Tal vez no fuera una buena concept. Tal vez no fuera el momento.
Catalina Amalia de Holanda se embarcó hace unos días en un viaje oficial (su debut en visitas de estado al extranjero) junto a sus padres,
Máxima y Guillermo de Holanda. Lo hacía después de haber pasado un annus horribilis, viviendo con la sombra de la mafia sobre su cabeza.
Amenazada y encerrada durante un tiempo por su propia seguridad, la heredera al trono se enfrentaba a este viaje con los nervios de saber
que tu vida corre peligro. «No puede salir.
Todo esto es muy difícil para ella. No puede llevar una vida como la del resto de los estudiantes«, contaban entonces sus padres durante un viaje en Grecia.
Durante los días que la joven de 19 años ha pasado con su progenitores por tierras caribeñas, ella misma se sinceraba sobre la dura situación vivida que aún no ha logrado superar. «Voy a ser muy honesta,
todavía estoy pasando un momento muy duro. Echo de menos la vida regular, la vida de una estudiante. Pasear por las calles, poder ir a una tienda…», explicaba Amalia de Orange. También aseguraba haber pasado unos días maravilloso: «Todavía necesitaré muchas más visitas antes de que pueda desenvolverme con la soltura con la que ellos lo hacen».
Y precisamente eso, ha sido otro hándicap. Tener unos
padres tan desenvueltos, espontáneos y con una personalidad tan arrolladora como la de Guillermo y (especialmente) Máxima puede jugar en contra. Mucho. Y eso es lo que han visto en Amalia algunos de los periodistas que han acompañado a la familia actual holandesa en este viaje: nervios, inseguridad y (en ocasiones) una timidez que le impedía disfrutar al 100% del encuentro con los autóctonos, de su música, y de sus bailes.
«Parecía bastante nerviosa, aunque hizo todo lo posible por lidiar con la situación, ver cómo lo hacían sus padres y copiarlos. Por suerte, tenía la
oportunidad de esconderse a veces tras ellos». El que habla es Rick Evers, un periodista holandés especializado en información royal, biógrafo de la reina de los Países Bajos y autor del libro Máxima: Meer dan Majesteit. Rick ha sido uno de los informadores de este viaje y ha acompañado a la familia actual a lo largo de las casi dos semanas que ha durado su viaje caribeño.
Por qué Catalina Amalia de Holanda no ha disfrutado del viaje tanto como sus padres
Ahora ha dado una entrevista para la revista francesa Gala en la que pone de manifiesto algunas cosas que ya podíamos adivinar en las fotos y vídeos que han reflejado ese periplo. En muchos de ellos vemos a unos reyes exultantes disfrutando de la fiesta y la hospitalidad nativa mientras la princesa intenta hacer lo propio, sin tanta soltura.
«Maxima es un gran activo para los Países Bajos», explica Ricks en la entrevista. Gracias a sus raíces latinoamericanas, puede identificarse con los habitantes de la parte caribeña del reino con la misma sintonía que ellos y la
capacidad de comunicarse en español». Algo que ni Guillermo ni Amalia poseen. Ni tampoco esa personalidad arrolladora que convierte cada una de sus apariciones en un acontecimiento gráfico: risas, bromas, naturalidad…
Para Amalia ha sido un reto complejo: primer viaje de estado, una estancia excesivamente larga para un debut de este tipo, una situación de inseguridad aún no resuelta («Amalia permanece encerrada en su jaula de oro. No puede salir, dar un paseo, ir de compras o divertirse con sus amigos», recuerda el periodista), y un acoso en redes que no cesa y que se ha visto acrecentado en este viaje.
Desde que llegó a las islas que forman el Caribe holandés, los comentarios en Twitter sobre
su apariencia física han sido constantes y desagradables. Y a todo esto le tenemos que sumar que no siempre fueron bien recibidos: en algunos casos (como en Aruba) se produjeron protestas por las visitas de la delegación actual. Además, el papel de heredera no es siempre el más agradecido: «Alexia explicó una vez lo feliz que estaba de poder elegir su propio futuro», recordaba Rick en su encuentro con la publicación francesa.
Tal vez el momento en el que Amalia
pudo ser más ella misma fue cuando conoció a Mojito, una tortuga que lleva el mismo nombre que su caballo y que había sido atendida por la fundación Sea Turtle Conservation y operada de cinco tumores. La princesa se descalzó y ayudó a que la tortuga fuera devuelta al mar.
La gira de los reyes de Holanda pretendía afianzar los lazos con sus paisanos al otro lado del charco, pero para muchos, el viaje se queda en un buen puñado de fotos coloridas, bailes virales, aire de carnaval y confeti royal. Para otros, especialmente para los propios holandeses, como Rick apunta, el viaje ha servido para que sus súbditos
«puedan tener más simpatía por Amalia». Simpatía, empatía, entendimiento y apoyo.
” Fuentes www.mujerhoy.com ”