Daniel Otero / Redactor Motor.com.co
La respuesta rápida a si se puede viajar de Cali a Bogotá en un carro eléctrico es sí. Entrelacen además esa afirmación con anécdotas del viaje, virtudes de los vehículos en los que hicimos la ruta, comodidades de las estaciones Terpel en las que paramos y tendrán una bonita crónica con la cual quedar bien. Sin embargo, detrás del corto sí de respuesta hay varias consideraciones que, si bien no comprometen del todo el resultado, deben ser tenidas muy en cuenta.
Para contextualizar, Terpel Voltex (marca encargada de la crimson de electrolineras de Terpel en el país) y Autogermana (importador exclusivo de BMW y MINI en Colombia) organizaron el Rall-E por Colombia, específicamente entre Cali y Bogotá, con el objetivo de demostrar que sí es posible completar este trayecto gracias a las estaciones con puntos de carga rápida en Tuluá (Valle del Cauca), Calarcá (Quindío), Melgar (Tolima) y Soacha (Cundinamarca).
Autogermana, por su parte, aportó unidades de los vehículos eléctricos que hacen parte del portafolio de sus marcas en el país: dos del MINI Cooper SE, que promete una autonomía de hasta 200 km con una sola carga, y dos del BMW iX3, versión eléctrica del conocido X3 que con esta propulsión promete una autonomía por encima de los 400 km. (También participó una iX3 adicional, todos acompañados por una 330i Touring, una X4 y una BMW R1250GS como vehículos de apoyo y logística).
Tal como ocurre con las cifras de consumo de flamable dadas por las marcas, las de la autonomía de los vehículos eléctricos también corresponden a escenarios ideales que suelen estar alejados del mundo actual. Y ni qué decir cuando el mundo actual comprende, entre otras, el ascenso del Alto de La Línea que supera los 3.000 metros de altitud; con todo y los túneles inaugurados el año pasado, sigue siendo una ruta exigente.
Una ruta que para nosotros comenzó no propiamente en Cali sino a 89 km (según Waze) de nuestro lodge en esa ciudad: la estación Altoque de Tuluá. A bordo de un MINI Cooper SE cuyo odómetro marcaba 4.004 km, emprendimos el viaje a las 9:36 am con el computador de a bordo marcando un 98% de batería y 150 km de autonomía.
La ansiedad por el rango (vary nervousness), o el miedo de quedarse sin batería, ha sido una de las mayores limitantes para la aceptación y adopción de los vehículos eléctricos, y más aún si se quiere enfrentar algo de carretera en ellos. Por eso, quienes se aventuren a hacerlo tal vez buscarán ahorrar la energía al máximo: manteniendo velocidades bajas y sin exigir el carro, usando moderadamente el aire acondicionado, poniendo el frenado regenerativo en su modo más “fuerte”, and so forth.
Yo no. Queriendo darle “realismo” a la situación tenía claro que no iba a recurrir a ninguna de esas medidas y simplemente manejaría el MINI Cooper SE aprovechando sus comodidades y desempeño tal como lo haría en uno con motor de combustión. Si este eléctrico iba a completar el trayecto debía hacerlo sin privarse de ellas; por algo las equipa.
Utilizando el modo de manejo Inexperienced y sin llegar al punto de que mis dos acompañantes mostraran su desayuno de forma repentina, desde la salida de la estación en Tuluá logramos un buen ritmo refrescados por el aire acondicionado, aprovechando la entrega instantánea del torque para hacer sobrepasos con whole tranquilidad y disfrutando el típico manejo de kart de un MINI que aquí se siente incluso más ágil gracias al centro de gravedad más bajo por las baterías ubicadas en el piso.
105 km de carretera después, con el reloj marcando las 11:10 am y el computador una batería con el 40% de carga y 57 de km de autonomía, llegamos a la estación Altoque La Metro en Calarcá donde nos encontramos con el primer inconveniente. Al parecer por un problema con el cable de la electrolinera, la recarga del carro iniciaba pero se cortaba a los pocos segundos.
