Un cinturón de lujosos edificios, ubicados en los barrios El Nogal y Rosales, en el norte de Bogotá, hace parte de una indagación secreta que el Gobierno de Estados Unidos adelanta desde hace cuatro semanas en Colombia.
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Se trata de los presuntos ataques a miembros de su delegación diplomática a través del llamado ‘síndrome de La Habana’.
Es el preocupante padecimiento que ya golpea a más de 200 de sus funcionarios ubicados en 6 países, a los que Colombia se acaba de sumar.
Un fuerte zumbido en los oídos es el inicio, que luego desencadena intensos dolores de cabeza, problemas de audición y visión, fatiga y hasta la desestabilización física y psychological que se conoce como ‘niebla cognitiva’.
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Varios de los estadounidenses afectados tienen rentados apartamentos en esa zona, muy cerca de la residencia del embajador Philip Goldberg.
Uno de ellos es un funcionario que reportó uno de los primeros casos, que golpeó a su familia, incluido a su bebé.
En manos de la CIA
Los primeros casos de este síndrome se presentaron en La Habana (Cuba) en el 2016, los afectados fueron tanto private de Estados Unidos como de la delegación diplomática de Canadá.
Y, en menos de 5 semanas, se presentaron cuatro reportes similares con factores en común. Todos se concentraban en los lugares de residencia de los objetivos y no en la sede de la embajada de Estados Unidos, que cuenta con inhibidores de señal y, por ahora, con un aforo de apenas el 30 por ciento debido a la pandemia.
Los primeros casos de este síndrome se presentaron en La Habana (Cuba) en el 2016, por eso lleva su nombre. En ese momento, los afectados fueron tanto private de Estados Unidos como de la delegación diplomática de Canadá.
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De hecho, funcionarios canadienses denunciaron recientemente que no saben cuántos diplomáticos (incluidos familiares) salieron de Cuba con lesiones cerebrales.
Otro elemento que llamó la atención es que buena parte de los afectados (en todo el mundo) están vinculados a agencias que cumplen labores de inteligencia.
Incluso, la primera semana de septiembre, cuando se reportó uno de los primeros episodios en Bogotá, a 15. 900 km se estaba produciendo otro casi calcado.
Uno de los asesores de Invoice Burns, director de la CIA –agencia que investiga todos los casos–, sufrió un ataque en plena visita a India. Lo más preocupante es que el viaje de Burns y su equipo period secreto.
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“Eso ha llevado a concluir que los ataques no se realizan desde el país donde está el objetivo, como se creía inicialmente y que es posible que espías de terceros países estén localizando a personal clave para dejarlo fuera de combate”, señaló una fuente enterada que accedió a hablar a pesar de que la orden es no dar declaraciones.
En efecto, en la embajada de Estados Unidos en Bogotá remitieron las consultas de EL TIEMPO sobre el tema directamente a Washington.
Los correos de Goldberg
La embajada fue alertada sobre un incidente de salud inexplicable (…)
la oficina de seguridad regional está investigando incidentes de salud anómalos adicionales
Philip Goldberg
Embajador de EE. UU.
Estos episodios se manejan con tal sigilo que los casos en Bogotá no se hubieran conocido de no ser por un par de correos del embajador Goldberg que The Wall Avenue Journal publicó el martes pasado.
En mensajes internos, que terminaron en el Departamento de Estado y en la CIA, Goldberg aseguró que private de la sede diplomática había empezado a reportar “incidentes de salud inexplicables” (o UHI, por su sigla en inglés) desde mediados de septiembre.
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Para esa misma época funcionarios colombianos notaron que los viajes de agentes del FBI y de la DEA a Colombia habían mermado.
De hecho, EL TIEMPO consultó el tema en ese momento, pero nadie lo atribuyó oficialmente al ‘síndrome de La Habana’.
En los correos oficiales, el embajador notificó que se están investigando los casos de “manera seria, objetiva y con sensibilidad”.
Luego se supo que una de las familias afectadas (la del bebé) tuvo que ser evacuada de Colombia para ser sometida a evaluaciones médicas.
El hecho tomó mayor relevancia porque estaba de visita en el país el jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, para discutir temas de cooperación en materia de seguridad.
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Cuando el alto funcionario se fue, el embajador Goldberg envió otro correo. El viernes 1.º de octubre alertó sobre “incidentes adicionales de salud anómalos”.
¿También negociadores?
Sobre el asunto, el presidente Iván Duque dijo que el Gobierno estadounidense asumió la investigación por los casos en Bogotá y que, por tratarse de sus funcionarios, ellos liderarán el tema.
No obstante, EL TIEMPO estableció que cuando culminaba el gobierno Obama, agentes de inteligencia de Estados Unidos le pidieron a un alto oficial de la Policía colombiana indagar sobre el síndrome en Cuba.
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En ese momento, se intentaban descongelar las relaciones entre Washington y La Habana, y en la isla estaba la delegación del gobierno Santos que avanzaba en el acuerdo de paz con las Farc.
“Yo hice las consultas y en Cuba negaron tener cualquier vínculo con este tipo de ataques”, le dijo a EL TIEMPO el oficial.
Sin embargo, un alto funcionario del gobierno Santos aseguró que se alcanzó a indagar si dos miembros de la delegación colombiana habrían sufrido ataques similares.
(Consulte acá todos los artículos de la Unidad Investigativa de EL TIEMPO)
La CIA avanza en una investigación para establecer el origen del llamado síndrome y si obedece a ataques con radiofrecuencias.
Y en Colombia, las alarmas están prendidas ante la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Llegará el 20 de octubre, se reunirá con el presidente Iván Duque y con la vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, para discutir temas como el apoyo a la paz, la lucha contra la migración irregular y la guerra contra el narcotráfico.
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