El 18 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional del Migrante, establecido por la ONU. La organización asegura que más de 280 personas han abandonado sus hogares “en busca de una mejor vida”. Sin embargo, la cifra también comprende a far de quienes han huido de guerras, hambruna y otras carencias. En los últimos ocho años, al menos 51.000 personas han muerto en un intento por cruzar las fronteras.
Migrar es un derecho, asegura la Declaración Common de Derechos Humanos de 1948, pero no todos pueden hacerlo de la misma manera, ni si quiera bajo la garantía de proteger sus vidas.
En un informe difundido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) esta semana, el secretario basic del organismo, Antonio Guterres, asegura que más del 80% de quienes cruzan las fronteras de manera segura y ordenada son poderosos impulsores del “crecimiento económico, el dinamismo y la comprensión”.
Sin embargo, en un contexto de guerras, pobreza extrema, desigualdad hambruna, falta de consensos entre gobiernos y requisitos difíciles de cumplir por parte de los más vulnerables, entre otros, cruzar fronteras se ha convertido en la línea divisoria entre buscar mejores condiciones de vida o perderla en el intento.
Es la situación a la que por años se han visto sometidos miles de personas que intentan llegar a Europa desde países de Medio Oriente y el Norte de África, a bordo de embarcaciones precarias.
El mismo panorama se registra para quienes asumen el peligroso trayecto por vía terrestre desde países de Latinoamérica con rumbo a Estados Unidos, un destino al que no todos logran llegar.
“La migración no regulada a lo largo de rutas cada vez más peligrosas, el cruel reino de los traficantes, continúa generando un costo terrible”, reconoció Guterres en su mensaje.
La ONU indica que actualmente hay más de 280 millones de personas que viven en lugares distintos a donde nacieron. La cifra incluye tanto a la migración regulada como irregular.
Al menos 51.000 migrantes han perdido la vida en los últimos 8 años
Muertes y desapariciones son el lamentable común denominador de las peligrosas rutas para migrar.
En los últimos ocho años, al menos 51.000 personas murieron en medio del intento por llegar a una nación extranjera, indica la ONU. Los números en este sentido siguen creciendo día a día, pero detrás de cada cifra hay un ser humano.
“Una hermana, un hermano, una hija, un hijo, una madre o un padre”, señaló el alto representante de Naciones Unidas, al recordar que “los derechos de los migrantes son derechos humanos”.
“Deben ser respetados sin discriminación, e independientemente de si su movimiento es forzado, voluntario o autorizado formalmente”, agregó.
Ante los riesgos y precariedades, Guterres instó a “hacer todo lo posible” para evitar la pérdida de vidas, como un imperativo humanitario y una obligación ethical y authorized.
“No hay una crisis migratoria; hay una crisis de solidaridad (…) Hoy y todos los días, salvaguardemos nuestra humanidad común y aseguremos los derechos y la dignidad de todos”, subrayó Guterres, quien pidió mayores esfuerzos de búsqueda y rescate, atención médica y vías de migración basadas en derechos ampliadas y diversificadas.
El caso de la migración latinoamericana hacia Estados Unidos
La migración originada principalmente por motivos económicos y de inseguridad desde América Latina a Estados Unidos es una situación de larga information, también evidenciada en las denominadas caravanas de migrantes, predominantemente conformadas por personas provenientes de Centroamérica.
Pero en los últimos años se ha registrado una mayor visibilización de ciudadanos de Colombia, Haití y Venezuela, que intentan atravesar el denominado ‘hueco’, en la frontera entre México y EE. UU.
El pasado agosto, el Servicio de Inmigración y Management de Aduanas de EE. UU. Informó que 13.024 ciudadanos de Colombia intentaron ingresar a su territorio de forma irregular desde la frontera sur, para un complete en ese momento de 116.000 detenidos.
Se trató de un incremento del 4.000 %, en comparación con los 10.000 registrados en 2021 y menos de 3.000 en el 2020.
A ellos se suman miles de venezolanos, que tras años de disaster política y financiera en su país migraron inicialmente a otras naciones latinoamericanas, que hoy también ven mucho más afectadas sus economías.
Asimismo, Haití ha visto un aumento de los ciudadanos de su país que intentan cruzar a Estados Unidos. Si bien se trata de la nación más pobre del hemisferio, las precariedades se han profundizado.
Tras ser cuestionados en las llamadas caravanas migrantes sobre sus motivos para migrar, cientos de haitianos se refirieron al devastador terremoto que azotó a Haití en agosto de 2021 y al asesinato del presidente Jovenel Moïse, por lo que aseguran que temen regresar a un país que parece estar más inestable que cuando partieron.
Gobiernos como el de Estados Unidos y otros países insisten en la migración regularizada. Para el caso venezolano, el pasado octubre la Administración de Joe Biden informó que abre una vía legal para recibir hasta 24.000 personas originarias de la nación suramericana, pero simultáneamente emitió nuevas reglas difíciles de cumplir por parte de miles de afectados.
Las personas provenientes de Venezuela que aspiren al permiso de permanencia deben demostrar desde su país de origen que cuentan con un patrocinador en Estados Unidos. Es decir, una persona capaz de brindarles “apoyo financiero y de otro tipo”.
Los funcionarios examinarán caso por caso y quienes sean admitidos obtendrán una autorización para viajar vía aérea hacia el territorio estadounidense. Una vez allí podrán solicitar un permiso de trabajo.
No podrán acceder al programa aquellas personas que hayan sido deportadas de EE.UU. en los últimos cinco años, que entraran a Panamá o México de manera irregular o que traten de cruzar sin autorización la frontera con EE. UU.
Muchos de quienes han emprendido el arduo viaje afirman que no todas las personas afectadas por la aguda disaster tienen la posibilidad de cumplir con los requisitos. Entre ellos están las dificultades para adquirir un pasaporte o la falta de un sponsor en EE. UU.
Además, decenas de venezolanos denunciaron la separación de familias en la frontera.
Aunque en términos generales, la ONU pidió inversiones internacionales en los países de origen de quienes se ven forzados a migrar para garantizar que la migración sea “una opción y no una necesidad”, la raíz de las migraciones forzadas sigue sin resolverse.
Por el contrario, los origenes de la problemática se amplifican. Un mayor detrimento de la seguridad y una profundización de la pobreza en medio de la enquistada corrupción, la falta de oportunidades y efectos económicos derivados de la pandemia del Covid-19, entre otros, se encuentran entre las múltiples razones.
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