Puede que San Esteban de Gormaz no sea el pueblo más conocido de Soria, esa provincia despoblada que puede presumir de tesoros como Calatañazor, el pueblo que más se parece a cómo period España en la Edad Media; El Burgo de Osma o el cañón del Río Lobos y la ermita de San Bartolomé de Ucero. Puede que no lo sea, en efecto, pero no por falta de merecimientos. San Esteban, Conjunto histórico-artístico, tiene bodegas (una estrecha relación con el vino), dos magníficas iglesias románicas, San Miguel, del siglo XI, y Santa María del Rivero, del XII, con su pionera galería porticada (abiertas en verano de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.45 h), y tiene también el caudaloso Duero como seña de identidad.
Y el río es nuestra reparadora propuesta de hoy, en plena ola de calor.
El Duero a su paso por San Esteban de Gormaz es una de las tres zonas de baño aprobadas oficialmente en el río a su paso por esta provincia: en la capital, en el embalse de la Cuerda del Pozo, y aquí, es este pueblo de 3.000 habitantes que forma parte de cualquier ruta por la Ribera del Duero.
La zona de baño de San Esteban, a la sombra de sauces, alisos, álamos, olmos y chopos, refresca el cuerpo y la vista. Es un oasis en la dura Castilla. Allí acuden vecinos del pueblo, pero también visitantes que hacen kilómetros para darse un chapuzón y organizar una comida campestre o encargar un asado en cualquier restaurante de los alrededores.
El tramo del Duero acotado para el baño tiene unos cientos de metros divididos en cuatro zonas (La Rambla, La Alameda I y II y el Hangar de Piraguas), escaleras de acceso -para quien quiera una entrada tranquila en el agua- y bancos y mesas habilitadas para comer o hacer barbacoa, aunque estos días, con riesgo de incendio elevado, está prohibido. No hay chiringuito ni socorristas.
Quien acuda a este rincón del Duero en San Esteban descubrirá una sorpresa añadida. Junto al río hay varias casas con embarcadero privado, y jardines, y la sombra de los árboles. ‘Un Miami en la España vacía’, bromea una bañista. Luego, en el pueblo, podremos hacer un recorrido por sus casas castellanas, de adobe, madera o piedra, y algunas casas nobles blasonadas, como la de D. Cristóbal de Bermeo, el que fuera mayordomo del Marqués de Villena, D. Juan Manuel Fernández Pacheco (1650-1725).
En San Esteban habrá que fijarse también en sus puentes, en los restos del castillo y en el enorme patrimonio de bodegas subterráneas que tiene la localidad. Se dicen que hay unas trescientas, construidas en muchos casos en torno a 1600. Vino y agua. Un completo plan de verano.
” Fuentes www.abc.es ”