Para empezar, unos garbanzos con bacalao. Jose Vicente Herreño le sirve de una gran pota un plato de garbanzos a Miguel Junquera, un cliente recurring, en la terraza de una conocida sidrería de la calle Gascona. Es el primer plato del menú del Desarme que hoy, en su jornada grande, consiguió llenar los restaurantes de la capital asturiana y sirvió para forjar amistades entorno al mantel. “Vengo siempre, nunca fallo a la cita”, cube el segundo. El primero reconoce que este año estas jornadas gastronómicas que aspiran a ser de interés turístico nacional “van bien”. “Hay mucha gente, tenemos muchísimas reservas. Para hoy lo tenemos todo lleno”, resaltó Herreño. Junquera es uno de los que se atrevía a degustar el menú en la terraza, bien pertrechado. En una de esas cerradas.
De segundo, callos. Julián Alonso y Jorge Fernández son dos angentes de viajes, el segundo de ellos continúa en activo, que junto a otros diez colegas comparten mantel en otro céntrico restaurante de la capital asturiana. Son fieles al Desarme. “Todos los años nos reunimos aquí, en la misma mesa y los mismos”, asegura Alonso. No desmerecen ninguna jornada gastronómica. “Somos de esa época dorada de las agencias de viaje, cuando aquí había más de cincuenta de estos negocios”, destaca. El mundo va cambiando, las costumbres de los consumidores también han variado. Ahora las reservas se hacen de forma mayoritaria por web, pero el menú del Desarme no ha variado durante estos últimos años. “Nosotros empezamos haciendo las relaciones de pasajeros que ocupan un avión a palote cruzado, con un folio, poniendo unas líneas y tachando según se vendían los billetes, y el primer ordenador yo lo tuve cuando ya llevaba diez años con el negocio”, destaca Alonso. Eran otros tiempos.
De postre, arroz con leche. Junto a la Catedral de Oviedo, comparten mesa un grupo de antiguas trabajadoras del Banco Herrero. Llevan cinco décadas sin faltar a la cita, aclara una de ellas. Son todas mujeres. “En el departamento del banco en el que trabajábamos éramos todas chicas. De aquella éramos las únicas mujeres”, aclara Eugenia Martínez, una de las portavoces del grupo. Ahora, el mundo ha cambiado. Pero ellas continúan siendo fieles a su cita, el menú sigue siendo el mismo.
Y para aderezarlo todo, vino o sidra. José Luis Cuesta, hostelero ovetense, asegura que “lo del Desarme va bastante bien, nos fastidió un poco el tiempo, pero bien”. En otro restaurante un grupo de empresarios de alojamientos rurales de Castilla La Mancha también compartía el menú del Desarmen. Eran los primerizos, su primera vez. Llegaron a café impresionados.
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