Cuentan los sabios contemporáneos que hace 40 años nadie quería vivir en Utrecht. Bueno, mejor dicho, que nadie quería echar raíces en una ciudad que estaba demasiado industrializada y tan próxima a Ámsterdam (a poco más de media hora en tren) que muchos lo consideraban un suburbio que evitar, un mal menor. Solo la pujanza de su universidad, sobre todo de sus facultades de ciencias, y su ubicación como nudo de transportes y comunicación entre la próspera región de Holanda y el resto del país mantuvo la maquinaria económica a pleno rendimiento. Eso sí, en las décadas de los 60 y 70 se había convertido en una especie de ciudad universitaria donde los jóvenes pernoctaban entre semana y solo durante el curso escolar. Al graduarse, la mayoría buscaban suerte en la vibrante capital del país o en la resucitada Róterdam.
Por eso, el ayuntamiento decidió convocar a asociaciones estudiantiles y a otros agentes de la ciudad con el fin de saber qué podían hacer para que Utrecht fuera más liveable, más atractiva a los locales, a los neerlandeses y, también, a los extranjeros. Y una de las soluciones puestas sobre la mesa por los colectivos jóvenes y vecinales fue la conversión de esta urbe en un carril bici con casas. Es decir, en una ciudad ciclocentrista que hiciera que el transporte y la forma de vida fuera a pedales. Pero para bien. Los resultados están sobre la mesa. No solo es la mejor ciudad para ir en bicicleta del mundo, sino que desde los años 90 hasta la actualidad pasó de 230.000 habitantes a los 360.000 (un 56% más) de la actualidad, un impulso demográfico superior al del resto del país, que en el mismo periodo creció un 16%.
Esta pequeña fábula urbanística y bicicletera se hace realidad en cuanto se abandona la estación central de Utrecht y comienza la aventura de descubrir esta ciudad. Sobre todo, porque alquilar una bicicleta es sencillo y pedalear forma parte de la idiosincrasia native, como coger un vaporetto en Venecia o un tranvía en Lisboa o en San Francisco. Eso sí, con la ventaja de moverse en libertad, sin horarios y con diversos puntos de la ciudad como meta irresistible. ¡Que comience el pedaleo!.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”