Las emisiones de bonos verdes están creciendo de forma exponencial y en cada una de ellas hay una agencia de calificación financiera especializada que asigna lo que se conoce como opinión de segunda parte, una suerte de score de la sostenibilidad con el que acreditar ante el inversor que esos bonos que dicen ser verdes efectivamente lo son.
La agencia Vigeo Eiris (V.E.) es la más activa en la concesión de ese “sello verde” en Europa. Ha calificado a la reciente emisión realizada por la Comisión Europa –que debutó la semana pasada con sus primeros bonos verdes, por 12.000 millones de euros– y también la lanzada por el Tesoro español, con sus primeros 5.000 millones de euros. Esa agencia forma parte de Moody’s ESG Options, que tiene a las citadas opiniones de segunda parte como uno de sus productos del área de finanzas sostenibles y que, según explican en la compañía, opera de forma separada de la agencia de score como tal, Moody’s Buyers Service.
Bajo la lupa de V.E. están pasando por tanto los programas de emisión de las corporaciones europeas –en España también ha calificado el reciente debut en bonos verdes de KutxaBank– y de los distintos tesoros de la zona euro, incluido el alemán, el más activo. La concesión de estos score de sostenibilidad –un mercado en el que operan otras firmas como Sustainalytics, de Morningstar– no está sin embargo regulada por el momento y no hay un marco que la haga homogénea. De hecho, a día de hoy la falta de aplicación de unos criterios uniformes de sostenibilidad para toda la industria ESG es uno de los grandes problemas para la inversión sostenible.
Desde Moody’s ESG Options , su portavoz Rahul Ghosh explica que la tarea de V.E. es “proporcionar una visión externa e independiente que demuestre si los fondos captados de la emisión se traducen en proyectos tangibles, que den beneficios positivos”. Para ello, su labor se desarrolla en tres fases. En la primera, analizan cómo se alinea la emisión con los estándares internacionales y de mejores prácticas de la ICMA (Worldwide Capital Market Affiliation). En esta primera fase debe quedar acreditado que el emisor ha dado información sobre los destinos de los recursos, los criterios de asignación y su localización, y sobre los objetivos ambientales y los beneficios que se esperan, que deben ser “claros, relevantes y medibles”.
En una segunda fase, según explica Ghosh, se analiza la estrategia world del emisor y su exposición a 17 riesgos o controversias en materia ESG, que van desde los combustibles fósiles, la energía nuclear, el tabaco, las bebidas alcohólicas, el armamento, el juego, la pornografía, la ingeniería genética o el bienestar animal. Y por último, se verifica la coherencia entre las credenciales de sostenibilidad de la emisión y las del emisión.
En la emisión de bonos verdes del Tesoro español, que obtuvo la máxima calificación por parte de V.E., la firma explicó que el marco de emisión “es coherente con las prioridades estratégicas de sostenibilidad del Reino de España y que éste contribuye a la realización de sus compromisos y metas de mitigación al cambio climático y desarrollo sostenible”.
Ghosh reconoce que “el grado de detalle del uso de los fondos en el marco de las emisiones sostenibles puede variar considerablemente. La deuda sostenible no es homogénea, hoy día hay aproximaciones muy variadas a las finanzas sostenibles”. En este sentido, la Comisión Europea presentó a principios del pasado julio una propuesta de regulación de las finanzas sostenibles que pasa por la creación de un marco estándar para las emisiones de bonos verdes, de forma que se evite el blanqueamiento de la sostenibilidad de este tipo de deuda, y también por la creación de un registro de asesores externos de calificación de sostenibilidad, que deberán estar supervisados por la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA por sus siglas en inglés).
Desde ESMA señalan a Cinco Días que “han tomado nota de la propuesta de Bruselas y que están actualmente analizando que ESMA está bien posicionada para desempeñar esa propuesta de mandato”.
En Moody’s ESG Options insisten en que la falta precise de homogeneidad “no significa necesariamente que las valoraciones tengan defectos o sean imperfectas” y añaden que “lo importante es que hay transparencia en cuanto a los datos, la metodología y los criterios”.
” Fuentes cincodias.elpais.com ”