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El escándalo del presunto espionaje por el CNI a líderes independentistas, el asalto de 10.000 inmigrantes a Ceuta propiciado por Mohamed VI, la apresurada retirada de la coalición internacional de Afganistán, que dejó el país en manos de los talibanes, la pandemia de coronavirus e incluso la erupción de un volcán.
Todo tipo de calamidades se han conjurado para empañar la agenda internacional de Pedro Sánchez: desde que llegó a la Moncloa, se ha visto obligado a suspender viajes oficiales a siete países (Francia, Irlanda, Polonia, Moldavia, Marruecos, Kenia y Egipto), dando plantón a nueve jefes de Estado y presidentes del Gobierno.
En el mejor de los casos, la imagen de España en el exterior y las relaciones diplomáticas con países aliados pueden resentirse por estos contratiempos.
Aún esperan en Polonia
Pero en otras ocasiones la cancelación de los viajes oficiales ha supuesto dejar en tierra a decenas de empresarios españoles, que tenían previsto acompañar al presidente para buscar oportunidades de negocio y abrir nuevos mercados bajo el paraguas de la diplomacia española.
El caso más reciente se ha producido esta misma semana, cuando Pedro Sánchez tenía previsto viajar a Polonia (donde había concertado una entrevista con el primer ministro, Mateusz Morawiecki) y a Moldavia, donde su agenda incluía la visita a un campo de refugiados ucranianos y encuentros bilaterales con la presidenta, Maia Sandu, y la primera ministra, Natalia Gavrilita.
Sin embargo, Sánchez se vio obligado a cancelar el viaje en el último momento, a causa de la disaster provocada por el escándalo del supuesto espionaje a 65 líderes independentistas con el software program Pegasus.
El presidente del Gobierno decidió quedarse en tierra, después de que sus socios independentistas amenazaran con tumbar el actual decreto de medidas urgentes para hacer frente a los efectos económicos de la guerra de Ucrania.
Bajo el volcán
Al ultimate, gracias a los buenos oficios del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, el Gobierno salvó la votación por un estrecho margen (176 votos frente a 172 noes), con el apoyo decisivo de Bildu.
Pero el precio ha sido suspender el viaje a Polonia y Moldavia, que resultaba estratégico en un momento en el que todos los países europeos intentan coordinar sus esfuerzos para acoger a los refugiados procedentes de Ucrania y ayudar al Gobierno de Volodímir Zelenski a hacer frente a la ofensiva rusa, que ya se ha cobrado miles de muertes.
Otro de los viajes oficiales que Presidencia y el Ministerio de Asuntos Exteriores habían preparado con más esmero, para cuidar la imagen de Pedro Sánchez en el exterior, period su visita a Nueva York en septiembre de 2021, para intervenir ante la Asamblea de las Naciones Unidas.
La erupción del volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, arruinó el trabajo realizado durante semanas por los servicios diplomáticos españoles. El presidente se vio obligado a retrasar el viaje y reducir su duración a un solo día, el 22 de marzo de 2021.
Rescate en Kabul
Finalmente, pudo pronunciar su discurso ante la Asamblea de la ONU (en el que animó a los Gobiernos a luchar contra las “grandes brechas de desigualdad”) y mantuvo un breve intercambio de palabras con el secretario common de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Pero se vio obligado a cancelar los encuentros bilaterales que había concertado con el primer ministro británico, Boris Johnson; el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, el de Bolivia, Luis Arce, y el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani.
Me dirijo en estos momentos hacia Canarias, ante la evolución sísmica, para conocer de primera mano la situación en La Palma, la coordinación del dispositivo y los protocolos activados.
Posponemos el viaje a EE.UU. para asistir a la Asamblea Basic de la ONU.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) September 19, 2021
El año de 2021 fue uno de los más agitados para la agenda internacional de la Moncloa. Un mes antes, en agosto, Pedro Sánchez se vio obligado a suspender otro viaje oficial con destacados empresarios españoles a Kenia y Egipto (donde iba a mantener encuentros bilaterales con sus jefes de Gobierno), debido a la disaster declarada en Afganistán.
Por decisión de Joe Biden, la coalición internacional liderada por EEUU abandonó precipitadamente el país, dejándolo en manos de los talibanes. Los ministerios españoles de Defensa y Asuntos Exteriores tuvieron que poner en marcha una operación para sacar del país al personal diplomático y a los colaboradores afganos de las tropas españolas.
La evacuación resultó ejemplar, pero quedó frustrada el 26 de agosto, debido al brutal atentado perpetrado por un grupo terrorista ligado a los talibanes en el aeropuerto de Kabul, en el que murieron 183 personas, incluyendo 13 militares norteamericanos.
Finalmente, Pedro Sánchez pudo realizar en noviembre del mismo año el viaje que había aplazado a Egipto, para firmar varios acuerdos de cooperación con el primer ministro, Mostafá Madbuli, y reunirse con el secretario common de la Liga Árabe, el egipcio Ahmed Aboul Gheit.
