Conocidas por todos y visitadas por pocos. Las ciudades de Ceuta y Melilla nos suenan cercanas, pero al mismo tiempo pensamos en ellas con cierta lejanía. Se trata de las urbes españolas a las que menos turistas viajan, tal y como detalla un estudio realizado por Civitatis. Sin embargo, lo que no muchos saben son los encantos con los que nos esperan estas poblaciones enclavadas al norte del continente africano. De esta manera, nos adentramos en su historia y su diversa cultura bajo las recomendaciones de sus oficinas de turismo.
Ceuta y su rica historia
La larga historia que arrastra la ciudad de Ceuta convierte su patrimonio en un crisol de culturas, y es que fue hace más de 300.000 años cuando se fundó el primer asentamiento en el lugar. Además, debido a su ubicación estratégica a orillas del Mediterráneo, fenicios, griegos, cartagineses, romanos y árabes habitaron y dejaron sus huellas en la zona.
A pesar de su reducido tamaño, tiene mucho que ofrecer a sus visitantes. “Los básicos son las Murallas Reales, el Parque Marítimo, el yacimiento de la Puerta Califal y el Museo de la Basílica Tardorromana”, cuentan a 20minutos desde la Oficina de Turismo de Ceuta. Sin duda, visitar este enclave es hacer todo un viaje en el tiempo.
El conjunto monumental de las Murallas Reales se remonta a la época bizantina y se encuentra divido en tres líneas defensivas: la primera construida durante la dominación portuguesa y las otras dos ya bajo el management de España. Y junto a ellas, se abre el Foso de San Felipe, uno de los pocos fosos navegables del mundo. Por si fuera poco, en el inside de las murallas se esconde todo un tesoro: el yacimiento de la Puerta Califal, el que fuera el principal acceso a la medina islámica.
Para seguir adentrándonos en la historia de Ceuta, la visita al Museo de la Basílica Tardorromana es imprescindible. Este centro cultural nos ofrece una visita a uno de los únicos testimonios del cristianismo en el occidente de África.
Por otro lado, si lo que se busca es un plan más relajado, la mejor opción es adentrarse en el Parque Marítimo del Mediterráneo, formado por lagos de agua salada, cascadas y saltos de aguas artificiales, así como amplios espacios para descansar y tomar el sol. Pero tampoco hay que olvidar los bonitos arenales que salpican la costa de Ceuta, como la playa de la Ribera o la de El Chorrillo.
Y para contemplar todo el esplendor de la población, los mejores puntos son “el mirador de San Antonio y el de Isabel II”, recomiendan desde la Oficina de Turismo. El primero lo encontramos sobre el Monte Hacho, y desde él se puede admirar tanto la ciudad como la costa marroquí y el Estrecho de Gibraltar. Mientras que desde el segundo contemplaremos toda la península sobre la que se asienta la urbe y la naturaleza que la rodea.
La ciudad de Ceuta no tiene aeropuerto, de modo que su principal puerta de acceso es su puerto, que “se comunica con el Aeropuerto de Málaga y con el Puerto de Algeciras”, detallan. Desde este último parten diariamente varios barcos que cubren el trayecto en tan solo 45 minutos, pero también se puede acceder con embarcaciones privadas. Y para un viaje aún más corto, se conecta con Málaga por aire con vuelos en helicóptero.
El contraste arquitectónico de Melilla
La ciudad de Melilla se abre paso en el cabo de Tres Forcas, con el mar de Alborán al este y las tierras de Marruecos a sus espaldas. Esa situación geográfica ha marcado su cultura, gracias a la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos desde el siglo XIX.
Su historia se concentra en la conocida como Melilla La Vieja, una zona fortificada que empezó a construirse en el siglo XV con cuatro recintos separados por un foso. Aquí podemos encontrar “museos, aljibes y las Cuevas del Conventico”, nos cuentan desde el Patronato de Turismo de Melilla. Estas últimas son unas cavidades en la tierra utilizadas antaño para dar cobijo a la población de la ciudad en momentos de peligro, y a ellas se accede desde el Museo de Arte Sacro.
Se suman otras construcciones como la iglesia de la Concepción; el Hospital del Rey, reconvertido en la actualidad en un centro de exposiciones, y la Capilla de Santiago, el único edificio religioso de estilo gótico levantado en las tierras del continente africano.
Todo ello contrasta con la arquitectura de la zona del ensanche, uno de los mejores exponentes del estilo modernista español de principios del siglo XX. Desde su Plaza de España, el centro neurálgico de la ciudad, recorremos sus más de 900 construcciones modernistas para adentrarnos en ese diseño elegante y esa personalidad propia que caracteriza a la urbe. Sin olvidar otros edificios de estilo artwork decó como el Palacio de la Asamblea. Además, las distintas religiones que cohabitan en Melilla también han perfilado el entramado del lugar. “Tenemos un templo hindú, sinagogas y mezquitas”, destacan.
Pero para aquellos que busquen un plan más en contacto con la naturaleza, lo encontrarán en los más de dos kilómetros costa con los que cuenta Melilla. Sus playas y calas bañadas por las apacibles aguas del Mediterráneo nos brindan tranquilas jornadas de sol, enviornment y deportes acuáticos. Adentrarse en las profundidades del mar melillense significa trasportarnos a un universo habitado por una amplia vida marina y antiguos galeones hundidos.
Y para todos aquellos atraídos por los muchos encantos de la ciudad, el Patronato de Turismo de Melilla ofrece un bono con descuentos en los precios de los billetes y de los alojamientos turísticos. Tan solo hay que solicitar la promoción y realizar una reserva a través de una de las agencias de viaje adscritas a esta iniciativa.
Para llegar hasta Melilla, se puede viajar por aire, a través de su aeropuerto conectado con Málaga, Sevilla, Almería, Granada y Madrid, o por mar, a bordo de un ferry desde los puertos de Málaga, Almería y Motril.
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” Fuentes www.20minutos.es ”