La idiosincrasia de la Vall de Boí impregna todos los rincones de Durro, un pequeño pueblo de Lleida que, con tan solo 87 vecinos (según los datos del INE el 1 de enero de 2022), ostenta el mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por habitante.
Las responsables de este récord son la iglesia de la Natividad y la ermita de Sant Quirc, testigos de la importancia del pueblo de Durro durante la Edad Media. Ambas destacan por su monumentalidad y forman parte de las iglesias románicas de la Vall de Boí, un conjunto único en el mundo formado por nueve templos erigidos durante los siglos XII y XIII. Todas ellas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 20 de noviembre del año 2000 debido a su importancia histórica y cultural y a su notable estado de conservación.
Emplazada en el centro del pueblo, la iglesia de la Natividad (s. XIII) es un ejemplo excepcional por las grandes proporciones de la nave, el campanario, la portada esculpida y el pórtico, así como por la excepcionalidad de las dos capillas góticas y la sacristia barroca, que se añadieron durante las remodelaciones que sufrió la iglesia entre los siglos XVI y XVIII.
Un poco más alejada, en la montaña de Durro asoma la ermita de Sant Quiric (s. XII) a 1.500 metros de altitud. De dimensiones reducidas, en su inside se percibe la huella de los diferentes momentos artísticos con el altar románico, la imagen de estilo gótico de San Quirc y Santa Julita y el retablo barroco.
Más allá de ambos templos religiosos, Durro destaca por poseer una estructura urbana que mantiene intacto el aspecto de la villa ganadera con un casco antiguo abrupto y casas agrícolas.
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