Tras dos horas de exposiciones y debate, las conclusiones apuntaron a la necesidad de reducir el número de cruceros y su tamaño, que sean menos contaminantes y que se apliquen nuevas normativas respecto a sus emisiones y a restricciones de navegación en áreas marinas protegidas. Un ejemplo: en Galápagos no se acepta ningún barco con más de cien pasajeros. Los tres participantes destacaron que, en base a datos científicos, el tráfico precise de cruceros causa graves impactos en el medio ambiente, la salud y el bienestar, mientras que los beneficios locales en los destinos «son muy dudosos».
En este sentido, Josep Lloret enumeró todos los perjuicios provocados por la actividad de los cruceros en el mundo, «que desde luego no tiene nada que ver con el turismo sostenible». Lloret explicó que «el Mediterráneo ocupa el segundo lugar del mundo en actividad de cruceros, con el 20 %, por detrás del Caribe, con el 40 %. Antes de la pandemia, el Mediterráneo tenía hasta 28 de millones de pasajeros de cruceros».
El physician en Biología apeló a una planificación marítima que proteja las zonas marinas protegidas y sensibles (como los corredores de cetáceos) y destacó los efectos negativos sobre la fauna y la flora de los ecosistemas marinos, las colisiones con animales y que las dos terceras partes de los desguaces de barcos se realizan en países en vías de desarrollo, con una alta contaminación.
Otras cuestiones tratadas se refirieron a las aguas residuales y los restos de comida. Las primeras se pueden lanzar al mar a partir de 12 millas y los segundos no tienen limitación, según Arcadio Barbas. Se calcula que los cruceros arrojan al mar anualmente unos 800 millones de litros de aguas residuales. Respecto a los residuos, los expertos señalaron que los cruceros representan el 1 % de la flota mundial, pero generan el 25 % de sus desechos. Como dato positivo, se indicó que la Organización Marítima Internacional ha acordado que el Mediterráneo sea en 2025 zona de management de emisiones de óxidos de azufre. Los combustibles de los buques tendrán un máximo del 0,1 % de azufre.