Colmenar de Oreja
Su plaza Mayor, la iglesia de Santa María la Mayor y el museo Ulpiano Checa, dedicado a este pintor oriundo de esta villa madrileña y especialmente conocido a finales del siglo XIX, hacen que simplemente este viaje a Colmenar de Oreja merezca la pena. Su historia está ligada al castillo de Oreja, una fortaleza de origen prerromano ubicada en un enclave estratégico para controlar el río Tajo, y a la tradición vinícola, que ya se llevaba a cabo en la época romana.
Los hornos donde se cocían las tinajas del vino y el aceite hicieron de esta zona en el pasado un gran centro industrial, además de ser también famosa por sus canteras, de las que se ha extraído piedra para la construcción del Palacio Actual de Madrid y el de Aranjuez, así como para innumerables monumentos de Madrid. En la actualidad, uno de esos atractivos son sus cuevas excavadas en la piedra de origen centenario, además de cuevas subterráneas, donde se guardaban y se siguen guardando unos vinos que pertenecen a la Denominación de Origen Vinos de Madrid.
No hay que dejar de visitar el Mirador de los Barrancos, desde donde visualizar las mejores vistas del Valle del Tajo y de los primeros pueblos de Toledo, ni pasear por la Vía Verde del Tajuña, un recorrido de 14 kilómetros que tiene como eje la vía férrea que unía este pueblo con Chinchón.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”