No tendrá el glamour del paseo en Vespa de Audrey Hepburn y Gregory Peck, pero la línea C del metro de Roma va camino de convertirse en un destino turístico en sí misma, tal como ocurre con algunas estaciones en Moscú o en Estocolmo. Y es que esta infraestructura, que viene a poner un poco de orden en el poco eficiente transporte público de la ciudad, no solo permite viajar en el espacio, sino que lo hace también en el tiempo al modo de un palimpsesto urbano. Y eso es un reclamo difícil de ignorar.
El concepto “palimpsesto urbano” se lo inventó el arqueólogo Martin Biddle cuando comenzó a pensar en cuál period el ámbito de trabajo de la arqueología en las ciudades modernas, en cómo podía ponerse en valor el tejido histórico sin que los movimientos migratorios masivos y la tecnología lo arrasara antes. “La pérdida de la identidad urbana -avisaba el de Oxford en su intervención durante el Colloque international d’archéologie urbaine celebrado en Tours en 1980- implica la pérdida de todos los puntos de referencia que permiten al individuo mantener lazos personales con el lugar en el que vive y trabaja, con la experiencia de su pasado. Esa pérdida constituye una amenaza para el individuo y para la sociedad misma”.
Para los viajeros que busquen más planes que hacer en Roma:
Próxima estación: el siglo III d. C.
La concreción más visible de la línea C del metro de Roma se encuentra en la estación de San Giovanni, abierta al público en 2018 después de un retraso de varios años en su construcción. El motivo del retraso: uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos en Roma.
La estación de la línea C de San Giovanni se encuentra próxima a la Archibasílica de San Juan de Letrán, la sede episcopal del obispo de Roma, justo enfrente de la Porta San Giovanni. Su acceso a través de las escaleras automáticas se diseñó como una estratigrafía en la que se señalan los distintos períodos arqueológicos atravesados hasta llegar a la cuota del vestíbulo, a unos 14 metros de profundidad. Es el nivel donde se encontró una gran finca rural de la primera mitad de la época imperial con un inmenso estanque de agua revestido de losa hidráulica que, se calcula, podía haber llegado a almacenar más de 4 millones de litros de agua.
El complejo rústico está fechado entre el siglo I y mediados del siglo III d.C., cuando fue abandonado y acabó convertido en un lodazal. Curiosamente, el lodo lo conservó todo como si fuera una cápsula del tiempo. Fue el Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales y la Superintendencia Especial para el Patrimonio Arqueológico de Roma (SSBAR) el que exigió un proyecto de remodelación específico dentro de los espacios de la estación destinados al público, que sirviera para narrar la historia del sitio a través del reposicionamiento de parte de las estructuras y artefactos antiguos encontrados en el vaciado. Es decir, que la infraestructura del metro se musealizara, de modo que cuando el usuario picara su billete para viajar en el metro se encontrara de pronto en un lugar sorprendente, una ventana abierta a otro tipo y no un easy espacio de transición al andén.
Kilómetros saturados de historia
La línea C de Roma empezó a construirse en 2007 para conectar el cuadrante este con el cuadrante noroeste de la ciudad y aún no se ha completado. Partiendo de la terminal de Pantano, en el Municipio de Monte Compatri, la línea se extiende cerca de 25,6 km, de los cuales un complete de 16,5 subterráneos, cruzando barrios históricos de la ciudad. El plan cuenta con 30 nuevas estaciones, de las que 22 están ya operativas, aunque faltan todas las paradas dentro de las murallas aurelianas.
Se espera que para el próximo año 2023 se le sume a la de San Giovanni la estación de Amba Aradam, donde se ha encontrado un cuartel romano que data del siglo II d. C., con más de treinta habitaciones, decoradas con frescos en las paredes y pisos de mosaico de excepcional valor. Pero estas estaciones no son lo único que ofrece la línea C del metro de Roma. Aunque pueda no ser del mismo calado visible, el trabajo para asegurar los edificios y monumentos históricos (más de 50) con los que entra en interacción el metro es important. De él dependen tumbas y fosas rituales de una necrópolis, antiguos trazados viales, canales agrícolas y grandes villas suburbanas, así como segmentos de acueductos de época republicana y otros de época imperial y antiguos hornos.
Explicó Martin Biddle en el coloquio de Excursions en 1980 que los sustratos históricos de las ciudades son extraordinariamente frágiles, que no son estáticos, sino que mutan en perpetua evolución con el horizonte urbano precise y que cada vez el cambio es más acelerado. El promedio de entre 8-10 m por día con el que avanzan las tuneladoras de la línea C del metro de Roma se antoja una metáfora de ese ritmo de evolución al que se refería el arqueólogo. Por suerte, en Roma han querido que para el proyecto de esta novísima infraestructura urbana sean los arqueólogos los que miren hacia el futuro.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”