Hace 33 años, cuando José Antonio Sánchez estrenaba la veintena, “cuando empezaba a volar”, cuando miles de proyectos y planes de futuro revoloteaban por su inquieta cabeza con las ilusiones propias de la edad, todo cambió para siempre. El deadly destino se cruzó de camino al bar de copas que sus padres iban a inaugurar aquella tarde en Madrid y José Antonio no logró llegar a su destino. Todo se paró para él en la carretera donde un accidente de tráfico colisionó bruscamente con sus planes haciendo añicos los esquemas de su vida y desde entonces ha convivido con la parálisis en su cuerpo.
Con vitalidad y mucha fuerza de voluntad lanza un mensaje de esperanza y optimismo: “Aunque no con la misma intensidad, se pueden hacer muchas cosas con el apoyo necesario”. Gracias a esta filosofía de vida el madrileño de 53 años ha perseguido sus inquietudes sin que la silla de ruedas haya sido para él una limitación.
Fuera barreras
Fue jugador del primer equipo de rugby que se fundó en España gracias a Aspaym Madrid, ha participado en varios campeonatos nacionales de ping pong, ha competido en torneos de dardos con cerbatana, no ha cesado en su pasión por la lectura y no rechaza el plan que más le llena “disfrutar de los amigos en una buena terraza al sol”.
Precisamente, José Antonio atiende a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León desde una terraza en el casco antiguo de Zamora junto a su grupo, pues gracias a su participación en un proyecto piloto que ha puesto en marcha la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (Predif) puede viajar con más libertad y, sobre todo, de una forma mucho más asequible.
Se trata de una iniciativa que presta la ayuda necesaria para que, personas con discapacidad, mayores o con problemas de movilidad puedan disfrutar del turismo y conocer mundo gracias a la asistencia private de las personas que les esperan en destino para ayudarles en todo lo que necesiten.
“Hay muchos tipos de discapacidad, yo soy un gran discapacitado tetrapléjico que necesito ayuda a la hora de comer, de asearme, de abrir alguna puerta, de vestirme, de pasar de la silla a la cama, a veces necesito a dos personas para esas pequeñas cosas en las que no reparas hasta que no te sucede y en los viajes pasa lo mismo. Necesito un asistente de principio a fin”, explica el madrileño.
Con su participación en este proyecto han logrado abaratar los costes que supone una persona 24 horas juntos a ellos desde el inicio del viaje, porque monitores y asistentes les esperan en Valladolid, que junto a Madrid y Palma de Mallorca son las únicas ciudades que participan en la iniciativa.
“Es una experiencia positiva para nosotros, porque necesitas una persona de confianza ya que muchas cosas en las que te ayudan son íntimas y a la hora de realizar viajes este proyecto está supliendo muchos gastos como podrían ser los de contratar a una persona que vaya contigo desde el inicio, pagarle le viaje, el alojamiento y el trabajo de asistencia. Es como pagar las vacaciones a otra persona para que tú puedas disfrutarlas”, puntualiza José Antonio mientras él y su grupo visitan Zamora.
Han tenido una ruta planificada de lo más ajetreada para conocer Castilla y León casi al completo, pues desde que llegaron el pasado domingo no han parado. Se alojan en Valladolid, pero han visitado “un montón de lugares y de verdad que es un lujo”, señala el usuario de Predif. El pasado miércoles les recibió el presidente de la Diputación, Conrado Íscar y les enseñó el histórico Palacio de Pimentel, quedaron encantados.
“Visitamos el centro de la ciudad, el lunes fuimos a León, paramos en Medina de Rioseco para ver el Canal de Castilla, hemos estado en Salamanca, en Zamora, Toro, Burgos y Tordesillas. Hacemos turismo a la japonesa” bromea.
Ha realizado decenas de viajes con Predif y celebra esta iniciativa que les permite ser más independientes. A José Antonio no hay barrera que le impida el paso. Ha estado en Lanzarote, Valencia, Andalucía, Costa Rica o Malta, entre otros destinos. “Aunque aún hay muchas compañías que no permiten viajar solas a personas discapacitadas, en ese sentido hay que mejorar”, señala José Antonio a la vez que anima a otras personas con discapacidad a viajar y conocer mundo.
Asistentes formados
Tal y como explica este veterano usuario de Predif, lleva con ellos desde sus inicios “desde hace más de 15 años y realmente esta es una de las muchas cosas que hacen. La figura del asistente personal no es tan conocida. Son personas disponibles las 24 horas y esta es una iniciativa privada, pero llevamos unos años trabajando para tener bolsa de trabajo en Predif, Aspaym y distintos proyectos en los que se forma a las personas para que atiendan las necesidades distintas de cada uno”.
Como miembro del proyecto reflexiona sobre la cantidad de barreras que encuentran a la hora de viajar, la accesibilidad de los espacios, del transporte y de los hoteles. “Cuando estás en silla de ruedas todo cambia, tuve que adaptar mi casa y son pequeñas cosas, pero para salir a la calle tenía que subirme en una silla de oficina para entrar en el ascensor. Aunque aún hay mucho desconocimiento de las necesidades reales que tenemos para pasar, como es el caso, una semana de ocio” puntualiza.
José Antonio piensa que sería interesante “extenderlo a otras ciudades y a que los asistentes estén junto a los monitores todo el día, así tendríamos la oportunidad de que se normalicen estos viajes y de poder salir del entorno con más facilidad”.
Coincide con el resto de miembros de este proyecto en que las administraciones y la sociedad han cambiado mucho en estos 33 años y hay cada vez más conciencia, pero aún hay que mejorar. Me ha sorprendido mucho la accesibilidad de Zamora, del casco antiguo y es de agradecer”, destaca.
Vivir en una residencia
Contó en todo momento con el apoyo de su familia y de sus amigos, “sobre todo de mi madre, era mi pilar fundamental, por eso, cuando ella falleció me desestructuró y tomé la decisión de irme a vivir a una residencia de lesionados medulares, aquí llevo desde hace diez años”, señala.
El principio y el cambio fueron duros para él, “porque es un cambio muy grande, pero estar allí me permite hacer muchas actividades, conocer gente que se convierte en familia, mi padre también falleció y yo sé que mis hermanos están ahí para lo que necesite, pero estar en una residencia me permite hacer mi vida con independencia que es lo primordial para desarrollarte como persona“.
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