Cuando descubrió la natación de invierno, casi de casualidad hace unos cinco años, Ailén Lascano encontró su lugar. Siempre había sentido una atracción especial por el agua y la naturaleza y por la competencia y los grandes desafíos; y esa actividad, que de a poco va ganando adeptos en nuestro país, combinaba todas esas pasiones. Hoy, es una de las grandes embajadoras argentinas de ese deporte y, por estas horas, partirá rumbo a Europa para disputar en Samoëns su tercer Campeonato Mundial.
La cita en esa comunidad francesa, situada en la región de Ródano-Alpes, será apenas su tercer torneo oficial desde marzo de 2020. Es que por culpa de la pandemia de coronavirus, primero, y de la postergación de ese torneo ecuménico -debía disputarse en Rusia en marzo y se suspendió (y cambió de sede) tras el estallido de la guerra en Ucrania-, pasó más de dos años sin competir. Volvió a principios de diciembre, en las Copas del Mundo de Tallin (Estonia) y de Burghausen (Alemania). Y para la rionegrina, de 31 años, ese regreso fue volver a su lugar.
“Estaba un poco nerviosa por la competencia y por cómo me iba a sentir, porque habían pasado dos años, pero fue volver a lo que me gusta. Me sentí super bien y cómoda. Ya sabía qué esperar. No me costó para nada”, le contó a Clarín.
¿Por qué podría haberle costado? Porque Lascano compite en condiciones extremas: en lagos y piletas al aire libre, casi siempre con paisajes nevados de fondo, con el agua a temperaturas bajísimas… y sin taje de neoprene. De eso se trata este deporte que ella tanto ama.
“La verdad, esas dos Copas del Mundo fueron muy heladas. Esperaba que estuvieran frías, pero no tanto. Pero estuvo bueno, igual, porque es parte del deporte”, reconoce, entre risas.
“Fue increíble. Cuando llegamos a Estonia, hacía un grado bajo cero. El día de la competencia, la temperatura bajó a -8° C, con -13° de térmica. En una de las jornadas, cuando me fui a meter en la pileta que había estado vacía varios minutos, se habían formado estalactitas en los andariveles. Son imágenes fuertes, porque uno está preparado, pero cuando pasa algo así, pensás ‘¿Qué estoy haciendo?’“, relató.
Y continuó: “En Alemania pasó algo parecido. Pasamos de 5 grados al llegar a -3°, con sensación térmica -8°, el día del torneo. No paró de nevar. Y el último día, veía que el lago se estaba congelando al lado nuestro (NdR: Las piletas se suelen armar en lagos naturales), pero los andariveles no se congelaban porque el agua se movía constantemente, serie tras serie. Era una locura”.
En esos dos certámenes -que abrieron la temporada de la IWSA (Asociación Internacional de Natación de Invierno, una de las dos organizaciones que rigen la práctica de este deporte, en aguas hasta 9 grados)- se subió al podio en todas las pruebas que corrió. En el primero, disputado en el puerto de Tallin, fue oro en 25, 50 y 100 libre; 25 y 50 pecho; y 25 mariposa. En el segundo, en el lago Wöhrsee, en Burghausen, ganó los 25, 50, 100 y 200 libre; 50 y 200 pecho; y 25 mariposa; y fue segunda en 25 y 100 pecho y 450 libre.
“Quedé muy contenta con los resultados. Me sentía bien, preparada. Aunque no competía desde 2020, pude hacer buenos entrenamientos en Viedma (su ciudad natal), donde el río está a 6 grados en invierno. Además, ayudó que los nadadores rusos, que son muy fuertes, no pueden competir por la situación de su país, y que en Alemania había una gripe dando vueltas y muchos no pudieron nadar. Fue raro, pero estoy contenta con las actuaciones. Fue una buena preparación para el Mundial”.
En ese certamen, que se disputará del 12 al 15 de enero y es organizado por la IISA –Asociación de Natación en Aguas Heladas (entre 0 y 5 grados), la otra federación internacional-, correrá solos las pruebas de 50 y 100 metros, en las que mejor rinde.
“El objetivo es dar lo mejor y conseguir el mejor resultado para Argentina, ojalá que pueda ser una medalla, sería algo hermoso. Pero ya llevar nuestros colores me emociona mucho y me motiva”, afirmó. “También, desde la IISA, se está trabajando para que este deporte se pueda incorporar a los Juegos Olímpicos de Invierno y queremos hacer fuerza para que en la próxima edición, al menos sea presentado”.
Y contó: “La preparación la hacemos en el gimnasio y la pileta climatizada, enfocándonos en la técnica, la velocidad y los tiempos, porque no voy a correr distancias muy largas. En distancias cortas, cambian poco los tiempos cuando pasás al agua fría. A veces hay hielo en las partidas o es difícil darte vuelta, entonces algo se modifican. Pero cuando mayor es la distancia, más cambian, porque ahí sí el hielo y el frío va afectando el rendimiento. A mí me gustaría mejorar las de distancias más largas, porque cuanto más largas, más extremas. Y eso es lo que me gusta”.
Fuera de su zona de confort
En las aguas heladas, Lascano se siente muy cómoda. “Siempre me puedo adaptar muy bien. No sé cómo explicarlo, nunca se me hizo difícil y nunca quise abandonar”, aseguró quien, en la temporada 2018/19, finalizó primera en su categoría -20 a 29 años- en el circuito de Copas del Mundo de la IWSA y, en la 2019/20, lideró la Basic de 500 metros del rating de Copas del Mundo de la IISA.
