Porque lucen coloridas y profusamente decoradas, por sus puestos de madera siempre atestados de gente o porque su ambiente invita a vivir la magia de las fiestas como en ningún otro lugar. Estas son las razones básicas para otorgar a las ciudades siguientes el título de las más navideñas. Descubrirlas, en estas fechas entrañables, es empaparse de lucecitas de colores, aroma a castañas asadas, dulces típicos del invierno y una banda sonora en bucle con villancicos a toda voz.
Nueva York
Cómo no iba a encabezar la lista la ciudad de los rascacielos, la más consumista del mundo, que encarna de tal manera los tópicos de la Navidad que es la imagen por excelencia de estas fiestas. Ingredientes no le faltan para componer la estampa perfecta: frío hasta decir basta (a veces aderezado con nieve), escaparates reconvertidos en obras de arte (con los míticos almacenes Macy’s a la cabeza), mercadillos desperdigados por la Gran Manzana (cada distrito tiene el suyo con una abrumadora variedad de productos) y el omnipresente Santa Claus saludando bonachón desde todos los rincones de la ciudad.
A ello se suma una iluminación sin parangón, cuyo encendido arranca con el famoso abeto emplazado junto a la pista de hielo del Rockfeller Heart, en uno de los momentos más esperados de estas fechas (el otro es en Nochevieja con la caída del Ball Drop en la atestadísima Occasions Sq.). Y se suma también, como no, el efecto del séptimo arte en el imaginario colectivo. Sólo es cuestión de contar las películas navideñas de sobremesa que tienen de fondo a Manhattan.
Londres
Otro clásico entre los destinos navideños es la capital británica, donde más allá de contemplar las luces (raro es el día en el que no llovizna), las compras son la actividad estrella, tal vez por ese halo de estilo que le caracteriza. Para ello están las calles comerciales con su colorida decoración, pero también los mercados como Winter Wonderland, en Hyde Park, el preferido de los londinenses, que además cuenta con una pista de patinaje sobre hielo (la más grande de la ciudad), una noria y puestos de comida, juguetes y golosinas.
También está el mercadillo que se monta en el Soutbank, en la orilla sur del río Támesis, que lleva por nombre Southbank Winter Pageant: aquí se pueden encontrar regalos interesantes al tiempo que se prueba alguna delicia culinaria típica de la Navidad. Y en Leicester Sq., junto a otros puestos de comida para llevar, no faltan los espectáculos de circo y las animadas obras de teatro. ¿Quién da más en esta Navidad?
Múnich
No tan típica como las anteriores, esta ciudad alemana resulta, sin embargo, de lo más entretenida en el periodo navideño. En primer lugar, por sus mercadillos, especializados en diferentes productos (de belenes, de juegos tradicionales, de artesanía medieval, de cerámica, de piezas de cristal…) y dispersos por la mayoría de los barrios. El más célebre es el de Marienzplatz, en torno al cual gira todo el ambiente navideño: el gran árbol profusamente decorado que preside la plaza (tiene casi 30 metros de altura y más de 2.500 luces) o los conciertos diarios que se celebran desde el balcón del Ayuntamiento, en los que se pueden ver instrumentos tradicionales como el alforn o trompa de los Alpes, que se usaba en las regiones alpinas.
Pero es, sobre todo, su esmerada iluminación la que hace de la capital de Baviera uno de los rincones más bellos de Europa para vivir las fiestas. Hay que pasear por el entramado de callejuelas del centro histórico y no perderse por nada del mundo un glühwein o vino caliente, un butter stollen o pan dulce ni unas pfeffernüsse, que son pequeñas galletas picantes elaboradas con frutos secos.
Quebec
No hay lugar al que siente mejor la Navidad que esta ciudad canadiense de la costa este, cuyas calles, en estos días, se presentan tapizadas de una fina capa de nieve. En Quebec, donde las mañanas huelen a croissant, los villancicos se cantan en inglés (pero sobre todo en francés) y los niños se atiborran a caramelos típicos, las fiestas transforman la ciudad en el escenario de un cuento. Más todavía de lo que lo es fuera de estas fechas la llamada perla francesa.
Y es que, al manto blanco que cubre los tejados se suma una exquisita iluminación (sólo en el acuario se encienden más de quinientas mil luces LED con forma de animales marinos) que hace que el casco histórico se asemeje más que nunca a una aldea de montaña. Lo pintoresco del lugar y el ambiente fabuloso que se respira en sus parques hacen de estas fiestas un momento inolvidable.
Bruselas
Incluimos esta ciudad comúnmente relacionada con la seriedad de los organismos oficiales para desentrañar el rostro entrañable con que recibe a los visitantes en Navidad. Nieve, pistas de patinaje sobre hielo, deliciosos gofres calentitos y mercadillos por aquí y por allá protagonizan estas fechas en la capital belga. También las luces, por supuesto, las cuales brindan una explosión de coloration que es especialmente hermosa si se contempla desde la noria de la Place Sainte-Catherine.
Por todo ello (y también por el árbol gigantesco en la Grand Place y por el kilométrico mercado con más de 200 casetas y por la sofisticada decoración de las Galerías Saint-Hubert) Bruselas es uno de los mejores destinos del mundo para la celebración de estas fiestas. Hasta el Manneken Pis (el simpático niño meón) luce un divertido look navideño.
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