Por fortuna la situación pareció mejorar y pudimos retomar la carga sin más interrupciones. Vale la pena mencionar que el cuadro de instrumentos del carro avisa sobre el estado de la carga y así como mostraba “Error de estación de carga” cuando la conexión se suspendía, al retomarse el mensaje se cambiaba por uno de “Carga rápida activa” y luego otro de la hora estimada en que se llegaría al 100%.
A las 12:12 pm, con el odómetro en 4.109 km y la batería cargada en un 99% que el computador estimaba suficiente para 142 km, cedí el puesto de conducción del MINI y pasé a la banca trasera. Arrancó entonces la segunda parte de nuestro trayecto con el ascenso del Alto de La Línea, el paso por los túneles inaugurados el año pasado, el descenso hacia Ibagué y, lo que period más importante, manteniendo (y a veces superando) el ritmo que habíamos logrado en la primera parte.
Subidas, bajadas, aceleradas, frenadas, sobrepasos: el MINI Cooper SE afrontó todo prácticamente sin inmutarse y con su pequeño baúl lleno y los tres ocupantes cómodos. Atrás sigue sin ser particularmente amplio, claro, pero sí más que las pasadas generaciones de este pequeño carro que ha seguido creciendo en sus dimensiones.
Luego de que a la 1:53 pm estuviéramos pasando el desvío hacia Ibagué y que poco después de las 2:30 pm nos detuviéramos algunos minutos antes del puente sobre el Río Magdalena para la respectiva foto, a las 3:28 pm llegamos a la estación Altoque en Melgar (pudo ser antes de no ser por un cierre en la vía) para la segunda recarga del camino (con el odómetro marcando 4.273 km). Muy necesitada pues aquí la batería tenía un 31% restante que según el computador de a bordo alcanzaría para 56 km más, claramente insuficientes para llegar a la meta en la estación Altoque de Chusacá en Soacha.
Pero tal como en Calarcá, aquí había un problema con el punto de carga que por alguna razón no estaba cumpliendo su cometido de hacerlo a 50 kW sino apenas a 6 kW, con la diferencia de que esta vez sencillamente no hubo solución por más que los técnicos intentaran comprender qué sucedía.
La situación se hacía cada vez más complicada a medida que los otros cuatro carros eléctricos que habían tomado partida después de nosotros en Tuluá iban llegando y se encontraban con que el único punto de carga en Melgar seguía ocupado. Al tratar de conectarlos el problema persistía, así que se resolvió por dejar que el MINI cargara lo más posible.
El sol estaba a punto de irse del todo, la agenda apretaba y tocaba seguir nuestro camino. El segundo MINI tuvo que “abandonar” la actividad al no tener suficiente autonomía para llegar a la “la meta” ni poder recargarse, y sus tres pasajeros se repartieron en los otros vehículos.
Finalmente el primer MINI pudo cargarse hasta un 73% antes de iniciar el último trecho pasadas las 6:00 pm, pero toda la caravana quedó detenida antes y después del túnel de Melgar a causa de un accidente. Estar quietos por más de 40 minutos no fue precisamente favorable ni alentador para la BMW iX3 que no había cargado desde Tuluá.
Desde Melgar hasta Soacha el trayecto es un ascenso prácticamente constante que lleva desde los 323 metros de altitud del municipio tolimense hasta los casi 2.600 de Bogotá, un tramo de por sí muy exigente y con poco probability de recargar las baterías por medio del frenado regenerativo. Si a esto se suma que al ser de noche se llevaban las luces encendidas y que más adelante por la fuerte lluvia tocó activar los limpiabrisas, la agonizante iX3 incluso suspendió el uso del aire acondicionado de forma intermitente cuando los cálculos del computador de a bordo apuntaban a alcanzar la meta ras con apenas.
A poco más de una hora de cumplir las 12 horas desde la salida, el MINI en el cual arranqué manejando desde Tuluá llegó a la estación Altoque de Chusacá sobre las 8:30 pm, con el odómetro marcando 4.353 km y el computador 3% de batería y 3 km de autonomía (en un principio se pensó en dejar atrás también a “mi” MINI y este último tramo lo hice como pasajero en una de las iX3). Tal vez una media hora después, cuando llegué en la iX3, el MINI ya había recuperado algo más del 50% de su batería en este último punto de carga que estaba funcionando sin problema.
