El hambre de la industria turística está devorando los preciados territorios de las islas del Caribe Mexicano con la frenética construcción de cuartos de resort: en promedio, entre 2005 y 2020, se edificaron 138 por día, es decir, prácticamente seis cada hora.
Este descomunal crecimiento ha generado una atracción despiadada de mano de obra para cubrir la demanda de servicios a tal grado que, en esos 15 años, a Isla Mujeres, Cozumel y Holbox han inmigrado, en promedio, cinco habitantes cada 24 horas.
Y, aunque a cada uno de estos polos turísticos este maremoto de población flotante y migrante le ha causado diferentes dolencias, comparten la sobredemanda de agua potable, la falta de drenaje o deficiencia en el tratamiento de aguas negras y las frecuentes inundaciones por las diluviales lluvias veraniegas del trópico.
El problema empieza desde la base, el suelo: como en el resto de la Península de Yucatán, la mayoría de los hogares y negocios utiliza fosas sépticas para “tratamiento” de 58.3 por ciento de las aguas residuales, pero este sistema, ni siquiera está recomendado para la zona, tal como advierte el Programa Hídrico Regional 2021-2024, simplemente porque “no hay gente capacitada para construirlas funcionales”.
Además, este sistema es obsoleto: “nació” muerto -hace 25 años, con la NOM-006-CNA-1997- porque no contemplaba el karst, que predomina en el Sureste del país, cuya principal característica es que deja pasar casi todo lo que arrastra el agua.
No es un problema menor: en Isla Mujeres, por ejemplo, según el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), 14 mil toneladas de heces fecales son filtradas al subsuelo, en 11.5 millones 250 mil metros cúbicos de aguas residuales. La dimensión de esta cantidad de líquido es inimaginable: equivale a llenar un tinaco de 600 litros en casi 19 millones de hogares.
Vamos a Cozumel… es un territorio con “heridas” abiertas por todos lados: Incontados cenotes se encuentran a flor de piel, en lugares públicos, sin protección y reciben todo tipo de contaminantes, desde jeringas, hasta tanques de gasoline, muebles y materiales de construcción, todo de desecho, advierte el subdirector de Ecología, Germán Yáñez Mendoza.
Esta purple de dolinas está conectada a sus únicos dos acuíferos, su preciada agua dulce que ya comienza literalmente a salarse.
Holbox, el más pequeño de los tres territorios flotantes, que hace tres décadas tenía un puñado de pobladores, casi todos dedicados a actividades primarias como la pesca, se despierta hoy todos los días con tres veces más personas que las que hoy lo habitan (mil 800 personas); es un incontenible huracán de turistas, pero también de trabajadores, quienes llegan para satisfacer la exigencia de hasta 5 mil visitantes los fines de semana.
Pero la isla enfrenta este devastador fenómeno sin agua suficiente -depende del bombeo de un sistema en tierra firme- y sin drenaje pluvial que absorba unos aguaceros torrenciales que, año con año, empujan su récord de lluvias hasta 877 mm, muy por arriba de la media nacional, de 779 mm.
El panorama para las tres islas es tan negro como los nubarrones de un aguacero de agosto que impide ver una solución pronta a cada uno de los dolores que las aquejan: en Isla Mujeres, por ejemplo, Aguakan, la empresa concesionaria del sistema de agua y alcantarillado, aumentó su utilidad neta 40%, pero redujo 23% su inversión en la purple.
En Cozumel, ni siquiera hay un censo de cenotes en zonas desprotegidas de la ciudad y la última limpieza que se recuerde de alguno de ellos fue hace 25 años. En Holbox, la “solución” a las fosas sépticas fue colocar “primos hermanos”, llamados “drenaje de vacío”, con un sistema de bombeo; pero, para su infortunio, uno de cada tres pesos destinados a este programa se fue por el caño: no se usó.
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CG
” Fuentes www.poresto.net ”