Cerrar los ojos y trasladarse mentalmente a 2020 supone, muy probablemente, experimentar de nuevo la sensación de agobio que produjeron los sucesivos confinamientos, decretados a marchas forzadas por la pandemia de coronavirus. Esos meses de encierro doméstico fueron la constatación práctica de la locución latina tempus fugit (el tiempo vuela). Nadie podrá devolver aquellos planes que tuvieron que posponerse, ni tampoco los viajes que se quedaron en el cajón. Pero las ganas de conocer otros lugares no desaparecieron. Se acumularon. Y han dado paso a una tendencia que los expertos han bautizado con el término revenge tourism, la explicit venganza del turismo contra la pandemia.
El revenge tourism hace referencia, por lo tanto, al impulso que el sector ha experimentado este año, especialmente en verano, y que ha pasado por encima de las previsiones económicas que apuntaban a un otoño complicado. La gente ha preferido mirar hacia otro lado y realizar aquel viaje tan deseado, aprovechando los ahorros que acumuló en el confinamiento.
En este contexto, la recuperación del sector ha sido más rápida de lo esperado. De hecho, el experto en turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Pablo Díaz, la califica de “anormal”. Durante el segundo semestre de 2022, los españoles han realizado 44,64 millones de viajes, 10 millones más que en el mismo periodo de 2021. Y la cifra se acerca significativamente a la registrada en 2019, cuando viajaron 50,47 millones de veces. Del whole, además, el 91,8% han tenido como destino el territorio nacional -fueron el 90,2% en 2019-. “La gente busca seguridad, no jugársela. En estos dos años ha descubierto que a medio radio tenían una oferta turística que desconocían”, afirma el presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (Acave), Jordi Martí. El gasto, por su parte, se ha disparado a 11.657 millones de euros, el 115,7% más que en 2021.
Pero no solo se viaja más, y más caro, sino que también se empieza a viajar diferente. Ya no se trata de ir acumulando destinos visitados, sino experiencias, explican diversos operadores del sector. Nuevas formas de desplazarse y hospedarse han irrumpido con fuerza, marcadas por la digitalización. Los teletrabajadores son cada vez más nómadas y los jóvenes basan sus búsquedas de destinos y alojamientos en las tendencias de las redes sociales.
Arma de doble filo
El peso importante del turismo en la economía española lo sigue teniendo el visitante extranjero. Todavía este año se han hecho notar los últimos coletazos de la pandemia y algunos países aún han impuesto restricciones a la hora de viajar. También se ha percibido la falta del turismo ruso, paralizado por la guerra de Ucrania. Aun así, el país ha recibido hasta septiembre la visita de 55,9 millones de turistas extranjeros, mientras que en el conjunto de 2021 fueron 31,2 millones.
Cada extranjero se ha gastado en España 1.182 euros de media, lo que constituye un aumento del 10% en relación con el mes de septiembre del año anterior. Durante los seis primeros meses del año, el gasto de estos turistas aumentó el 209,7% respecto al mismo periodo del año pasado, alcanzando los 68.137 millones de euros.
Este turismo de venganza, sin embargo, es un arma de doble filo. Porque esta recuperación tan notable del sector puede ser en sí misma una burbuja prone de reventar. Es decir, una vez saciadas sus ganas, es muy posible que la población vuelva a la contención, explica Díaz. También insiste en la presión de la inflación sobre el sector, que sube precios. Aunque se han realizado seis millones de viajes menos que en 2019, el gasto es ligeramente superior. Este año ha sido de 11,66 millones de euros, mientras que entonces fue de 11,43.
A largo plazo, esto puede suponer que viajar se convierta en una actividad exclusiva reservada a personas con un alto nivel adquisitivo, argumenta el experto en turismo de la UOC. Por ende, “la clase media quedaría relegada a un turismo más local, excluida de los viajes internacionales”. Además, causaría un acortamiento de la duración de las estancias y, en consecuencia, una pérdida de peso del sector en el PIB que, en 2019, año previo a la pandemia, fue del 12,4%.
