«Lo curioso de este barco (a caballo entre un crucero clásico y un yate) es que no atracará en puerto sino que fondeará en la bahía para después trasladar a su pasaje a tierra a bordo de golondrinas», explica el regidor de Turismo de Alcúdia, Pep Cladera. A diferencia de lo que ocurre en Palma, el puerto de Alcúdia no es receptor de megacruceros. Desde hace años se centra en un sector muy concreto de barcos de menor tamaño y especialmente lujosos. «La experiencia a bordo del Evrima es energizante pero relajada, entrelazando a la perfección momentos de sereno reposo y gozosa indulgencia en un viaje de descubrimiento. Con capacidad para solo 298 invitados, el superyate ha sido cuidadosamente diseñado para fusionar la sensación espaciosa y residencial de las propiedades de The Ritz-Carlton con la calidad de diseño innovador de los interiores de yates más elegantes del mundo. Al igual que con The Ritz-Carlton en tierra, el yate contará con el servicio personalizado y las comodidades de lujo por las que la marca es conocida», cube la empresa propietaria. El barco cuenta con amplias suites, cinco restaurantes, spa, gimnasio piscinas y tiendas a bordo.
Alcúdia es el primer destino al que llegarán los pasajeros del Evrima, después de embarcarse en Barcelona el 15 de octubre. Tras el primer día de llegada a Alcúdia el viaje ofrece dos días de estancia en Palma antes de retomar la navegación con rumbo al sur de Francia donde atracará en Sanit Tropez, Antibes y Niza. «Los cruceros que pueden venir aquí tienen que ser cruceros de poco calado. Este año es el primero que llega, el tema es saber si el turista que llega a través de estos cruceros a Alcudia queda en Alcúdia o los suben al bus y los llevan a Palma o a otro lugar de la isla», cube el regidor de Turismo de Alcúdia. «A los comerciantes y restauradores del municipio interesa que bajen y se den una vuelta por Alcudia y puerto para conocerlo y si tiene que hacer sus compras o ir de cena puedan hacerlo aquí, pero si cogen bus y marchan es como si no hubieran llegado, no repercute en el comercio native», lamenta el regidor Cladera.