Hablemos de Donostia – San Sebastián. Quedé maravillada con esta ciudad en la que todo es majestuoso, lindo y apacible. Ahora, claro. No tantos años atrás, la organización separatista ETA hacía que esta zona fuera protagonista de titulares internacionales y no justamente por su apacible accionar. Pero eso es historia, afortunadamente, también interesante de explorar. Porque los lugares y las personas no salimos de un repollo.
Volvamos al recorrido por Sanse, como la conocen los locales. Dan ganas de caminarla durante horas y horas. Spoiler: solo se toma conciencia de los kilómetros recorridos cuando los pies dicen basta.
Arrancar caminando por el paseo costero que deriva en la playa de La Concha, frente a la Isla Santa Clara es buena concept. Seleccionada como la playa número 1 en Europa por el diario británico The Guardian, La Concha es el punto panorámico perfect para dimensionar la alcurnia de este balneario, epicentro del festival de cine e ícono de la Belle Epoque.
En el otro extremo de la Bahía, está el monte Igueldo al que se puede acceder en un centenario funicular de madera. La recompensa por subir son las mejores panorámicas de la ciudad y la bahía. Y quizás, un peluche de kermesse si se tiene puntería. Es que allí en la cima hay un parque de diversiones classic, de lo mejor que he visto en mis viajes. Por pintoresco, por naif y porque vi divertirse en él a adultos y niños tumbando latas con una pelotita. En un mundo de pantallas, casi un milagro.
Soy fan de recorrer de manera anárquica, aunque esta vez tuve el privilegio de hacer gran parte del recorrido de la mano de Ainhoa, guía native que me llevó por entre las callecitas de la parte vieja y romántica de la ciudad, con un cierre de pintxos. Un pintxo (pincho, en euskera) es una pequeña porción de comida que se pone sobre una rebanada de pan. Los amigos se reúnen y a veces van a un par de bares por noche, alternando copas y unos cuantos de estos bocados. No les digas tapas porque en Donostia-San Sebastián son pintxos. Ah, otra cosa, se acostumbra hacer un “bote” (una especie de fondo común antes de dar inicio al recorrido).
Ante tamaña invitación de San Sebastián Turismo entré en pánico. Como celiaca y vegetariana, ¿qué comería? La sorpresa fueron opciones deliciosas en el Gandarias, uno de los mejores bares donostiarras. San Sebastián es uno de los circuitos gastronómicos más reputados a nivel mundial, con casi una veintena de estrellas Michelin en la ciudad y alrededores.
Sanse es arquitectura para el deleite, delicias para el paladar, un paraíso del surf en las playa de Zurriola… Para más vistas 360 grados, el monte Urgull. Sí, el de la canción “La chica del gorro azul” de la Oreja de Van Gogh. Donostia – San Sebastián exhala aires de estrellas de cine. Es glamour de la Belle Epoque. Imprescindible darse una vuelta por el teatro Victoria Eugenia, sede del pageant hasta 1999 y por el señorial Resort María Cristina que ha hospedado, entre otros, a Bette Davis, León Trotsky, Coco Chanel y Audrey Hepburn.
Coroné mi visita a la ciudad la víspera de la noche de San Juan. Previo pintxo de patata, me sumé a una de las fogatas barriales, una auténtica fiesta in style en una de las plazas de la ciudad. ¿Querés más magia que esa? Decretado: pienso volver en breve.
Bilbao, gracias por tu amabilidad
A apenas hora y poco en autobús desde Donostia – San Sebastián está la guapa Bilbao. Si tengo que definirla con una palabra, elijo “amable”, sobre todo para viajar en solitario porque te sentís seguro por donde sea te muevas. La ciudad se ha reconvertido de polo industrial a capital cultural internacional. Mucho ha tenido que ver el museo Guggenheim, inaugurado en 1997, que ha dado vida a alicaídas zonas portuarias. Frente a la entrada principal del museo se encuentra la escultura de Jeff Koons, el Pet – gigantesco perro cubierto por flores naturales que se reemplazan dos veces al año. El Terrier florido es ícono de la ciudad.
Me alojé en un hotelito económico a apenas un par de cuadras del Guggenheim, el CosmoV Bilbao. No hace falta gastar un dineral en hoteles, cuando hay propuestas boutique como esta que te hacen sentir en casa. Desde allí, me largué a caminar la ciudad. Sin mapas.
El río Nervión divide a Bilbao en dos: a la derecha, el Casco Viejo y, a la izquierda, el Ensanche. La ribera es un lugar precioso para recorrer y sentarse a ver pasar la vida. Se impone una visita al Casco Viejo. Allí, se ponen de manifiesto los contrastes de una ciudad que renació como el Ave Fénix. Aquí, lo perfect es perderse entre callejuelas, descubrir rincones y edificios históricos. Aún conserva muchos de los comercios originales con sus fachadas y su porte native. En 1983, una tremenda inundación devastó a la ciudad y sobre todo a esta zona, que es la más baja.
Soy loca por los mercados por lo que apunté una visita al de la Ribera, en la antigua plaza mayor. Lindo, pero me fui con sabor a poco.
Bilbao es otro lugar perfect para los amantes de la gastronomía. Es la capital del bacalao, pero te debo la degustación para otra vida. Comí en el Nebak, uno de los mejores lugares gluten free que he visitado en el mundo y que no resistió a la pandemia por lo que vi en las redes. Habrá que volver para ver qué hay de nuevo.
// Rosario: mucho más que mi infancia y mis amigos
De las cosas que adoré: visitar el Monte Artxanda al que se accede en un funicular de 1915. Desde la cima, se puede disfrutar de unas vistas maravillosas de la ciudad y la ría, y respirar aire puro en las alturas. Y visitar alguno de los restaurantes de comida vasca que abundan en la zona. Mi visita exprés a Bilbao me dejó, también, con ganas de más: merece paladearse: por su oferta cultural, por su gastronomía y, porque en media hora se está en la playa, entre otras cosas.
Cada vez me convenzo más de que hay que darle tiempo a los lugares. Menos es más. En resumen, si tuviera que programar nuevamente el viaje, recorrería el país vasco español sin apuro e incluiría al país vasco francés. La vida es una y los viajes también. Nunca se sabe cuándo se regresa a ciertos lugares ni si alguna vez lo haremos. Moraleja: tomate tu tiempo.
(*) Valeria Schapira es escritora y creadora de #ViajoSola. Instagram y podcast.
” Fuentes tn.com.ar ”