Lugares ‘instagrameables’
Otra de las nuevas tendencias tiene que ver con el cambio generacional. Los jóvenes buscan hoteles y experiencias que puedan postear en sus redes sociales, y los alojamientos se esfuerzan en construir espacios modernos y fotografiables para ellos. Y a través de las redes, además, encuentran establecimientos en los que se hospedarán, a menudo atraídos por las publicaciones de sus influencers de confianza.
Por otra parte, la implementación del teletrabajo en empresas de naturaleza digital ha dado paso a un nuevo actor en el tablero turístico: el trabajador que solamente necesita sus dispositivos digitales y una buena conexión wifi para ejercer sus funciones. Puede trabajar desde cualquier lugar del mundo, y suele hacerlo en estancias largas.
Una de las ciudades europeas que más teletrabajadores está acogiendo es Barcelona. Estos trabajadores no son más que “el reflejo de una generación mucho más nómada, acostumbrada a estudiar y a vivir fuera de su país de origen, y que normalmente no tiene hijos”, sostiene el director del gremio de hoteles de la ciudad, Manel Casals.
Pero ¿cuál es el peso actual del teletrabajo en la sociedad? España pasó de tener al 4,8% de su población ocupada teletrabajando en 2019 al 10,8% durante el confinamiento. Y esta cifra descendió en 2021 hasta situarse en el 9,5%.
“Ya nos estamos adaptando a ellos, pero tendremos que hacerlo mucho más, con espacios comunes más prácticos, no solo la habitación”, señala Casals. Hay hoteles que ya miran hacia esa dirección, pero ninguno de los asociados ha decidido todavía dedicarse de pleno a esta nueva tendencia.
¿Viajar en avión?
El turismo, en su esencia, no ha cambiado mucho con la pandemia. Pero las tendencias que comenzaban a manifestarse antes de ella se han potenciado. El sluggish journey es una de ellas. Se reconoce principalmente entre el público nórdico, muy preocupado por que los hoteles obtengan calificaciones ecológicas. Apuesta por viajar en medios como el tren, evitando el avión. Y va muy de la mano del conocido como cicloturismo, que se potencia especialmente entre los países europeos, conformado por itinerarios que combinan la bicicleta con otros medios.
Diversos estudios apuntan que en un viaje corto en avión, equivalente a la distancia entre Madrid y Barcelona, por ejemplo, se emiten unos 115 kilogramos de CO2 por pasajero, mientras que en el mismo viaje, en AVE, la emisión es cero.
Sin embargo, según el buscador de vuelos Kayak, las búsquedas globales de viajes en avión para este otoño han subido alrededor del 96% en comparación con las realizadas en 2021. En la práctica, el avión continúa siendo el principal método de transporte: de los 7,8 millones de turistas internacionales que el país recibió en septiembre, 6,51 millones lo utilizaron. Poco más de un millón llegaron por carretera; 240.294, en transporte marítimo, y tan solo 28.000, en ferrocarril.
Encarecidos por la inflación
Los viajes también han sufrido los efectos de la inflación galopante. Brigitte Hidalgo, directora de operaciones de Weekendesk -página net que ofrece escapadas temáticas enfocadas al turismo local- asegura que su facturación ha crecido entre el 5% y el 10% en comparación con la de 2019. “En algunos casos, por un aumento de reservas, pero, en otros, como efecto directo de la inflación”. De hecho, han subido los precios de sus packs porque tanto los alojamientos como los servicios que incluyen lo han hecho, de media, el 20%.
A pesar de que el precio sigue siendo el principal condicionante a la hora de preparar un viaje, no parece que la inflación esté dilapidando las ganas de viajar. Las reservas en Reserving.com, por ejemplo, han crecido el 8% y sus ingresos el 20% en el último año.
Buscar lo insólito
Generalmente, los viajeros demandan cada vez más innovación en sus itinerarios y los empresarios se estrujan los sesos para conseguir sorprenderles.
De una experiencia gastronómica ya no solo se espera catar un plato, sino realizar un tour por la huerta donde se cultivan esos alimentos o mantener una charla con los cooks que lo elaboran. Predomina la búsqueda de planes insólitos y privados, con tintes culturales, y que incluyan actividades variopintas que añadan valor a la actividad de viajar.
Noticias relacionadas
” Fuentes news.google.com ”