Cuenta Juan de Dios Mellado en ‘Historia de la Costa del Sol‘ (Az Andalucía, 2013) que fue durante la dictadura de Primo de Rivera cuando el litoral malagueño se puso de moda como destino de vacaciones y ocio para algunas de las figuras más importantes de la vida pública española. En el verano de 1930, de hecho, la esposa de Dalí, Gala Éluard, protagonizó en Torremolinos el primer ‘top-less’ de España. Luego vino la Guerra Civil, que lo paralizó todo, pero antes de que acabara la década de los años 30 la provincia se había convertido de nuevo en foco de atracción para ricos y famosos.
Luis Cernuda fue una de las primeras celebridades en alojarse en el Torremolinos de la posguerra. En concreto, en la Residencia Santa Clara. Eran los primeros años de la dictadura, pero la localidad malagueña disfrutaba de una libertad poco frecuente en el país, como si de un oasis se tratara. Fue en la década de 1950, sin embargo, cuando la provincia –además de Marbella– llamó la atención de Grace Kelly, Malon Brando, Ava Gardner, Orson Welles, Frank Sinatra y Brigitte Bardot, entre otras estrellas, y los pequeños pueblos pesqueros de alrededor viraron hacia el turismo y se llenaron de fiestas.
En los 70 llegó la revolución, los años dorados de la Costa del Sol en lo que al ocio se refiere. Torremolinos se había convertido en los años anteriores en una especie de centro neurálgico de la libertad, con los tablaos flamencos y las discotecas como punto de encuentro, a los que acudían los mejores pinchadiscos de España. A diferencia de Marbella y las otras localidades malagueñas, este municipio fue el que protagonizó las noches de mayor desenfreno en el pasaje Begoña, hoy rebautizado como pasaje San Vicente. Un punto de encuentro para gays y lesbianas en un raro ambiente de tolerancia para esos años con Franco todavía vivo.
Entonces llegó el golpe con la gran redada del 24 de junio de 1971. Un episodio que algunos han calificado como el ‘Stonewall español’, en referencia al famoso bar gay del Greenwich Village de Nueva York que, dos años antes, en la madrugada del 28 de junio de 1969, había sido objeto de la intervención policial que dio origen a los disturbios que impulsaron el movimiento LGTB en Estados Unidos. ‘The Village Voice’ se refirió a sus protagonistas con un desafortunado «locas domingueras», mientras que el diario native ‘Every day Information’ titulaba: «Redada en un nido de homos, las abejas reinas están que pican».
Más de 300 detenidos
Aquí, en España, la redada fue un ataque contra un ambiente que iba, según las autoridades, «en contra de las buenas costumbres». Y es que el callejón period considerado ya entonces como uno de los puntos más representativos de la libertad sexual de Europa. Hasta allí llegaba gente de todo el continente, incluídos famosos como el escritor Antonio Gala o el productor de los Beatles, Brian Epstein. Se cuenta que, incluso, este último visitó el lugar junto a John Lennon. «Sodoma y Gomorra», lo calificó hace tres años en ABC, entre risas, Francisco Prieto, que trabajaba en la sucursal del Banco Vizcaya que había enfrente.
Cuando ya había caído la noche, aquel 24 de junio más de cien agentes de la Policía Nacional, armados con fusiles Cetme, aparecieron por sorpresa en el pasaje Begoña y taponaron los dos accesos para que nadie pudiera salir. La trampa fue un éxito para las autoridades, pues se saldó con trescientos detenidos. Relataba este diario que La Miguela, un artista homosexual que frecuentaba el pasadizo, salió corriendo hacia el furgón con los tacones en la mano cuando se enteró de que los ‘grises’ habían llegado. «¿Dónde vas con tanta prisa?», le preguntó su novio a gritos. «¡A coger asiento! ¡No voy más de pie!», respondió.
La redada concluyó a las cuatro de la madrugada. De todos los detenidos, 119 fueron trasladados a Málaga para ser identificados y el resto pasaron la noche en el calabozo. Alguno, incluso, fue enviado a prisión. La autoridad decretó el cierre de 23 locales e impuso multas de hasta 20.000 pesetas a sus propietarios por presuntos atentados contra la moralidad pública. El comunicado sobre la operación de la Comisaría Normal de Málaga advertía al día siguiente: «La autoridad está dispuesta a que se mantenga un Torremolinos alegre y ligero, que lo será tanto para el común de las personas y de las familias nacionales y extranjeras que nos visitan, cuanto en mayor medida se vea liberado de ciertos factores de procacidad».
«Mujeres de vida fácil»
En la nota de prensa publicada por Europa Press, reproducida por ABC con el titular ‘Detención de unas trescientas personas’, podía leerse: «Un plan gubernativo para saneamiento y clarificación en los medios de raro ambiente de Torremolinos ha dado como resultado la detención de trescientas personas en los sectores de Begoña y adyacentes […]. Entre los detenidos figuran sospechosos de ser drogadictos, mujeres de vida fácil, invertidos y amigos de la propiedad ajena […]. Como se sabe, en Torremolinos existen unos seiscientos locales de diversión, pero donde más abundan es en el barrio de Begoña y alrededores, así como en los bajos de distintos pasajes».
La persecución venía de atrás. En 1963, otro comunicado de la Asamblea Provincial de Turismo de Málaga ya trató de impulsar la «persecución rigurosa contra los brotes de homosexualismo y perversión y sus ramificaciones dentro del elemento indígena (sic)». Pero no debió tener mucho efecto, porque el pasaje Begoña sobrevivió durante toda esa década, llegando a aparecer en algunos prestigiosos diarios de Nueva York como ejemplo de libertad sexual dentro de la dictadura de Franco.
Se hablaba de locales como el Tony’s, el primer bar homosexual de España, abierto en el callejón en septiembre de 1962 y cerrado al año siguiente; Le Fiacre, que tenía una gran jaula en la que bailaban juntos chicas y bailarines homosexuales. Había otros en el resto de Torremolinos, como el Pourquoi Pas?, primer native lésbico del país, que fue inaugurado por una lesbiana alemana, y The Blue Word, abierto en 1965 por Pia Beck, considerada entonces como una de las mejores pianistas de jazz del mundo, después girado con éxito por Estados Unidos.
El turismo de ambiente se mantuvo en Torremolinos durante algún año más después de la gran redada por la inercia adquirida durante la década de los 60, pero después empezó a caer poco a poco. Hoy, más de medio siglo después, la Asociación Pasaje Begoña lucha por recuperar tanto la estética como la memoria de aquel callejón olvidado en el que hoy abundan las inmobiliarias, las tiendas de decoración y las agencias de viajes.
” Fuentes www.abc.es ”