Mi primer recuerdo de un viaje en tren fue hace tantos años que da susto recontarlos. Aquella madrugada de verano nos fuimos toda la familia acarreando las maletas sobre las vías, de Llaranes a Villalegre, para tomar el tren hasta Villabona, donde debíamos cambiarnos al que hacía el recorrido Gijón-León. Eran nuestras primeras vacaciones familiares. El destino, Benavides de Órbigo, donde fuimos los primeros veraneantes.
Son ya innumerables los viajes en ferrocarril, en Cercanías, en Larga Distancia o en AVE, acumulando un buen número de anécdotas e incidencias. Averías, arrollamientos, pasajeros que saltan desde el tren en marcha o retrasos de causa indeterminada. Pese a todo, sigue siendo mi transporte favorito.
El tren permite leer, dormir, contemplar el paisaje, cosas imposibles en el vehículo privado y difíciles en otros medios. Volví a viajar en tren días después de que una vaca decidiese resguardarse del calor a la sombra de un túnel en la rampa de Pajares; a la vaca le costó la vida, a los viajeros del Alvia un appreciable retraso. Ese día no hacía tanto calor como para encontrarnos un rebaño bajo el túnel, pero la primera incidencia fue el cambio a un modelo diferente de tren en el que no había correspondencia con el número de asiento contratado.
Pese a tratarse de un tren más incómodo y ruidoso, viajábamos en hora. Sin embargo, poco después de Valladolid se nos informó que en Segovia haríamos transbordo a un tren modelo AVE, en el que ocuparíamos el asiento inicialmente contratado.
El cambio de tren fue caótico. En varios casos no existían los asientos asignados, entre otros, el mío. Dos personas que viajaban con silla de ruedas tardaron en lograr que alguien se ocupase de ellas para subirlas al nuevo tren. Pasaban los minutos y una de ellas permanecía sobre su silla en medio de un andén prácticamente vacío mientras la persona que lo acompañaba buscaba desesperadamente ayuda para subir al vagón; la escena parecía sacada de una película de Berlanga. En medio del caos, decidí, al igual que varios viajeros, hacer el resto del trayecto de pie hasta Madrid; toda una experiencia.
Viajar a Madrid en tren puede ser una aventura de ultimate incierto. La semana pasada este periódico informaba de las pruebas del nuevo tren que se pondrá en circulación una vez que entre en funcionamiento la Variante de Pajares [ese “tren bala” que estrenará la Variante ya circula en pruebas por León, a 330 km/h]. ¿Podremos a partir de esa fecha ir y volver en el día a la capital sin sobresaltos y sentados en nuestro asiento?
” Fuentes www.lne.es ”