SAN PETERSBURGO
Si durante las noches polares la falta de luz llega a provocar en algunos de los sufridos habitantes de estas latitudes el llamado trastorno afectivo estacional, los días en los que nunca se hace de noche son celebrados por todo lo alto con infinidad de festivales, en los que todos hacen acopio de energías renovadas antes de que la luz del sol vuelva, un invierno más, a brillar por su ausencia. El mejor ejemplo es San Petersburgo, pues durante sus llamadas Noches Blancas, el entramado de islas, canales y palacios que se levantan sobre la desembocadura del río Neva luce más animado que nunca. Un crucero es una buena manera de tomarle el pulso a la ciudad levantada de la nada por el zar Pedro I el Grande.
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” Fuentes www.hola.com ”