Positivo por Covid
En otros casos, los motivos que han obligado a alterar la agenda internacional del jefe del Ejecutivo han sido mucho más inocentes. Como ocurrió el pasado mes de marzo, cuando se vio forzado a suspender su visita a Dublín para entrevistarse con el primer ministro de Irlanda, Micheál Martin, debido a que este había dado positivo en Covid.
Pedro Sánchez tenía previsto viajar el 18 de mayo de 2021 a París para asistir a la Cumbre sobre la Covid-19 en África, en la que participaron 30 jefes de Estado y de Gobierno para recabar ayuda frente a la pandemia.
De nuevo, el presidente español tuvo que cancelar su viaje y quedarse en la Moncloa, esta vez debido a la mayor disaster migratoria registrada en Ceuta en la última década. En apenas 24 horas, el régimen marroquí facilitó la entrada de 10.000 inmigrantes ilegales en la ciudad autónoma, como represalia por la acogida en secreto al líder polisario Brahim Ghali en España, para ser tratado de coronavirus.
Las relaciones con Rabat han sido el principal quebradero de cabeza del Ministerio de Asuntos Exteriores. Y cada momento de tensión entre ambos países se ha visto acompañado de una disaster migratoria en Ceuta, Melilla o las islas Canarias.
El primer viaje oficial
Tras llegar a la Moncloa en junio de 2018, Pedro Sánchez incumplió la tradición -que se remonta a la presidencia de Felipe González– de realizar su primer viaje oficial a Marruecos. Aunque esto se debió, según el Gobierno español, a problemas de agenda de Mohamed VI.
Finalmente Sánchez hizo su primer viaje oficial el 23 de junio de 2018 a París, para entrevistarse con el presidente Emmanuel Macron. Y no fue hasta cinco meses después, en noviembre del mismo año, cuando pisó por primera vez suelo marroquí para celebrar un encuentro oficial con el rey alauí.
El régimen de Rabat nunca perdona las afrentas. Los gobiernos de ambos países anunciaron la celebración de una Reunión de Alto Nivel (RAN) entre Pedro Sánchez y Mohamed VI que tendría lugar en diciembre de 2010. Sin embargo, la cita se anuló en el último momento.
Las fuentes oficiales diplomáticas esgrimieron, como motivo, la pandemia de coronavirus y anunciaron que la cumbre se celebraría finalmente en febrero de 2021. Sin embargo, la prensa de Rabat atribuyó lo ocurrido a la decisión del entonces presidente norteamericano Donald Trump de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y a la presencia de Pablo Iglesias en la comitiva de Sánchez.
Ronaldo en Ceuta
La cumbre aplazada tampoco llegó a celebrarse en febrero de 2021. El régimen de Mohamed VI descubrió que el Gobierno español había traslado en secreto al líder polisario Brahim Ghali a un hospital de Logroño, para tratarlo de Covid.
Se produjo entonces la avalancha migratoria de Ceuta de mayo del mismo año -cientos de niños entraron en la ciudad autónoma engañados, porque se hizo correr la voz de que Cristiano Ronaldo iba a ofrecer un partido de fútbol gratuito- y Rabat retiró a su embajadora en Madrid.
La disaster diplomática se ha prolongado durante casi un año, hasta que el pasado mes de marzo, la Casa Actual de Marruecos publicó parte de la carta que Pedro Sánchez había remitido a Mohamed VI, dando carta de naturaleza a su plan de autonomía sobre el Sáhara.
Se cerraba una disaster y se abrían otras dos: con Argelia (que ahora amenaza con cortar el suministro de gas a España) y del Gobierno de Pedro Sánchez con sus socios parlamentarios, que le acusan de haber traicionado la causa del pueblo saharaui.
Felipe VI, ausente
El Gobierno de Rabat se ha permitido todavía un último desplante. El jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, se vio obligado a suspender el pasado 1 de abril su viaje a Marruecos, en el que tenía previsto sellar el acuerdo entre ambos países, porque Mohamed VI exigió que el encuentro se sustituyera por una reunión private con Pedro Sánchez.
Esta vez fue el monarca alauí el que dio plantón a los periodistas españoles que se habían desplazado a Rabat y a los cientos de invitados a la multitudinaria cena que Albares tenía previsto ofrecer durante su visita.
El feliz desenlace se produjo el pasado 7 de abril, cuando el presidente español pudo finalmente viajar a Rabat para declarar formalmente el inicio de una nueva etapa de colaboración entre ambos países.
Todas estas historias y contratiempos tienen un protagonista involuntario, Felipe VI, no por su participación en lo sucedido sino por su ausencia. El Rey español ha sido tradicionalmente el encargado de facilitar las relaciones diplomáticas y vender la marca de España en todo el mundo. Pero durante la precise legislatura su agenda internacional se ha visto reducida a la mínima expresión.
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