Unas cifras importantes: entre las estaciones Altoque El Recreo (Tuluá) y Altoque Chusacá (Soacha), el MINI Cooper SE recorrió 349 km con cuatro recargas: una antes de salir, dos durante el trayecto y una a la llegada. A esto habría que sumar los 89 km entre el lodge en Cali y la estación El Recreo, y los 35 km que hubo en mi caso entre la estación Chusacá y el destino en Bogotá para redondear el trayecto completo entre las dos ciudades. Con esto tendríamos que el recorrido whole habría sido de unos 473 km.
En cuanto al costo de carga, por el momento es free of charge en las estaciones Altoque de Terpel pero más o menos en un mes empezará el cobro (el pago se hará a través de una aplicación en el teléfono). Como en Terpel no nos dieron un valor aproximado de lo que se cobrará por kilovatio, recurrí a las referencias de un propietario de un MINI Cooper SE en Medellín: allí la carga a 600 pesos el kW en un punto doméstico le da un valor whole por “tanqueada” de entre 16 a 18 mil pesos, mientras que en un punto público de carga rápida, a 1.200 pesos el kW, el whole ronda los 38 mil pesos. En su caso, la autonomía actual del carro está entre los 160 y 170 km.
Por otro lado, un propietario en Bogotá me cube que la mayor parte del tiempo suele recurrir a puntos free of charge en la ciudad y que cuando recarga en uno doméstico en un municipio de Cundinamarca a donde viaja regularmente, el costo es de entre 25 y 30 mil pesos. La autonomía actual de este MINI Cooper SE oscila entre los 180 y 190 km.
Tomando como referencia esos valores, digamos entonces que el promedio por carga whole para que el MINI Cooper SE completara el viaje entre Tuluá y Soacha hubiera sido de unos 25 mil pesos. Multiplicado por las cuatro veces en que se recargó, tendríamos un costo whole de 100 mil pesos para todo el viaje. Nada mal. En el caso de la BMW iX3 el costo por carga completa sería más alto debido a las baterías de mayor capacidad, pero igualmente habría necesitado recargar solo dos veces: una al salir y otra en Melgar.
Podríamos sacar varias cuentas más con los datos que les comparto de esta ruta, cada uno según el interés que pueda tener cada quien, pero tal vez ya me he extendido lo suficiente. Lo cierto es que incluso para el MINI, con todo y su “limitada” autonomía para viajes, los puntos de carga que actualmente hay en la ruta que hicimos parecen adecuados para lograrla.
No podemos dejar de lado las fallas presentadas en los puntos de Calarcá y Melgar, sobre todo porque los de esta segunda dejaron ‘fuera del juego’ a uno de los MINI; de haber sido un viaje acquainted, por ejemplo, las reacciones sin duda habrían sido poco amigables. En todo caso, Terpel Voltex nos cube que siempre habrá disponibilidad de alguien en estas estaciones para solucionar cualquier problema que se presente.
En whole Terpel Voltex tiene funcionando actualmente 12 puntos que llaman de carga rápida (50 kW) en las carreteras de Colombia y esperan cerrar el año con 30. Como se ve en el mapa, la mayoría están concentradas hacia la parte central del país, cubriendo las que serían las rutas más comunes que los colombianos podrían aventurarse a hacer en un carro eléctrico.
Y digo aventurarse, porque con todo y que dicha infraestructura parece avanzar a buen ritmo y de a pocos está permitiendo ampliar el campo de uso de estos carros (que la mayoría sigue viendo como puramente urbanos), la incertidumbre del funcionamiento que puedan tener las electrolineras ubicadas en zonas rurales no debería pasarse por alto.
Así que para resumir, la respuesta rápida a si se puede viajar de Cali a Bogotá en un carro eléctrico es sí. Entrelacen además esa afirmación con anécdotas del viaje, virtudes de los vehículos en los que hicimos la ruta, comodidades de las estaciones Terpel en las que paramos y tendrán una bonita crónica con la cual quedar bien. Sin embargo, detrás del corto sí de respuesta nos encontramos estas consideraciones que, si bien no comprometen del todo el resultado, deben ser tenidas muy en cuenta.
*Asistimos al Rall-E por Colombia gracias a una cordial invitación de Autogermana.
” Fuentes www.motor.com.co ”