Su amplia y variada oferta enoturística, focalizada en crear experiencias capaces de ir más allá de las visitas guiadas a bodega y de sorprender a los visitantes, convierte a Rioja en una de las zonas idóneas para disfrutar del turismo desde diferentes ángulos. Su historia con girones y vestigios romanos, árabes y medievales -entre huellas de dinosaurio y dólmenes neolíticos- su curiosa y sincera cultura en la que el vino y el cultivo de la vid lo impregnan todo, su naturaleza y espectaculares paisajes pintados con ríos, valles, montañas y viñedos, su archiconocida gastronomía -que te permite disfrutar de pinchos y estrellas michelín en un mismo día-, y, como no, su excelente vino contribuyen a ampliar, diversificar y desestacionalizar la oferta turística nacional, además de convertirla en un destino apetecible, incluso en invierno.
Rioja en datos
Es imposible obviar el vino como importante motor económico de la zona y, por ende, el complemento del enoturismo: en 2021, año aún marcado por la postpandemia, el enoturismo generó un impacto en la Denominación estimado en 103 millones de euros.
La fama y buenas experiencias vividas y narradas por los turistas han erigido a Rioja no solo como la Denominación con más bodegas visitables que más planes diferentes ofrecen, sino también la líder de España en número de visitantes: si bien en 2021, cerca de medio millón de turistas pudieron disfrutar de Rioja -de los cuales, un 20% fueron visitas internacionales- la Denominación confía en superar pronto los casi 900.000 visitantes registrados en 2019, momento prepandemia.
Desde otro punto de vista
El cielo riojano es capaz de regalarle al visitante días de sol y luz, aun en el periodo invernal. La tranquilidad y relajación que contagia su paisaje, su rico patrimonio cultural al aire libre y sus pueblos y rincones con encanto, permiten pasar unos días agradables de desconexión. Esta época es perfecta también para degustar los platos típicos riojanos -como los caparrones, las patatas a la riojana o un buen asado de chuletillas al sarmiento- ideales para entrar en calor. Por supuesto, estos platos mejoran siempre si los acompañamos de un vino Rioja entre las manos, y con la oportunidad de conocer de cerca sus procesos de elaboración realizando una visita a una de sus bodegas; ninguna deja indiferente.
Entre villas
Además de por el vino, Rioja también es conocida por guardar en su inside algunos de los pueblos más bellos de España. Vale la pena aprovechar el viaje para recorrer sus pueblos con encanto como San Vicente de la Sonsierra, Laguardia, Arnedillo, Haro, Cuzcurrita, o Briones, declarado mejor destino turístico nacional de este pasado verano según Viajestic y uno de los Pueblos más Bonitos de España. Y no es para menos, pues si se pasa por allí, hay que aprovechar para visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción construida en el siglo XVI, la Ermita de San Juan o del Cristo de los Remedios, el Palacio de Marqués de San Nicolás convertido en el precise Ayuntamiento, la Ermita de los Santos Mártires y el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, ubicado a la entrada del pueblo y considerado como uno de los mejores del mundo.
Historia y cultura por doquier
Además de municipios con encanto, la región cuenta con otros atractivos que merece la pena visitar, como el yacimiento arqueológico de Contrebia Leucade, uno de los más espectaculares de la Península y uno de los grandes desconocidos. Se trata de una ciudad de origen celtibérico cuya historia se remonta hasta la primera Edad de Hierro. Para los interesados en la historia, Calahorra también es otro de los puntos a visitar. Su exuberante pasado romano y la influencia árabe se hace palpable en pueblos y castillos defensivos, con leyendas de Reconquista como telón de fondo.
Un sorprendente pasado
Siguiendo las huellas de los primeros seres vivos que habitaron la Tierra, en Rioja existe la posibilidad de descubrir de cerca algunas de las huellas más sorprendentes de la Península: las icnitas o huellas de dinosaurios. En la zona de Rioja Oriental, existen diversos senderos en los que poder apreciar el rastro que dejaron a su paso por la región. En concreto, se han descubierto más de 1.400 icnitas, unas huellas que despiertan la imaginación y hacen soñar a niños y mayores.
Algo igual de mágico sucede con la ruta de los dólmenes, un recorrido cobijado por la sierra del Toloño y el río Ebro, que fue el hogar de los habitantes del Neolítico hace 6.000 años. Ellos fueron quienes dejaron estas construcciones megalíticas como testimonio de su ya lejana presencia en esta tierra. Mezclados con los viñedos y pueblos de renombre en el mundo del vino, los dólmenes se erigen orgullosos, contemplando el paso del tiempo y los turistas que se acercan a desvelarlos.
Catedrales del vino
Para rematar las numerosas y diferentes posibilidades de enoturismo con las que cuenta Rioja, no hay que olvidar mencionar la importancia de sus bodegas, que forman parte también de la cultura de la Denominación.
En Rioja se encuentra la mayor concentración de bodegas del país y también la mayor variedad de bodegas en tamaños y características, que van desde instalaciones centenarias a espectaculares obras arquitectónicas de vanguardia. Las llamadas catedrales del vino son el mejor ejemplo de ello, bodegas centenarias con calados en piedra de sillería, convertidas en una de las joyas de la Denominación, sin olvidar algunas de las creaciones más abiertas y creativas de las bodegas del siglo XXI constituyen otro de los imperdibles de la Denominación.
En estas catedrales del vino que son joyas de la arquitectura, se pueden realizar varias actividades para disfrutar del invierno en estas tierras, como paseos entre vides, visitar sus castillos y musels, degustar platos como las chuletillas de cordero asado al sarmiento o relajarse de una sesión de spa o vinoterapia.
Motivos no faltan para acercarse a esta Denominación, que cuenta con la fama de acoger como ninguna a los visitantes que se adentran a conocerla.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”