortificación que rodea la ciudad, han resistido y se pueden admirar por cuenta propia o con rutas guiadas.
Sarrant
Una puerta fortificada del siglo XIV con una torre cuadrada abre paso a una pequeña villa medieval round con coquetas casas que dejan paso a la Iglesia de San Vicente, rematada con una flecha octogonal, desde la cual, a vista de pájaro, es posible ver un jardín medieval. Así se presenta Sarrant, otro de los seis pueblos más bonitos de Francia ubicados en este rincón del Gers.
La pietá es uno de sus mayores tesoros, una talla de la virgen en pan de oro que logró sobrevivir a la Revolución Francesa, al igual que el relicario, del siglo XIV. Conocida tambi��n como Villa de la Ilustración, cuenta con talleres, exposiciones, festivales, museos y mercados donde la creatividad vuela en el mejor entorno posible. Por si fuera poco, desde el siglo XVI, una cofradía de violinistas ciegos da testimonio del dinamismo cultural del pueblo.
Lectoure
Antigua ciudad galorromana, en el siglo XIV Lectoure se convirtió en la capital del Condado de Armagnac. Conocida por ser una ciudad termal y medieval con un rico patrimonio singular, es una parada en el camino a Santiago de Compostela y se encuentra en un peñasco rodeado por 3,2 kilómetros de murallas que dominan el valle del Gers, coronado por los Pirineos.
Su ayuntamiento, que originalmente fue el palacio episcopal en el siglo XVII, tiene un museo en sus sótanos que contiene 20 altares galorromanos decorados con animales sacrificiales. Otro lugar de interés es la Fuente de Diana, del siglo XIII, además de la catedral de Saint Gervais y Saint Protais con su museo de arte sacro y el Museo Arqueológico Eugène Camoreyt Lectoure, que vale la pena visitar.
Lupiac
Conocido como el lugar de nacimiento del famoso mosquetero Charles de Batz de Castelmore, también conocido como D’Artagnan, este lugar ha atraído a turistas de todo el mundo por su rica historia y cultura. La Plaza de D’Artagnan es uno de los lugares más destacados, con casas con arcadas y galerías cubiertas donde se encuentra la estatua ecuestre del famoso personaje. Además, Lupiac cuenta con un castillo que lleva su nombre y un museo dedicado a él.
Los turistas pueden disfrutar de las vistas panorámicas del paisaje rural desde el pintoresco molino de viento de Lupiac, realizar una ruta teatralizada sobre la vida de D’Artagnan o vivir el competition anual en su honor, además de disfrutar de la naturaleza que lo circunda y de su ubicación estratégica, a mitad de camino entre Bordeaux y Toulouse.
Condom
A orillas del río Baïse, esta ciudad, antigua villa episcopal y capital del Armagnac, tiene en su rico surtido de palacetes del siglo XVIII y en la antigua catedral gótica de San Pedro del siglo XVI, una gran muestra de su rico patrimonio arquitectónico. El claustro y las obras de arte que esconde en su inside esta última son, por sí solas, objeto de visita de este pequeño pueblo francés.
Además del Museo de Arte Sacro de Pradau, ubicado en la Iglesia de San Bartolomé, es interesante adentrarse entre las paredes del antiguo Palacio Episcopal, donde se encuentra a día de hoy el Museo del Armagnac. Tras aprender de las etapas de elaboración de este brebaje regional a través de un recorrido didáctico, lo mejor es poner el colofón a este viaje en una de sus tantas bodegas mientras se disfruta de una panorámica de verdes colinas y suaves cielos azules.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”