El 15 de abril de 2019 un horrible incendio devastó la catedral de Notre Dame, una joya arquitectónica del gótico, en pleno centro de París. Desde aquel momento, las autoridades francesas se conjuraron para restaurar el templo lo más pronto posible. Así, las tareas de reconstrucción de uno de los iconos de París no tardaron en comenzar, y algunos de los trabajos que se están llevando a cabo desde entonces en el edificio han profundizado en el subsuelo, con lo que es inevitable que salgan a la luz algunos elementos hasta ahora inéditos.
Fue a principios de 2022, cuando los arqueólogos que ayudaban en los trabajos de conservación descubrieron dos singulares sarcófagos de plomo en la zona del crucero de la catedral. Los ataúdes fueron exhumados durante una excavación preventiva antes de la instalación en el crucero de un gran andamio de unos cien metros de altura que serviría para volver a colocar la aguja de la catedral, que se había desplomado durante el siniestro.
Un entierro privilegiado
En realidad, los enterramientos dentro de las catedrales no son un hecho excepcional y es algo que se ha venido practicando a lo largo de la Edad Media y moderna. Pero estos dos ataúdes de plomo han llamado poderosamente la atención de los investigadores y desde su descubrimiento han sido objeto de estudio en el Instituto Forense del Hospital Universitario de Toulouse. Y ya han comenzado a desvelar sus secretos. Su materials, el plomo, así como el privilegiado espacio donde fueron depositados, reservado para la élite, ya sugería que debía tratarse de dos personajes importantes.
Su materials, el plomo, así como el privilegiado espacio donde fueron depositados ya indicaba que debía tratarse de dos personajes importantes.
Según han anunciado los investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP), los sarcófagos, elaborados con diferentes aleaciones, contenían los restos mortales relativamente bien conservados de un importante canónigo fallecido el día de Nochebuena de 1710 y de un aristócrata, probablemente un caballero, cuya identidad aún no ha podido ser confirmada.
El misterioso segundo enterramiento
Pero ¿quiénes fueron enterrados en estos ataúdes? Se sabe que en el primero yace un personaje llamado Antoine de la Porte, que fue uno de los grandes canónigos del templo y murió el 24 de diciembre de 1710 a la edad de 83 años, una edad muy avanzada para la época. Este rico e influyente eclesiástico patrocinó obras de arte que ahora están expuestas en el Museo del Louvre y también financió la restauración del coro de la catedral.
Los investigadores han revelado que en el inside del ataúd se conservaba el esqueleto del difunto, así como restos del cabello y de los ropajes con los que fue enterrado. Sobre la tapa se grabó un epitafio y se dispusieron tres medallas con la efigie del religioso, representado de perfil.
En el primero de los ataúdes fue enterrado Antoine de la Porte, uno de los grandes canónigos del templo que murió el 24 de diciembre de 1710.
Por su parte, el personaje enterrado en el segundo ataúd aún permanece en el anonimato. Una vez abierto, los científicos descubrieron el cadáver de un hombre de entre 25 y 40 años, y, según reveló una cámara con un endoscopio, el ataúd aún contenía los restos del sudario en que fue envuelto el cadáver, así como numerosos restos de hojas y flores depositados a la altura del cráneo (que presentaba una malformación), probablemente los restos de una corona de flores.
A diferencia de Antonie de la Porte, este segundo individuo al parecer fue embalsamado, algo que podrá ser confirmado cuando se realice el análisis del gran número de elementos vegetales hallados en el inside del ataúd. Según los investigadores, el análisis preliminar sugiere que se trataría de un hombre que habría sido jinete desde temprana edad, y cuya intensa actividad física es patente en las extremidades superiores. Todo ello hace suponer a los expertos que podría tratarse de un caballero perteneciente a la aristocracia.
Tras los pasos del caballero
Eric Crubézy, profesor de Antropología Física en la Universidad de Toulouse, ha remarcado que este segundo individuo sufría una “enfermedad crónica” que habría dañado gravemente gran parte de su dentadura. Sin embargo, Antonie de la Porte, el clérigo, presentaba una dentadura “extraordinariamente buena”. El experto también ha valorado que debió de tratarse de un hombre muy importante por el lugar privilegiado en que se dispuso su féretro en la catedral de Notre Dame.
Con todo, los investigadores aún no han podido desvelar la época exacta en la que vivió el caballero. “Si la fecha de su muerte se encuentra entre la segunda mitad del siglo XVI o principios del XVII es posible que seamos capaces de identificarlo en el registro de defunciones que tenemos. Si es anterior, probablemente nunca sabremos quién era”, concluye Christophe Besnier, director de los trabajos científicos.
‘Si la fecha de su muerte se encuentra entre la segunda mitad del siglo XVI o principios del XVII es posible que seamos capaces de identificarlo, cube Besnier’.
Estos son los primeros resultados que se han hecho públicos de un proyecto que tiene un largo camino por delante. Por su parte, los investigadores han comunicado que seguirán tratando de desvelar la identidad del joven y misterioso caballero.
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