“Me mudé a Milán durante tres años para descubrir la historia de las firmas más destacadas del Salone del Mobile. Me reuní con ellas, conviví con ellas, y comprendí la belleza y la complejidad de cada de uno de los diseños –explica Rita–. He ido eligiendo las piezas guiada por mi instinto y mi olfato, y a lo largo del camino han surgido hermosas coincidencias entre los diseñadores y la historia de Herdade da Malhadinha Nova”. Si el contenido es importante, el continente no lo es menos: la rehabilitación de las villas ha contado con destacados profesionales y artesanos de Portugal. “Los suelos de barro de toda la finca han salido del horno de un artesano del pueblo, así como las cabezas de esparto o los tapices”, señala. En cuanto a los acabados de las paredes, estos llevan la firma de Matteo Brioni.
Una bodega para reivindicar la idiosincrasia del entorno
El Bajo Alentejo es una de las regiones con menor densidad de población de Europa, lo que en nuestro país equivaldría a ‘la España vaciada’. Sus gentes (los alentejanos) son cariñosamente conocidos en Portugal no solo por su cálida hospitalidad, sino también por su estilo de vida calmado y armonioso. Pero las condiciones sociales y económicas obliga a muchos de ellos a emigrar a Lisboa u Oporto. Y esa es precisamente la gran obsesión de la familia Soares desde que nació Herdade da Malhadinha Nova: crear riqueza en el propio lugar y reinvertir los beneficios.
“Nunca quisimos inventar nada que no existiera”, cuenta Rita. “La thought ha sido siempre contar con el talento del propio entorno y reivindicar la idiosincrasia de aquí. No hemos pretendido otra cosa que no fuera glorificar la maravillosa tradición artesana de Albernoa, así como la calidad de las materias primas que cosechamos”. Se refiere a la miel, el aceite de oliva, las naranjas, los limones, los higos y, por supuesto, la uva de los viñedos.
El buen desempeño como empresarios de la distribución de vino y espirituosos en el Algarve animó a los Soares a cumplir el sueño de fundar su propia bodega. Tras adquirir Herdade da Malhadinha Nova en 1998 y anexionar diez años después los terrenos de la finca contigua, Herdade do Ancoradouro, el propósito de convertir el complejo en un icono del enoturismo siempre ha sido su mayor ilusión. Hoy cuentan con 80 hectáreas de viñedos y decenas de variedades: Monte da Peceguina (tinto, blanco y rosado), Malhadinha (tinto, blanco y rosado), monovarietales elaborados a partir de un solo tipo de uva (cuando la añada lo permite: Aragonês, Touriga Nacional, Antão Vaz, Verdelho y Arinto), etc. Como es obvio, los huéspedes pueden visitar las viñas y conocer la bodega, así como participar en diferentes catas.
El concepto de ‘lujo portugués’ y la arquitectura de Manuel Aires Mateus
El concepto de ‘lujo portugués’ vertebra toda la experiencia de la finca. Desde las actividades que se pueden contratar (equitación, gastronomía, deportes, fotografía, etc.) hasta el valor del tiempo que señalan las viñas. Los portugueses conocen bien el esfuerzo y el tiempo que implica crear cosas de calidad: textiles, cerámica, azulejos, gastronomía, vino… No son impacientes porque saben que las cosas buenas necesitan su tiempo y su maceración. Y eso es lo que se desprende de la historia de este refugio turístico del Bajo Alentejo.
En whole, Herdade da Malhadinha Nova se compone de seis edificios. Monte da Peceguina fue la primera casa que se abrió en 2008: se trata de un arquitectura típica del Alentejo con 750 m2 y dividida en diez habitaciones, dos piscinas y decenas de espacios para spa, biblioteca, jacuzzi, porches y terrazas. Por su parte, Casa das Pedras es la villa perfecta para quienes buscan intimidad, pues sus cuatros suites minimalistas (todas con piscina y terraza) ofrecen una vista única de la Ribeira de Terges, un riachuelo que llegó a ser navegable.
” Fuentes www.revistaad.es ”