Con el endurecimiento del cepo para el turismo, a partir de la implementación del denominado “dólar Qatar”, viajar al exterior será una odisea para los argentinos.
El encarecimiento de los costos, la prohibición del pago en cuotas con tarjetas de crédito y los topes en pesos para gastos en dólares por este mecanismo hará que la compra de pasajes internacionales y los consumos fuera del país requieran una ingeniería.
En cierta forma, significará un retorno a los 70 u 80 cuando los viajeros debían moverse con efectivo o, en el mejor de los casos, apelar al uso de los journey checks, un sistema muy well-liked en aquella época.
También para realizar los pagos a las agencias será engorroso por la cantidad de billetes que hay que trasladar si el dinero proviene de dólares bajo el colchón. Un pasaje de u$s1.000 son unos $320.000 o más. Si se trata de una familia tipo, hay que movilizar más de 1.200 billetes. Es cierto que se puede pagar en dólares “blue” al cambio que tome la agencia, pero muestra una práctica que no existe en cualquier país regular.
Otra dato en contra es que pagar en efectivo tiene un recargo de 5% sobre el costo closing del pasaje porque, en algún momento, se buscó desalentar el “cash” para evitar la economía en “negro”, fomentando el uso de tarjetas o transferencias.
La principal consecuencia de la medida será una baja de la demanda en los próximos meses que reducirá aún más el movimiento de este segmento de la actividad ya golpeado desde hace años.
Si se toma el acumulado de los primeros nueve meses del año, la salida de pasajeros se encuentra alrededor de un 50% debajo del nivel del 2019, previo a la pandemia y al inicio de la gestión kirchnerista.
Es decir, según el problema de falta de divisas que plantea el Gobierno nacional, el Banco Central no está en condiciones de atender hoy una demanda de dólares por este rubro que es la mitad de la que existía tres años atrás.
La caída de la demanda no se percibirá en una baja de viajeros en el corto plazo ya que los servicios aéreos ya tenían un alto nivel de ocupación y, en los últimos días, se anticiparon ventas, para escaparle al nuevo recargo impositivo. Sn embargo, en las agencias de viajes y las aerolíneas ya está proyectando un mercado más chico.
El dato negativo que acompaña este cambio de tendencia será una baja del turismo receptivo. Los vuelos deben tener un equilibrio de ocupación de los aviones que salen y llegan. El nivel óptimo es un piso del 80%. Si hay menos demanda interna, las aerolíneas deberán reducir frecuencias o viajar con aviones más chicos para que los vuelos emisivos trabajen con el nivel de ocupación necesario. Eso significará que menos turistas extranjeros podrán venir, lo que implica menor cantidad de dólares que ingresen.
A esta altura está claro que, más allá del problema de divisas, al Gobierno lo mueven otros motivos para frenar la salida de viajeros y tiene que ver más con una cuestión ideológica. Abundan ejemplos en los que se privilegia lo político a la recaudación de impuestos. El segmento automotor de autos de lujo es una clara muestra donde de restringe su ingreso sin una lógica económica.
El sector de la sociedad que hace turismo al exterior -clase media y alta- no es en basic el núcleo de sus votantes. Pese a las restricciones, esta parte de la sociedad seguirá viajando y busca alternativas para eludir las restricciones. Por ejemplo, en los últimos días hay un fuerte crecimiento de las consultas para volar desde la capital uruguaya a destinos de Estados Unidos o Europa.
“Desde hace unas semanas, pero especialmente estas dos últimas, tenemos muchas llamadas de argentinos que averiguan para volar desde Montevideo”, reconoció a MDZ Pablo Rodríguez, de la agencia Abtour Viajes de esa ciudad.
Un pasaje directo a Madrid para noviembre, saliendo de la capital uruguaya, cuesta entre unos u$s1.300 por Air Europa. Si la fecha de viaje se corre para junio próximo, el valor parte de los u$s970. A Miami, por COPA o Latam, se consiguen pasajes por u$s980 para noviembre y bajan a u$s780 para junio del 2023.
Muchos argentinos, especialmente los que viven en el AMBA, están analizando viajar, vía Uruguay, partiendo desde Buenos Aires por transporte fluvial. Si bien los valores tienen mucha variabilidad, las tarifas que se consiguen son similares o más accesibles de lo que se paga desde Buenos Aires
Un dato importante que está sucediendo en Uruguay, además de la demanda de pasajes, tiene que ver con la apertura de cuentas bancarias en ese país que permite acceder a tarjetas de crédito con mayores niveles de consumo. Esto permite abonar los pasajes y los consumos en el exterior sin dificultad y se evita pagar el recargo que implica hoy el “dólar Qatar” sobre el “blue”. Con los límites en peso actuales, los “plásticos” emitidos en Argentina se agotan rápidamente con gastos en dólares o euros.
“Me abrí una cuenta en Uruguay hace unos meses y cuando viaje me moveré con la tarjeta de crédito que me dieron. Tengo mayor capacidad de gasto y me evito estar atrapado por todas las restricciones argentinas. Lo único que me va a sacar el Estado argentino son los impuestos por los pasajes en Buquebús”, dijo a MDZ un viajero argentino.
Algo comparable sucede, en cuanto a los pasajes, con Chile. En las agencias de viajes de Santiago, también reconocen el aumento de la demanda en los últimos días.
“Desde hace dos meses estamos teniendo muchos llamados de argentinos que quieren viajar a Europa o Estados Unidos, vía Santiago. Especialmente de provincias limítrofes como Mendoza”, aseguró a MDZ Jorge Rojas de la agencia de turismo Destino Chile.
Desde la capital chilena, los pasajes a Madrid para noviembre rondan entre u$s1.100 y u$s1.300 por Latam, mientras que para Miami hay ofertas entre u$s495 y u$s 560 por COPA o Latam, para el mes próximo, valores similares a los que se consigue para junio a ese mismo destino.
” Fuentes www.mdzol.com ”