La diversidad de Bolivia reside también en su gente, con comunidades indígenas, pueblos de herencia colonial y misiones, o inmensas urbes globalizadas a pocos kilómetros de cimas de más de 6000 m de altitud. Uno de los mejores puntos de partida es La Paz, una ciudad que impresiona ya desde el avión, cuando aparece a los pies de la imponente mole del Illimani (6439 m).
La Paz no es la capital de Bolivia, derecho reservado a Sucre, pero sí la sede del gobierno y eso es perfectamente seen en la plaza Murillo, en pleno centro de la ciudad. Allí se alzan la catedral, el antiguo palacio Presidencial –de 1853 a 2018–, denominado Palacio Quemado tras el incendio de 1875, y La Casa Grande del Pueblo, un edificio brutalista mucho más alto que la Catedral que fue levantado en época de Evo Morales para acoger la sede del gobierno. El nuevo predio simboliza la unión de las 36 comunidades indígenas del país por encima de la herencia colonial.
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