Amante de los animales, el deporte y la playa, el valenciano Tono García acabó en Marruecos por trabajo. Andrea Fontes le siguió por amor. Juntos hicieron de su sueño un modo de vida.
En la azotea, contemplando la idílica estampa que ofrece el mar y rodeados de gente. El tándem de emprendedores Tono García (Valencia, 1988) y Andrea Fontes (Valencia, 1990) recibe a ZEN con una enorme sonrisa y su coqueto albergue repleto de surfistas. Se llama Blue Waves (olas azules). “Tenemos esta Surf House en Anza, un sitio con población muy acogedora y amistosa, y otra en Tamraght, un pueblo pesquero antes de llegar a Taghazout”.
Es una de las zonas que más atraen a los amantes de las olas en Marruecos. De hecho, algunos de estos jóvenes de todas las nacionalidades, entre los mejores del mundo, compiten en el Rip Curl Professional Search Taghazout Bay, organizado por la firma australiana. Otro grupo de españoles, en posición de loto sobre coloridas alfombras, se encuentran de retiro. Precisamente, Andrea Fontes imparte clases de yoga para ellos. “Pero todo esto se inició por Tono”, cuenta con simpatía.
LA HISTORIA DEL TÁNDEM
Su pareja, ingeniero agrónomo y con curiosidad por la cultura marroquí, quiso terminar el proyecto de fin de carrera alternando trabajo y pasión por el surf. “Me encantaba esta playa y, como hobby, creé un albergue para compartir con mis amigos esta maravilla. Me iba con ellos de arriba para abajo. Al final, dejé la agricultura y me centré en la pasión”, cuenta riendo García. “Nos gustaba esta ola y, lo que en principio iba a ser algo pasajero a partir de este alojamiento, terminó uniéndonos aquí y decidimos quedarnos“, añade Fontes.
Ella, ingeniera industrial, había trabajado en Ford mientras él permanecía en Marruecos en empresas del sector agrícola. “Iba y venía durante dos años, que fueron un poco rollo, no vamos a engañarnos, y le ayudaba a hacer cambios en Blue Waves, que seguía creciendo”. Hizo un máster en Dirección de Advertising y Ventas para especializarse más porque cada vez se conocía más por redes sociales y su net. “Así yo cogía esa parte”.
EL ALBERGUE DEL BUEN ROLLO
Sala de yoga, escuela propia de surf, un restaurante, habitaciones compartidas o habitación doble con cama de matrimonio, una zona chill desde la que contemplar preciosos atardeceres sobre las olas y una piscina en construcción. Pero, sobre todo, la armonía del bienestar entre gente que disfruta del deporte y la buena conversación.
“Somos ya un equipo de 20 personas, todos locales menos nosotros. Lo que tiene de bueno esta playa es que siempre hay olas, independientemente de condiciones, marea y climatología, que suelen afectar mucho”, desliza la emprendedora.
VIAJES EXPERIENCIA
Los visitantes españoles son un 60% de su clientela. El resto, se reparten entre franceses, alemanes y muchos italianos últimamente. “Se están poniendo muy de moda los viajes experiencia. Incluyen clases de surf, de yoga… Cenas, comidas y desayunos todos juntos, haciendo nuevas amistades”.
No les importa en absoluto no trabajar en la carrera que eligieron. “Aquí se necesitan ingenieros porque hay mucha empresa española asentada, y estábamos bien recompensados, pero es complejo gestionar todo. Quisimos vivir todo el año aquí y dedicarnos a nuestro propio negocio, donde sentimos que hacemos realidad un sueño“.
Emprender fuera tiene más trabas, “todo es más lento, necesitas muchos permisos”, aunque no se arrepienten en absoluto de su decisión. A juzgar por sus risueños rostros, mientras acarician a sus perros Roque y Floki -que figuran en el staff-, no se han equivocado. No dejan de conocer a gente, enriquecerse con sus historias, ofrecerles un refugio donde olvidarse de todo y ejercen de anfitriones enseñándoles las olas, la cultura y el estilo de vida marroquí.
“Se trata de un proyecto creado con el corazón y a través del cual Tono pretendía dar trabajo a la gente local y también ser partícipe del desarrollo del pueblo a través del surf”. Quieren que todo aquel que pise el albergue se lleve un pedacito de él en su memoria.
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