Sin embargo, en esos dos años que estuvo sin competir, el amor por el agua la llevó a salir de su zona de confort y a buscar nuevos desafíos. Así, volvió a su primer gran amor, las aguas abiertas, y se animó a realizar dos grandes aventuras.
En marzo del año pasado, completó la Guardia Mitre-Viedma, un recorrido se 114 kilómetros por las aguas del Río Negro, que hizo en poco más de 17 horas. Fue la primera mujer en lograrlo y la primer persona en conseguirlo sin traje de neoprene. Y en julio, realizó la Vuelta a Manhattan, 48 kilómetros en 8 horas y 30 minutos, sin descanso, a través de los ríos East, Harlem y Hudson.
“Los primeros meses de la pandemia fueron extraños, porque no se podía ir a la naturaleza. Seguí preparándome físicamente con mi hermano Luca, que es mi preparador físico, y cuando pude, volví al agua, pero sin saber cuándo íbamos a competir de nuevo. Entonces, me imaginé el peor escenario: no iba a poder viajar a ningún lado. Y dije, ¿por qué no hacer el desafío en el río Negro? Eso me mantuvo ocupada”, recordó.
“Fue difícil tomar la decisión, porque era un cambio absoluto de entrenamiento y de cabeza también, porque prepararlo iba a implicar muchas horas en la pileta. Y a mí me gusta nadar, pero lo que más me gusta es nadar en aguas abiertas, en la naturaleza, al aire libre. Pero pude armar un equipo hermoso, que me acompañó, hacer una preparación especial -porque eran otras dificultades: los kilómetros y el nadar las primeras horas de noche- y completar el desafío”, agregó.
-¿Qué te costó más en el Guardia Mitre-Viedma? ¿Lo físico o lo psychological?
Lo físico. Lo psychological, la verdad, no. Había hablado con una amiga chilena que también es nadadora de invierno y de largas distancias sobre lo importante de saber qué hacer si te cansás, si te duele, si no podés seguir, algo que puede pasar, porque son muchas horas. Aunque nunca quise parar. Sí llegó un momento en el que me dolía todo, las rodillas, la cadera, los dedos… dolores muy raros y muy incómodos, por la fatiga de estar tantas horas nadando. Pero estaba bien preparada, porque aunque después de unos días me sentía muy cansada, el fin de semana siguiente ya estaba nadando de nuevo.
-¿Cómo fue la experiencia de Manhattan?
Increíble. La dificultad fue que eran tres ríos, cada uno con diferentes situaciones. Uno tenía a veces corriente a favor y otros trayectos en contra; otro que no tenía prácticamente corriente, y el último tramo, el Hudson, un oleaje tremendo, tanto que teníamos que ir cerca de la costa. Pero fue muy lindo porque hicimos contacto con un argentino que vive en Nueva York y nos presentó a toda la comunidad argentina de esa ciudad, y ellos nos hicieron sentir acompañados. Pensé que íbamos a estar medio solos y al last, cada puente que pasaba -porque pasás un montón de puentes- veía a alguien con la bandera argentina.
-¿Qué es lo lindo de esos desafíos?
La libertad de nadar en el río o en el mar, que fue lo que me gustó de las aguas abiertas. Y el desafío de estar horas en el agua. En la natación de invierno, las distancias son muy cortas por el frío. En aguas abiertas, son horas y horas y enfrentándote a distintos aspectos, porque las condiciones van cambiando. Siempre pasan distintas cosas, apareciendo problemas, y tenés que esquivarlos y seguir, para poder llegar, que es el objetivo.
Un 2023 entre sus dos pasiones
Tanto disfrutó Ailén de esos dos desafíos, que proyecta el 2023 dividido entre las citas de los circuitos mundiales de la IISA y la IWSA, en aguas frías, y nuevas aventuras que pongan a prueba su resistencia.
“Después de terminar el circuito de aguas heladas, me encantaría poder nadar en un lago en Argentina. Volver a Bariloche, donde hay un montón de lagos, o a Ushuaia, que tiene también temperaturas ideales. Uno de los recuerdos más lindos que tengo es del Canal de Beagle, donde nadé por primera vez en aguas de menos de 5 grados. Veía las algas bajo el agua y no sentía el cuerpo. Y otro, meterme caminando a la Laguna Esmeralda congelada e ir rompiendo el hielito, fue muy increíble”, contó.
También quiere preparar la Milla Helada, la prueba más extrema de la IISA. “No es una competencia, es un desafío que implica recorrer 1,609 metros en aguas por debajo de los 5 grados. Lo hice en 2020 en Alemania (NdR: Fue la tercera argentina en lograrlo), pero me encantaría hacerlo en nuestro país”, contó.
Y, finalmente, apunta a hacer otros desafíos de aguas abiertas: “Ono en Bahía Blanca y después quizás también el del Canal de Catalina, en California”
A Lascano le gustaría también competir en el Mundial de la IWSA, que será en Bled, Eslovenia, del 23 al 29 de enero, pero es complicado por el costo que significa viajar a ese certamen.
“Tengo una beca del Gobierno de Río Negro y el apoyo de toda mi familia y de amistades de toda la vida, a las que les estoy muy agradecida. Pero estamos tan desfasados desde lo económico, que sigue siendo muy complejo. Para viajar al Mundial, tuve que hacer una rifa”, relató. “Por eso sigo buscando apoyo, porque me encantaría seguir representando a Argentina y teniendo cada vez mejores resultados. Yo sueño cada vez más grande”.
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