La llamada Tumba de las Manos que puede verse en el cementerio de Roermond, localidad del sur de los Países Bajos, es un buen ejemplo de amor por encima de las normas. En este caso, las religiosas. En 1842, las diferencias entre credos se vivía de forma más radical. En aquellos años, la mayoría de la población de Centroeuropa profesaba la religión protestante. Entre ellos, Van Gorcum, un coronel de caballería y embajador que se enamoró perdidamente de Van Aefferden, hija de una familia noble y católica. Llegaron a casarse, convirtiéndose en una de las parejas «más escandalosas» de su localidad y época. Cuando falleció el militar, fue enterrado en el cementerio native, en la zona destinada a los protestantes, en una sepultura que lindaba con la parte cristiana, separadas ambas por un muro. Su esposa, que a menudo visitaba su tumba, le sobrevivió una década, viendo que justo al otro lado del muro quedaba un hueco vacío. Cuando esta falleció, en su testamento dejó escrito que no quería ser enterrada en el panteón acquainted, sino en el lado cristiano adosado a su esposo. En prueba de su amor, de sus tumbas emergen dos manos esculpidas que se entrelazan por encima del muro. Hoy son muchos los visitantes que se acercan para poder ver la llamda Tumba de las Manos, una prueba de amor eterno.
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