Anna Delvey no existe. Pero su vida protagoniza una de las próximas sequence de Netflix (Inventing Anna, aún sin fecha de estreno). Anna, Anna Sorokin, su nombre actual, se hizo pasar por la heredera de una gran fortuna y engañó a influencers del mundo de la moda y la jet set de Nueva York.
En 2016, la enigmática joven anunció que pensaba montar un membership privado en Manhattan con una inversión de unos 40 millones de dólares. Y que lo iba a levantar Gabriel Calatrava, hijo de Santiago, el conocido arquitecto español. Dijo también que period hija de un diplomático, de un magnate del petróleo… Pero en realidad su padre fue un camionero ruso que emigró a Alemania y dirigió allí un negocio de calefacción.
Delvey contaba en redes y en persona que tenía mucho dinero, unos 67 millones de dólares, pero estaba retenido en Europa por asuntos de papeleo con un fondo de inversión acquainted. Mientras, se instaló en hoteles de cinco estrellas y vestía ropa de los mejores diseñadores. Dejaba propinas de cien dólares. Disfrutaba de almuerzos con champán y vacaciones de lujo, que colgaba constantemente en Instagram y Twitter.
Poco después, anunció su intención de crear una fundación con su nombre (falso) para el fomento de las artes y la moda. Iba a gastarse más de veinte millones de dólares en artistas. Utilizaba el nombre de diseñadores como Christo en vano, pero eso se supo luego. Conseguía así que sus nuevos amigos del mundo de la moda y el famoseo le pagaran las facturas.
275.000 dólares en un año
Viajaba en avión privado y fue detenida en 2017 después de dejar sin pagar una factura de 11.518 euros en un lodge de lujo. Llevaba casi un año de huida hacia adelante y había generado pufos por unos 275.000 dólares. Entre sus víctimas, gente de la moda y una editora de Self-importance Truthful.
Durante el juicio, su abogado defendió que ella simplemente había explotado a conciencia las claves imprescindibles para tener éxito en la sociedad occidental, una forma de hacer las cosas basada en el glamour y las apariencias. Eso sí, admitió que había contado algunas pequeñas mentiras para tener más éxito. Todos lo hacemos. Todos somos un poco Anna Delvey, vino a decir.
En 2017, Sorokin fue condenada a cuatro años de prisión. En febrero de este año, después de festejar en prisión su 30 cumpleaños, salió en libertad por buena conducta. Desde entonces, ha concedido varias entrevistas. En una de ellas, a un programa de la BBC, indicó que ella no se tiene por una persona manipuladora: “nunca fui una persona demasiado amable, nunca intenté convencer a nadie de nada. Simplemente, le dije a la gente lo que yo quería y ellos me lo daban. Simplemente, seguí mi camino”.
Simplemente Anna
Mientras estaba en la cárcel, Anna Sorokin recibió una oferta de Netflix para hacer una serie sobre su vida. Ya se ha rodado y la firma Shonda Rhimes, creadora, entre otras, de Anatomía de Gray. Su personaje lo interpreta la actriz Julia Garner, que llegó a visitarla en prisión para preparar el papel. “Yo nunca le pedí a Netflix que comprara mi historia, simplemente sucedió”.
Pendiente de ser deportada, y pendiente también del estreno de su serie, Anna Sorokin ha vuelto a posar en Instagram haciendo deporte y bebiendo champán. El covid ha retrasado el estreno de Inventing Anna, la historia de su vida por la que ella ha cobrado 320.000 dólares. La justicia de Nueva York le quitó una parte de ese dinero, y unos 170.000 dólares de su contrato televisivo fueron destinados a pagar a sus víctimas. En otra entrevista le preguntaron: “¿El crimen da dinero?” Anna respondió: “En cierto modo, lo ha hecho”.
” Fuentes www.elperiodicodearagon.com ”