Es un hecho innegable que el mercado del lujo está en alza. Lo estaba antes de la pandemia, pero su crecimiento desde entonces está siendo imparable y con perspectivas todavía más optimistas de lo que cabía esperar.
Pero si hay un sector que está viviendo un auténtico vuelco dentro del amplio mundo del lujo es, sin duda, la industria del crucero. Los denominados cruceros de lujo y súper lujo, -marítimos, fluviales y de expedición- ya apuntaban maneras en el último estudio detallado que se llevó a cabo pocos meses antes de que la pandemia se extendiera y dejara toda actividad turística profundamente herida.
Así, los cruceros exclusivos de expedición, como los que realizan navieras como Ponant, aumentaron las ventas un 158% antes de la llegada del Covid-19. Barcos habilitados para surcar aguas en zonas extremas cuyo pequeño tamaño permite adentrarse en zonas de mayor dificultad para acceder, tales como las regiones polares, el archipiélago malayo o el Amazonas. Pocos pasajeros, mayor ratio de tripulante por crucerista, apuesta por el diseño y la exclusividad y por la innovación sostenible, como el rompehielos híbrido propulsado por Fuel Pure-Eléctrico.
Los pasajeros se han lanzado a realizar reservas a años vista, aunque bien es cierto que los bonos guardados por la cancelación de los cruceros en pandemia se han reactivado al mismo tiempo que el crucerista que ha decidido decantarse por el crucero de lujo -media de 60 años-, incluyendo, por cierto, al ciudadano español, a pesar de que somos los turistas menos previsores y los que organizamos un viaje con menor tiempo.
Un ejemplo es lo que sucedió con la puesta a la venta de pasajes por parte de Oceania Cruises en su vuelta al mundo de 180 días para 2023, que agotó en un sólo día las 684 plazas disponibles con tarifas que empezaban en 37.000 euros por persona y que recorrerá 4 continentes, 33 países y 96 puertos. Una compañía de lujo que hace gala de contar con la mejor apuesta gastronómica a bordo de todas las embarcaciones de carácter exclusivo que navegan habitualmente.
Cabe tener en cuenta que, acorde al número de pedidos, el 50% de los barcos de crucero que se están construyendo o se van a construir en todo el mundo hasta 2027, serán de lujo o expedición y de los 87 barcos que se van a inaugurar, 32 lo serán de lujo y otros 12 de expedición.
Y España no es ajena a esta revolución, ya que la industria auxiliar en nuestro territorio que vive de ello es cada vez mayor. Compañías de consignación, de reparación, proveedoras de servicios y avituallamiento, así como tantas pequeñas y medianas empresas que dependen directa e indirectamente de este sector, contribuyen de manera esencial al dinamismo del tejido económico de muchas zonas de nuestro país.
España no es ajena a esta revolución, ya que la industria auxiliar en nuestro territorio que vive de ello es cada vez mayor
Lo que se viene detectando desde que las navieras de lujo y súper lujo volvieron al mar y que fueron las que mejor se posicionaron, por ofrecer más espacio, menos pasajeros y atención individualizada, es que los cruceros más demandados son aquellos con suites más grandes y más noches a bordo.
Tras dos años sin poder embarcarse, los pasajeros que optan por ese medio han decidido gastar mucho más y buscar experiencias únicas, diferentes y mucho más exclusivas y son cada vez más aquellos turistas ajenos hasta ahora al sector que deciden embarcarse por primera vez, donde el gasto medio por pasajero ronda los 6000 euros.
Regent Seven Seas, otra de las navieras de súper lujo y que en España tienen representación con Star Class Cruceros (responsable del estudio realizado), la marca paraguas española que aglutina a este tipo de compañías, sigue invirtiendo en nuevas embarcaciones, las más lujosas del mercado y que suelen atracar en puertos boutique, donde otras navieras de mayor tamaño no pueden acceder -por calado o dimensiones de las infraestructuras portuarias-, con lo que el impacto en la ciudad acostumbra a ser muy menor, ya que se trata de embarcaciones con una media de 600 pasajeros.
Como es el caso de Seabourn, que ofrece yates de extremely lujo para 208 pasajeros y un máximo de 450, con la sensación de estar permanentemente en un yate privado y cuyos puertos y destinos abarcan también toda la geografía, incluyendo Alaska, Báltico, Mediterráneo- con presencia importante de los puertos españoles-, Fiordos, Ártico, Australia o Asia.
Pero encontramos también navieras de alta gama totalmente especializadas en una zona en concreto, como la Paul Gauguin, que sólo hace rutas por la Polinesia, Melanesia e Indonesia, con salidas todo el año y para 300 pasajeros.
Y así podríamos llenar páginas y páginas. Infinitas son las opciones del sector del crucero del lujo -y del tradicional-, infinitas las posibilidades de que empresas españolas sigan avanzando en la excelencia de sus propuestas y donde puertos, ciudades y patronatos de turismo están echando el resto para elevar al máximo la calidad de sus experiencias en las excursiones terrestres, donde los aspectos culturales y gastronómicos adquieren cada vez mayor protagonismo en la elección del crucerista que toca un puerto español.
No sé si los organismos competentes habrán aprendido la lección tras haber abandonado a la industria de cruceros durante la pandemia. Pero no parece conveniente que países, como el nuestro, que siguen siendo punteros en materia turística y que cada vez tenemos más competencia en países de nuestro entorno, no cuidemos a aquellas empresas que crean empleo, dinamizan económicamente el territorio y están trabajando cada día por ofrecer la mejor cara de una España que tiene más talento de lo que nosotros mismos pensamos. Y en este mundo world y competitivo, hay que ir con la cabeza bien alta y marcando el paso.
*** Eva Miquel Subías es socia directora aWp Companies y consultora de puertos y logística.
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